Beta

206 20 14
                                        

Martes, 4:47 am.
No pudo dormir en toda la noche. En mitad de la madrugada, cuando apenas consigue cerrar mis ojos, los recuerdos lo invaden. Su mente empezó a reproducir todo los momentos que ambos pasaron juntos, como si se tratara de una broma cruel.

Hueles a rosas murmuré en su cuello.

E-Es mi perfume –dijo nerviosa, se sintió culpable por obligarla a pasar su celo, pero amó su voz. Ella hablaba y hablaba, realmente no prestaba atención a nada de lo que decía, sólo escuchaba su voz.

Como si no fuera suficiente, recuerda la última vez que estuvieron juntos. Sus pieles juntas, los corazones sincronizados, sus cuerpos tocándose.
–¡Basta! –exclama sentándose en la cama, frota su rostro con fatiga y cansancio–. ¿Hum? –Él levanta lentamente las sábanas y se encuentra con una enorme erección.

Mi beta. Me espera.

–Ella jamás será tuya. –En eso siente sus ojos picar. Limpia bruscamente su rostro y se dice que no puede llorar.

Unos minutos después, su alarma suena, indicando que es hora de ir al trabajo.

–¡Piensa rápido alfa! –Un beta llamado Hans le arroja una bolsa negra que apenas consigue atrapar. El contenido de la misma cae sobre sus zapatillas y ahora huele horrible. Este es su trabajo, es un recolector de basura.
Su compañero ríe al igual que el conductor del camión de basura.

–He visto caracoles más rápidos que tú, chico –se burla el otro beta.

–Si, si. Andando. Hay mucha basura que recoger.

–Parece que alguien se levantó con el pie izquierdo –comenta Hans mientras coloca las últimas bolsas dentro del camión.

–Podría decirse que si –responde frotando sus sienes.

–Debe ser una chica. Las mujeres siempre nos complican la vida –opina el conductor teniendo una expresión neutral.

–Es una beta –murmura juntando los restos de cáscaras de plátano con una pala.

–Oh, ya veo. ¿Quieres un consejo? No te metas con ellas, son demasiado complicadas y difíciles de tratar. Tú debes estar acostumbrado a sumisas omegas. Pero las betas son un verdadero dolor de testículos –me dice Hans teniendo el ceño fruncido.

–¡Eh! Le diré a tu chica lo que estás diciendo de ella –interviene el viejo beta, haciendo palidecer a mi compañero.

–¡No! Quiero decir... No es necesario –suplica Hans. Cameron no puede evitar sonreír.

Martes, 6:50 am.
El alfa se duchó como tres veces para quitar el olor a basura, una tarea bastante difícil. Luego ve la hora y sólo faltan 10 minutos para que las clases comiencen.

–Genial, llegaré tarde en mi segundo día. –Gruñe colocándose los pantalones. Lo hace de una forma muy brusca porque los mismos se rompen como si nada. Eso dispara otro recuerdo, como cuando hizo pedazos la camiseta de Evelyn aquella vez.

Vamos, la quiero ver.

–No vamos a la universidad por una chica.

–¿Y Samira qué? –Esta vez su conciencia interviene. No tiene tiempo para esto, llega tarde y sale corriendo. En el camino recibe un mensaje de Samira.

Sami
Dónde estás? Ya es tarde.
Ocurrió algo?
Estás bien?

Yo
Estoy llegando.
Me quedé dormido.

Versión AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora