Alfa

252 28 48
                                    

Los primeros días fueron terribles para el alfa. Como un perro con la cola entre las patas, fue a buscar ayuda de la única persona que sabía que le daría una mano. Lars.
Él lo regañó por haber descuidado su "espiritualidad", al no meditar todo los días como antes lo hacía y se defendió diciendo que estaba muy ocupado... Junto a Eve. Pensó que tal vez esa fue la razón por la cual su alfa estaba tan inestable y no podía controlarlo.

En poco tiempo volvió a meditar con su mejor amigo y todo había vuelto a su lugar pero sabía que Evelyn lo buscaría, incluso llamó a Lars preguntando por él. Pero Cameron ya se había ido sin decirle a dónde.

El castaño fue a la casa de su madre, ella la recibió con los brazos abiertos. Pero no sucedió lo mismo con Dilan, la nueva pareja de su madre. El omega odia a su padre y Cameron se parece un poco físicamente. Además Jersen siempre se burlaba por el hecho que Ágata es la que manda. Aunque sólo necesitó un tiempo para conocer mejor al joven alfa.

Pero lo que Cameron odia de la casa es a sus hermanastros. Son unos demonios de 10 y 14 años. Eyra es una chiquilla traviesas que siempre le hace bromas pesadas. En cambio Einar, es el bebé de la casa, consentido y caprichoso. Él los llama los hermanos Evil.

Para no estar de vago en casa y que esos demonios lo vuelvan loco, salió a buscar trabajo. Luego de muchos intentos, la suerte le sonrió.

También conoció a una hermosa omega florista un día de lluvia, no había llevado paraguas y ella le ofreció el suyo, no podía quedárselo así que le propuso compartir. Caminaron muy cerca uno del otro mientras escuchaban la lluvia caer. Él estaba muy envuelto por su aroma a avellanas y cerezas.

Le dijo su nombre y él el suyo, decidió acompañarla. Así fueron hasta el departamento de la muchacha, intercambiaron números y Cameron se atrevió a darle un corto beso de despedida que, para su suerte, ella  correspondió. Los días pasaron y se veían más seguido.

Con el tiempo, la madre de Cameron le dijo que debería estudiar, no, más bien, le ordenó ir a la universidad. Al principio no estaba de acuerdo. Pero supo que esa bonita omega asistiría también. Aceptó con gusto porque la vería todos los días.

Lunes, inicio de clases. 7:25 am.

–¡Cam! –La omega salta sobre du espalda y por poco lo hace caer.

–Hola Sam –saluda haciendo que ella lo mire con el ceño fruncido. Adorable, piensa.

–Mi nombre es Samira –corrige haciendo un pequeño puchero.

–Lo que digas. –Él roda los ojos y le da un baboso beso en la mejilla. Samira hace una mueca y limpia la saliva de su cara diciendo lo insoportable que es.

–¿Estás emocionado? –pregunta tomando su mano y comienzan a caminar.

–No tanto como tú, ¿o es porque estás feliz de verme? –Cameron hace que las mejillas de la omega se tornen rojas.

–Un poco de ambos.

Mientras caminan hacia el campus, un débil olor llega a la nariz del alfa puro, uno muy familiar. En ese instante siente un fuerte dolor de cabeza acompañado de una molestia en su pecho. Después de todo este tiempo, vuelve a verla... Y su alfa volvió a despertar.

Es ella. La puedo sentir.

Busca con la vista, mirando a su alrededor pero nada, sólo está presente su aroma.

–¿Sucede algo? –pregunta Samira haciendo que recupere el control.

–¿Eh? Mmm. No es nada –contesta dándole una sonrisa–. Vamos, entremos por nuestros horarios –propone colocando el brazo alrededor de su pequeña cintura. Su olor consigue tranquilizarlo un poco.

Ambos entran al edificio y encuentran muchos otros alfas y omegas. También hay unos pocos betas, Cameron puede sentir el olor de todos. Pero solo uno roba completamente su atención. Rosas y lavanda.

–Oh no. No compartimos ninguna clase –murmura Samira haciendo un puchero–. Creo que nos veremos en el almuerzo –suspira teniendo la cabeza agachada. Él levanta su mentón para besar ese adorable puchero y consigue que vuelva a sonreír.

–Hasta entonces, linda –susurra acercándose a su cuello para concentrarse en su dulce olor. Se obliga a seguir olfateando a Samira para callar a su alfa.

–Adiós.

Ambos se separan y van a sus respectivas clases, en sólo 5 minutos él ya extraña a Samira.

–La veré en el almuerzo –se repite en voz baja.

La extraño tanto.

Cuando apenas se da cuenta, ya se encuentra saliendo de la clase sin permiso, siguiendo ese aroma como un sabueso. Su cabeza le duele mucho y no puede parar de gruñir al percibir el olor de esa beta mucho más cerca. Hasta puede sentir que está en su periodo.

–Ya. Deja de comportarte como un animal –se dice a mí mismo con los dientes apretados.

–¿Cameron? –Esa voz llega a sus oídos, es tan suave como la recuerda. La molestia de su pecho desaparece por arte de magia y todo su cuerpo se relaja en un instante.

No quiere voltear, debería alejarse rápidamente, pero sus pies no se mueven de su lugar. Sólo permanece ahí, sintiendo su presencia tan cerca y su aroma tan vivo.

–H-Hola.

–Me alegro verte –murmura con cierto tono de alegría. Cosa que desconcierta al alfa. Ella no dice más nada, sólo agacha la mirada mientras que él la observa de pies a cabeza.

Su cuello. No hay marca.

–¿Qué haces aquí? –intenta no respirar demasiado.

–Ya sé lo que vas a decir. Tampoco planeaba encontrarte aquí –responde sin hacer contacto visual–. Debo regresar a clases, sólo salí para ir al baño –murmura dando unos pasos hacia la dirección contraria.

Debo detenerla.

Sin embargo, Cameron logra contenerse y ve como ella entra a su clase.

Unas horas después, llega la hora de comer y Cameron realmente estaba muriendo de hambre, no asistió a ninguna de las clases por la culpa de cierta persona. Su alfa interior se negó a moverse de la puerta del salón al cual Evelyn había entrado hace unas horas. En ese momento la ve salir, muchos de los alumnos hablan y bromean entre ellos. Pero ella se mantiene callada. Sus miradas se cruzan por una fracción de segundo.

–Que ojos tan bellos.

Todo de ella lo es.

–¡Cam! –Samira corre hacia él sonriendo y termina dándole un abrazo. Ellas comparten la misma clase.

–Hola. ¿Cómo te fue hasta ahora? –pregunta tratando de ignorar a la beta, Evelyn pasa junto a ellos y se pierde entra la multitud. Pero deja su olor en el ambiente.

–Hey, estás un poco distraído –Samira pica su mejilla con un dedo, haciendo que salga de sus enredados pensamientos.

–No es nada. –Suelta una risa y entrelaza sus manos para caminar hacia el comedor. Ella le cuenta de las cosas que aprendió y sobre sus compañeros. Cameron estaba muy perdidos en sus pensamientos hasta que la nombró.

–Hay una chica de apellido Angelien, hija del beta multimillonario más conocido del país. Jamás creí que un beta llegara a tan alto cargo y tuviera tanto éxito –habla mientras él la observa con atención.

–Oh... ¿Y qué hace aquí?

–No lo sé, teniendo todo ese dinero... ¿Quién querría estudiar? –opina Samira sonriendo de lado–. Pero ella es muy amigable y hasta nos hicimos amigas. Va a ser mi tutora ya que está en tercer año.

–M-Me alegro por ti.

La jornada termina, pero Cameron siente a alfa caminar de un lado al otro, como un león enjaulado. El reclamaba que vaya por Evelyn, que la bese, que la ayude con su periodo y que la marque sin importar que no haya lazo. Pero sabe muy bien que no puede. Samira es su pareja ahora y están esperando el celo indicado para hacerlo oficial, él la marcará.

Versión AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora