Querida leucemia:
Hoy quiero hacer algo diferente,quiero olvidarme de todo, ser yo sin importar nada, pero estoy presa a este maldito hospital. No hay escapatoria a este calabozo de espanto.
- Mira princesa, que hermoso está el día hoy.
- Está hermoso, que lástima que solo podemos verlo a través de este cristal.
- Si, bueno no crees ver otras posibilidades?
- Cuáles?
- Bueno, ni tú ni yo estamos recibiendo ningún tipo de tratamiento por vena así que no sería tan difícil salir de aquí.
- Hacia dónde iríamos? Con qué dinero? Y en qué transporte?
- Por nada debes preocuparte, lo tengo todo listo.
- Bueno, entonces que estamos esperando, vamos!
Me cambié de ropa y salí para esperar a Adrián. Luego de que estuviera todo listo salimos, pero al salir,nos encontramos con la Dra Torres.
- Detenganse!
- Corre Victoria!!
Corrimos como nunca antes en nuestras vidas, corrimos con ganas de ser libres y nunca detenernos. Llegamos a un ascensor que nos llevó al estacionamiento.
- Wouuu! Los perdimos!
- Aún no, corre Adrián!
Llegamos a el café de la esquina donde finalmente ya no corríamos peligro. En ese momento llega un amigo de Adrián y le entrega unas llaves.
- Adrián, todo bien?
- Sí, oye una pregunta. Alguna vez haz subido a una moto?
- No.
- Entonces ponte el casco y sujétate fuerte, será emocionante.
- No me dejes caer.
- Nunca.
Mientras Adrián conducía la moto sentía como el viento me abrazaba y el sol me daba la bienvenida. Mientras me sujetaba a él sentía como sus músculos se tensaban y sus latidos se aceleraban. Adrián manejó por un largo rato hasta llegar a una gasolinera donde compramos algunas cosas y seguimos nuestro rumbo. Llegamos a un lugar hermoso, era un bosque con una vista hermosa, algo mágico.
- Oye Adrián, ya es tarde no crees que debemos regresar?
- Ya es tarde, además el camino es largo y llegaremos para la madrugada, mejor regresamos mañana, así tenemos más tiempo para disfrutar del mundo.
- Tienes razón, oye quieres comer algo?
- A tí.
- Hablo de comida, no cambias no?
- Ya se enojó la niña mimada.
- Patán.
- Terca!
- Estúpido!
- Te amo niña, me encanta verte enojada.
- Yo más, patán!
- Ven, acuéstate aquí. Y mientras ella se recostaba en mi pecho mirábamos las estrellas e imaginábamos una vida sin cáncer.
- Si no tuviera leucemia no te hubiera conocido.
- Sí, por eso prefiero estár enfermo.
- Yo igual.
Y así, se quedó dormida entre mis brazos. Mientras yo pensaba en cómo le diría que mi cáncer había hecho metástasis. Cómo le diría que ya se están agotando mis fuerzas, y no sé cuánto tiempo pueda aguantar.