Gabriel.

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—Adrien —lo llamó su padre algo molesto —¿Qué haces? —preguntó observando cómo su hijo acomodaba palillos con delicadeza. 

—no lo sé —se limitó a responder, de un solo movimiento provocó que todos los trozos de madera rodarán por el suelo de su oficina —solo estoy aburrido.

—tu trabajo... 

—eso ya está, no tengo mucho que hacer esté día, no quiero hacer nada —se recostó para hacer un puchero, miró fijamente a su progenitor con cierto nerviosismo.

—Adrien Agreste, hoy tenías una cita importante... 

—la adelante, todo está bien, padre no tienes por qué preocuparte.

—habla —se sentó frente a él cruzando los brazos y la ceja arqueada —no sé qué ha pasado pero no entiendo está actitud tuya. 

—Marinette —pronunció el nombre de su amada casi en susurro, cerró los ojos al percibir la mirada del gran Gabriel Agreste sobre sí mismo, tragó saliva en seco.

—¿Qué ha pasado con ella? —no fue para nada un hecho epitafio.
—padre no es por nada pero no mientas, tú lo sabes todo, sabes que está comprometida y aquí en París, también sé que tú te ofreciste a diseñar su vestido —lo miró fijamente ansiando su respuesta, podía deducir en su expresión que no sabía que decir, suspiro sonoramente antes de aclarar su garganta —no te preocupes padre, entiendo que no deseabas dañarme y más porque ella es una de tus mejores diseñadoras, la más importante a decir verdad.

—lo siento —hablo con sinceridad, acomodó sus anteojos para después mirar a otra parte —Adrien, ya eres un adulto y no necesitas llorar por una mujer.

—tú sabes que la amo padre —murmuró cabizbajo —tu hiciste muchas cosas por mamá, yo amo en serio a Marinette y si ella se casa prepárate para no tiene nietos —hablo con seriedad, alzo un documento y comenzó a leer.

—creo que no podre convencerte, ¿Crees que puedas ir esta tarde a la mansión?

—no tengo nada mejor que hacer ¿A qué hora? —preguntó sin ánimos, tomó un bolígrafo para firmar el trozo de papel lleno de letras negras.

—mi secretaría te informará —instruyó levantándose de su asiento, se encaminó a la puerta no sin antes darle un último vistazo a su sucesor, repaso fugazmente su plan improvisado, trago salva, tras abrir la puerta la cruzo para dirigirse a su oficina, estimaba que tendría que hacer muchas cosas que para aquel proyecto se cumpliera.

El tiempo para Adrien pasaba muy cusumbo, movía sus extremidades agotado, recorrió su oficina, miro por el gran ventanal, finalmente sentado en el suelo ojeo un álbum lleno de fotografías de el y sus amigos, la mayoría eran de Plagg haciendo gestos. 


Recorrió con la mirada su antiguo hogar, tragó saliva sonoramente al ver el retrato de su madre, cerró los ojos con fuerza intentando correr aquellos recuerdos de su infancia-pubertad, recordó firmemente a su madre, una mujer de cabello rubio vivo, sus ojos esmeralda con ese brillo único y especial, su sonrisa que lo deslumbraba y siempre provocaba que el la repitiera, si una mujer única. Desearía tenerla aquí, estaba seguro de que ella sabría qué hacer, se repetía cada día que si ella viviría, ya estuviera casado y a nada de ser padre, se repetía que al momento que perdió a su madre tuvo miedo, tal miedo causó que se volviera un estúpido y no haya sido capaz de pedirle una cita a la mujer que más amaba. Ya estaba de más decirlo una vez más, lo había hablado con Nino, Alya, Lila e incluso por más increíble que suene Nathaniel.

—¿Adrien? —una mujer de cabello azul poco colorido lo miró asombrada, si algo que el rubio no hacía era visitar con regularidad su antiguo hogar —es un gustó verte aquí.

—Natalie —camino hasta ella con una sonrisa, hace tanto que no veía a aquella mujer que lo apoyo para que su padre accediera a que se mudará —es bueno verte de nuevo.
—puedo decir lo mismo —sus labios formaron una pequeña mueca —su padre está en su oficina, me pidió que le informará que lo esperará frente a su oficina.

—vale, gracias —camino por los pasillos con dirección a la oficina de su padre, que justamente estaba a un lado de la sala, no había cambios como para abrir la boca y preguntar si ese era el lugar en el que vivías, la chimenea seguía en su lugar al igual que un retrato de lo que era su familia, el librero estaban repleto de distintos libros azules, verdes, rojos e incluso algunos dorados, la sala había cambiado por una color hueso con detalles dorados, almohadones crema con bordados plateados, se sentó mirando la pantalla en negro.

—busca queso —hablo Plagg desde su chaqueta, Adrien rodó los ojos ante la petición, aquella criatura solo pensaba en queso —me sacaste de mi mundo de quesos por venir, tengo hambre —reclamó flotando frente a él —exijo queso, o si no haré una huelga de hambre.

—o Plagg, acabas de devorar todo el queso que traía en el coche.

—tenía hambre —recalcó cruzando sus pequeños brazos sobre su pecho, su expresión se volvió dolorosa y de sus grandes ojos se asomaron leves lágrimas.

—eres un glotón —tras soltar una sonora risa camino con lentitud por los pasillos, al pasar por la puerta de la cocina se detuvo, miro a su Kwami y señalo con la mirada la cocina, la criatura comprendió en enseguida, atravesó la puerta con precaución —bien... —trataba de deducir con quien estaba su padre e porque lo quería ahí, suspiro con pesadez dirigiéndose de nuevo a la sala, se sentó en el sofá más cercano para después analizar el lugar nuevamente, un pequeño estéreo llamo su atención —papá nunca atiende temas importantes aquí... —se dijo a sí mismo, la tentación lo estaba consumiendo —solo una canción —se acercó, examinó el aparato, tomo el control e enseguida buscó aquel álbum que le había regalado intencionalmente a su padre, la sonrisa se expandió por su rostro.

Tras introducir el disco en el espacio asignado, tomo el control remoto y se sentó en el sofá, suspiro emocionado para después presionar el botón rojo de encendido, ajustó el volumen al igual que el efecto, paso entre las canciones hasta encontrar la que más le agradará, seguramente si su padre lo viera en esos momentos lo mataría con la mirada, cosa que ya había hecho miles de veces.

Se detuvo a escuchar las primeras notas de una de las canciones que más amaba, se levantó iniciando a cantar las primeras estrofas, poco a poco entro en su papel, fingió apegar el cabello que no tenía a su cuello, camino entre la mesa y la chimenea repetidas veces, tomaba lo que se encontraba a su paso luego lo volvía a dejar, estaba 100% seguro de que si su padre lo estuviera viendo en esos momentos lo obligaría a hacer una prueba, tal como hizo años anteriores.

Justo antes del último verso escucho una pequeña y suave risa, se detuvo en seco, apago el estéreo, se giró para mirar a la dueña de aquella carcajada. Su padre mantenía su semblante serio mirándolo con desaprobación, la dulce azabache a la cual amaba sostenía un documento al igual que su bolso en la mano, mostraba una sonrisa encantadora e contagiosa.

―¿Moana? ¿En serio? —preguntó mirándolo.

—Marinette, lamentó este pequeño show montado por mi hijo —se disculpó el Agreste mayor colocando su mano en su frente.

—no se preocupe señor Agreste, estoy acostumbrada.

—no tengo cara en estos momentos para invitarla a cenar.

—yo puedo hacerlo —hablo emocionado, tomó nuevamente el control y apago el estereo que seguía reproduciendo una suave melodía —joven Marinette Dupain-Cheng, le gustaría quedarse a cenar con nosotros en nuestra espaciosa y lujosa morada, para la cena tenemos un menú exquisito ante cualquier persona, tenemos... —miró a su padre ya que él no sabía que cenarían, tragó saliva —una exquisita variedad de comida que se come, con la boca por supuesto —su padre alzó su ceja incrédulo al igual que confundido por la "presentación" de su hijo —también una variedad de helado de Limón de distintos lugares, con más azúcar que otros, por si no prefiere nada de eso, podríamos pedir una deliciosa orden de taquitos de los que usted guste, así que señorita Dupain ¿Se quedaría a cenar y compensar mi show para nada satisfactorio?

—lo lamento... ammm —pareció pensarlo un momento, sintió la mirada de los dos hombres en ella —sería como celebración —sonrió aceptando la oferta. 


Y Tomaste mi mano... [Terminada] #PremiosLadybugTLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora