Zeta

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–¿H-Hola? –Cameron se siente confundido, apenas logra abrir los ojos y agradece ya no estar en transición.

–Buenos días joven. ¿Cómo se siente? –le pregunta un médico beta mientras anota los registros en una planilla.

–Un poco mareado... ¿D-Dónde está ella? –Rápidamente se incorpora en la cama al sentir un fuerte aroma, se encuentra en un hospital. El olor a desinfectante lo tiene mareado.

–Ah si, su pareja ha esperando que despertara –contesta abriendo la puerta del cuarto, pero el alfa borra su sonrisa al ver a Samira correr hacia él para abrazarlo.

¡Mi beta! ¿Dónde está?

Tranquilo, se dice a sí mismo, ella debió traerlo cuando se desmayó, mejor dicho, cuando salió de la transición. El aroma de la omega hace que se relaje sólo un poco, aunque en realidad necesita a alguien más a su lado.

–Estaba tan preocupada. Eve me llamó diciendo que te encontró en la calle en plena madrugada –dice aferrándose con fuerza a su ropa. Cameron se siente más tranquilo ahora que ya no está en celo.

–Ya veo... Dile gracias –murmura frotando su espalda.

Samira se aleja para luego sonreír.

–Puedes decírselo tú. –Ella mira hacia la puerta y la castaña se asoma un poco, mantiene una sonrisa en su rostro. Pero su olor la delata, que Cameron esté tan cerca de la omega le afecta bastante.

–Veo que el paciente al fin despertó –comenta dando unos pasos adentro de la habitación, los ojos del alfa se iluminan al ver el collar en su cuello.

¡El collar! ¡Nos acepta, nos acepta!

–Si, Cam ya está mejor. –Samira frota su nariz contra la suya mientras sonríe-. Gracias por ayudar a mi alfa.

¡No! Soy su alfa, no el de Samira.

–No hay de qué.

–Mira, alguien ya reclamó a la indomable Evelyn –comenta Samira refiriéndose al collar. El alfa interior de Cameron está muy orgulloso por eso.

–Hum... si –contesta sonrojándose. Él debe calmarse y reprimir las ganas que tiene de arrojarse sobre ella para abrazarla y besarla. En ese momento ve a otro beta acercarse, es Eros y pasa su brazo sobre los hombros de Evelyn.

–Hola, veo que ya notaron mi obsequio –habla sonriendo hacia ella.

¡Yo lo mato!

–Cameron, ¿estás bien? –le pregunta Sam tomando su rostro con las manos. No había notado que de su garganta se escabullen unos gruñidos bajos.

–Si. No pasa nada –murmura frotando su cabeza contra la suya.

Perdóname Eve.

–Bien, ahora que la damisela está bien debemos ir a hacer esa investigación, preciosa. –Eros comienza a caminar fuera de la habitación con Evelyn a su lado.

–¿Investigación? _pregunta el joven alfa haciendo que se detenga y lo mire sobre su hombro.

–La investigación que deben presentar sobre los Gamma, Evelyn me pidió ayuda y con gusto se la daré –contesta subiendo y bajando los hombros.

–Es cierto Cam. Debemos entregar la información para pasado mañana y ni siquiera hemos empezado –se queja la omega frotando sus ojos.

–Podemos hacer el trabajo en equipo. ¿Qué dices Evelyn? –propone Cameron sonriendo de lado. En ese momento Eros lo mira fijamente, mantiene su ceño fruncido pero él no puede intimidarlo.

–¡Es una gran idea! –Samira da unos saltitos y le da un gran abrazo para luego pasar a Eros–. ¿Qué dicen?

Ella mira a ambos betas con una adorable sonrisa.

–Okey. –Asiente la bera rodando los ojos.

Cuatro horas después.
–¿Estás seguro de que es por aquí? –pregunta Samira, estando de curiosa mirando por la ventanilla del auto. Cuando Cameron despertó en el hospital el médico lo revisó una vez más y al no encontrar nada malo le dieron de alta. Una vez fuera del hospital, Eros dijo que debían ir a las afueras de la ciudad, porque uno de sus amigos le dijo que había visto a un grupo de gamma. Pero ya estuvieron vagando durante una hora sin ver a ningún gamma.

–Esto es una porquería, ya casi es medio día y no estamos ni cerca de encontrar a algún gamma o a nadie. ¡Estamos en medio de la nada! –dice rascando su cabeza. Cameron está aburrido y le duele el trasero por estar tanto tiempo sentado.

De repente algo impacta contra la ventanilla en donde Samira está mirando, ella de inmediato se oculta con él luego de pegar un grito, tiembla y se aferra a la ropa de su alfa.

–¿Qué diablos fue eso? –Eros detiene el coche y sale a ver lo que golpeó su auto. Los demás también salen y Cameron tiene a una muy asustada omega colgada de su espalda.

–Es un mensaje –habla Evelyn y lo lee en voz alta–. Regresen ahora que pueden. Mmm, suena a una amenaza. –opina enredando un mechón de su cabello por un dedo.

–No podemos volver, esto nos confirma que estamos cerca. Además no había visto está clase de escritura –comenta Eros pensativo. Él quita la nota y la cosa pegajosa del cristal y continúan adelante, hasta llegar a un pueblo abandonado, como los de las películas de terror. Las montañas se alzan en el horizonte y el pueblo luce como si no ha sido habitado durante muchos años, siglos tal vez.

–Los antiguos clanes de hombres lobo vivían a los pies de las montañas o cerca de los bosques, ellos debieron construir estos pueblos hace siglos –murmura el beta mirando a su alrededor y toma una roca entre sus manos–. ¡Oh si, tengo un trozo de historia en mis manos! –exclama alzando la roca. En ese momento unas personas vestidas de negros salen de las ruinas y no se ven muy amistosas. Las túnicas viejas que llevan puestas cubren sus rostros y el alfa puro huele en ellos, algo que nunca había sentido antes. Es como a una mezcla de pinos y tierra, aunque no está seguro. En total son 3 personas, las cuales caminan hacia ellos, sin importarle los gruñidos de advertencia de Cameron.

–No nos lastimen –chilla Samira abrazándolo como si su vida dependiera de ello.

–¡Alto! –interfiere Eve levantando las manos–. Somo viajeros, venimos desde lejos para... para a-aprender de su cultura.

En ese momento, uno de los supuestos gamma se acerca y se quita la capucha, es un hombre. Se ve como alfa pero no huele como uno.

–¿Por qué no lo dijeron antes? –responde sonriendo. Los otros dos también se quitan las telas que ocultaban sus rostros.

–Yo tenía razón, algún día alguien vendría –dice otro de los hombres.

–Al fin mi nota de bienvenida funcionó. –El tercero es un poco más joven que los otros. Pero todos lucen como alfas y soy un poco más altos que Cameron. Eso tiene inquieto a su alfa interior.

–¿Esa era una nota de bienvenida? –pregunta Samira en un tono molesto, se ve tierna con su nariz arrugada–. ¡Parecía una sentencia de muerte! –agrega haciendo que los tres hombres se pongan pálidos.

–Disculpa, esa no era mi intención, en la nota quería decir que regresen porque luego la noche caerá y deberían quedarse con nosotros –dice el más joven completamente avergonzado y nervioso.

–Descuiden. Son gamma, ¿verdad? –pregunta Evelyn con un brillo en sus ojos.

–Podría decirse.

Versión AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora