Querida leucemia:
Hoy es mí cita con la oncóloga, ya mi cáncer a hecho metástasis y sé que no tengo probabilidades de sobrevivir, pero debo continuar con el tratamiento para alargar mi cantidad de vida.
- Bueno, y como te haz sentido Adrián?
- Peor, los dolores continúan.
- Los dolores van a continuar durante todo el proceso, recuerda que es algo normal.
- Y, si no continúo con el tratamiento?
- De tú no continuar con el tratamiento tienes dos meses aproximadamente, puede ser más como puede ser menos.
Pero no continuar con el tratamiento no es una opción, eres joven y debes luchar.- Ya no tengo motivos.
- Que hay de Victoria?
- Ella ni siquiera me recuerda, este es el mejor momento para irme sin romper su corazón.
- Mi niño no me gusta oírte hablar así. Tienes una y mil razones para luchar, ella quizá no recuerde lo más importante, pero tú eres su memoria, su motor. Y sin tí ella no sería la misma persona.
- Dígame qué tengo yo para ofrecerle de ella recuperar la memoria? Dígame qué puedo hacer yo desde esta maldita silla de ruedas, soy un maldito inútil que no puede moverse y depende de los demás para moverse de un lado a otro.
- Sé que es frustrante pero eres un chico maravilloso. Dónde está ese joven que luchaba hasta el cansancio, ese joven seguro de sí mismo y ese guerrero invencible?
- Ese que luchaba hasta el cansancio recibió un nockout en su última pelea, ese joven seguro de sí mismo se confió demasiado y ese guerrero invencible perdió sus batallas y murió en la guerra. - En ese momento perdí el control y comencé a dar puños en las paredes. -
- Adrián cálmate!
- Déjeme en paz!
- Para! Mira tus nudillos, están llenos de sangre! Te estás haciendo daño!
- Ahh... - En ese momento me detuve al ver la sangre en mis nudillos.-
- Acuéstate porfavor, debo curar esas manos.
- Puede curar las heridas físicas, pero nunca las heridas en el corazón.
- Descansa.
- Puede pasarme los audífonos porfavor?
- Si, descansa Adrián.
Mientras escuchaba música me puse a pensar en ella, su sonrisa y las cosas que hacían que mi vida tuviera sentido. Pero aún así sentía un gran vacío dentro de mí que no era hambre, era algo muy diferente, algo que me impedía continuar. Y me dije: Adrián, debes continuar luchando. Dónde está ese loco desquiciado que se aferraba a la vida y se negaba a la posibilidad de morir? Pero fué ahí donde me di cuenta que a ese loco desquiciado, le a ganado el cansancio, que se a cansado de correr y nunca llegar a la meta. Por eso e tomado una gran decisión, una de gran importancia en mi vida.
