97. Las cinco familias

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Beatriz arriba

Nicolle:

-...bim, bam- salta la pequeña rubia y yo río mientras empieza a bailar- ¿jugamos otra vez?- me pregunta emocionada

-Estoy segura de que a Nicolle le encantaría jugar otra vez - empieza Alan atizando el fuego -pero debes ir a hacer tus deberes, después puedes jugar- la niña hace un puchero pero cuando Alan la mira serio murmura una disculpa y empieza a subir las escaleras

-Es una niña encantadora- le digo levantándome del suelo

-Es mi orgullo- dice y sus ojos brillan de la misma forma en que supongo que los míos lo hacen cuando hablo de mi pequeño Jonathan, debo llamarle pronto

-Se nota- susurro

-¿Quieres algo de comer?- me pregunta en tono amable

-Si, por favor- asiente y le hace un gesto a uno de los hombres de traje parados en la puerta que da al pasillo

-Soto, ve con Cami y pídele que nos traiga una merienda- el hombre asiente y da la vuelta, entonces Alan vuelve a hacer un gesto al otro hombre -Harper, ve con Juana y pregúntale si esta lista. - el otro hombre asiente y sale tras su compañero dejándonos solo a Alan y a mi.

- Es una casa hermosa- digo mirando nerviosa a mi alrededor, realmente no se que hacer o decir y la casa es preciosa.

Bueno, solamente he visto la parte de afuera- la cual es una fachada impresionantemente hogareña- y el salón de visitas, como le llamo el, que es lugar en el que estamos. Es una enorme habitación con sillones de franela blancos, una gran chimenea en medio de la habitación, varios cuadros de la pequeña Alana y una gran vista hacia el lago de fuera de la casa.

Tiene una mesa de centro de madera en la cual hay un dibujo de Alana que es bastante bueno, y junto a la mesa hay un pequeño equipo de sonido con grandes parlantes a los lados. 

-Si... es bonita

Nos quedamos en silencio varios minutos hasta que Juana entra con un gran saco café que le cubre hasta abajo de las rodillas y lo lleva doblado en las muñecas; un pantalón de yoga negro y unas grandes pantuflas rosadas de ositos. No lleva una gota de maquillaje y su cabello lo tiene recogido en un chonguito desordenado. 

-¿Estas mejor?- le pregunta Alan dulcemente y ella asiente 

-Mas cómoda - le sonríe y se sienta junto a mi frente a la chimenea -Ahora, ¿Quieres decirme porque diablos es que me has hecho venir desde Estados Unidos?- Alan me mira - Es mi protegida, ella puede escuchar lo que sea que quieras decir 

-Es sobre...

-Disculpe señor- llama uno de los hombres de negro - tenemos una situación...- antes de que termine de decir eso la puerta se abre y entra una rubia con cara de niña que esta llorando

-Esta bien Wilfred, ve de nuevo a tu lugar que yo me hago cargo de la señora Gautier- el trajeado asiente y Alan se acerca a la rubia pasando sus brazos sobre los hombros de esta -¿Que te paso?-  la mira a los ojos tomando su rostro entre sus manos -Estas helada, ven, acércate al fuego- tira de ella para que se siente entre Juana y yo pero ella se aparta negando con la cabeza 

-¿Podemos hablar?- le pregunta secando sus lagrimas 

-Seguro, pero primero ve arriba y cámbiate de ropa o te pondrás enferma - ella le sonríe tímidamente y asiente 

-¿Podrías acompañarme?- el la mira con una sonrisa dulce y niega con la cabeza

- Tris...- ella le vate las pestañas -ve a cambiarte, luego hablamos- ella suspira encogiéndose de hombros y asiente al final volviendo a secar sus ojos

muñecas 2 [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora