Capítulo 36 - "Elfos, Aldea Perdida" [ 1 Parte ]

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             ––¡Donde están! –grité ocultando mi aparente temor.

Justo antes de descender a aquel pantano algo o alguien atacó a Anker, un suceso que me confundió y a la vez me extraño, caímos sin rumbo alguno, ahora estoy desolada en un pantano gigante del que poco puedo ver.

               ––¿Hay alguien ahí? –pregunté al escuchar un sonido que venía de alguno de esos arbustos, poco a poco asustada por aquel movimiento, retrocedí hasta llegar a toparme con el árbol más cercano.

Un sentimiento de temor se extendía por todo mi cuerpo, por todos mis husos, hasta que por fin salido de aquel arbusto un lindo ciervo, el cual buscaba aparentemente algo de comer.

                ––Esto debe de ser una broma –insinué despreocupada.

De pronto una flecha atravesó el cuello de aquel animal colocándolo al lado mío, la sorpresa era tan grande que quedé paralizada, quise ayudar al indefenso que estaba todavía luchando por sobrevivir, pero mis fuerzas no eran suficientes, el miedo me había vuelto en alguien vulnerable, hasta que paró de moverse, murió.

De lo profundo del bosque se escuchó un llamado de algún nativo, decidí escapar mi conciencia me atormentaba una y otra vez ¿Son malos? ¿Vale la pena de escapar?

               ––Claro que vale la pena vivir –dije respondiéndome.

Después de tanto correr entre malezas, árboles y arbustos, llegué hasta un manantial, estaba limpio y sin ningún animal cerca o que pudiera ver.

               ––¿Entonces por qué dejaste morir al ciervo? –contradijo mi mente.

               ––Creo que me estoy volviendo loca –hablé levantando mi cabeza y o sorpresa la mamá de aquel ciervo estaba parada frente a mí, con su elegancia e imponencia.

Quedé frente al imponente animal unos segundos, después desaparecería frente a mis ojos, dándome aún más nervios de los que ya mi cuerpo estaba soportando. Una flecha aterrizó en el tronco, en el cual estaba descansando, estaba vez no corrí, quise averiguar qué era lo que me tenía tan nerviosa, si "Eso" me ayudaba a encontrar a mis amigos, me serviría de mucha ayuda, debía saber que o quien era.

              ––¡Violet! –gritó Gabriel saliendo de entre los árboles.

              ––Te tardaste, ya me estaba preocupando –insinué dándole un abrazo del cual desapareció al momento que lo estrujé–. ¿Qué pasa aquí? –pregunté aún más mareada.

Caí al suelo a causa de una trampa, minutos después estaría rodeada por arqueros los cuales esperaban la orden de su jefe.

             ––¡Suéltenme! –grité furiosa.

             ––Que raro espécimen, disculpa ¿Qué se supone que eres? –preguntó una especie de persona con las orejas puntiagudas.

            ––¿Qué se supone que eres tú? –remedé levantándome del suelo.

            ––Llévenla a la orca –surgió.

Sin mucho esfuerzo quemé las sogas que me retenían y acumulé toda mi fuerza en un solo golpe, cabezazo.

           ––Ahora dime quién es el fuerte aquí –dije mirando cuando se retorcía en el suelo del dolor.

           ––¡Ataquen! –dijeron los arqueros dirigiendo sus flechas contra mí.

Sin mucho esfuerzo los repelí, causando que ellos corrieran mientras esquivaban las potentes flechas que no dudarían en hacerles daño. Salí de ahí rápidamente, pero cuando quise mirar atrás ya me había perdido, seguí el sonido de unas trompetas, algo que se me hacía extraño encontrar en un pantano.

           ––Aquí estás... –escuché decir a alguien cuando yacía en el suelo a causa de una flecha que había atravesado mi pierna causándome un dolor inevitable, algo inexplicable.

* * *

No alcanzaba a percibir nada, mucho menos a sentir algo, mis manos estaban atadas y frente a mí se encontraba una venda que se me hacía incomoda a cada segundo que el aire rozaba mi rostro, solo escuchada sonidos de diferentes pisadas, sentía como un calor muy fuerte estaba subiendo desde mis piernas hasta llegar a mis brazos que sin querer empezaron a sudar.

          ––¡Violet! –escuché un grito, la voz se me hacía muy conocida pero entre los mareos y nervios no pude identificarla, era inútil, no era yo.

          ––¡Quítenle la venda! –exclamó uno de esos seres.

Al quitarme pude percibir el crítico momento que estábamos pasando, empezando por Hana, quién estaba convertida en sirena, Malhora apresada, Gabriel y Anker en las misma condiciones que Malhora, la mirada de todos ellos rompía esquemas respecto a mi fuerza, pero la furia lo recompensaría.

          ––Una sirena, una bruja de los bosques, un dragón, un hombre y una princesa, vaya combinación tan desastrosa –agregó uno de ellos.

          ––¿Una princesa? –preguntó un anciano saliendo de entre la multitud.

          ––Que bien más viejos –balbuceé molesta y impotente.

          ––Por favor anciano sabio déjenos defender la aldea –insinuó aquel arquero.

         ––¡Córtenle la cabeza! –gritó la muchedumbre, la cual estaba de espectadores.

         ––¡No!, ellos son los de las profecías, son los que nos ayudarán a salvar nuestra aldea de "Gorliat" –dijo el viejo ayudando a zafarnos de las cuerdas.

         ––¿Todos están bien? –pregunté ayudando a que Hana respirara.

         ––Si, pero ¿Dónde estamos? –preguntó Gabriel levantándose con dolor, acto seguido miró a su alrededor con intriga y curiosidad, eso era lo que todos teníamos.

          ––Bienvenidos a la aldea de los elfos –aclaró el arquero. 

Lost In Your Eyes - [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora