Querida leucemia:
El reloj está en mi contra, la muerte a mi favor y la vida, la vida continúa. Desde donde estoy veo como acaba la vida de todos los que amo, veo como sus sueños se destruyen, y la luz de su sonrisa se apaga. La diálisis me va matando lentamente, es un proceso doloroso en el ámbito emocional. Lo más que me duele es mirarme al espejo y no saber quién soy, ver mi cuerpo cada vez con más cicatrices, no tener cabello y saber que algo como eso nunca pasará porque ya no queda tiempo. Esto es más que frustrante, es un sentimiento de impotencia indescriptible. Pero en el fondo no tengo porque reprocharle nada a nadie, todo lo contrario, tengo mucho que agradecer. Mis padres han dedicado diez años de sus vidas a una causa perdida y no tengo como agradecerles. Son ellos los que sufren día tras día viendo como mi vida lentamente se destruye sin poder hacer nada para evitarlo. Son sus vidas las que junto a la mía se destruyen.