Capítulo 54: Aquí el tigre...La manada está a la espera.

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"El amor verdadero hace milagros, porque el mismo es ya el mayor milagro"

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"El amor verdadero hace milagros, porque el mismo es ya el mayor milagro".

-Amado Nervo.

—Heine— pronunció mi apellido con voz decidida. El eco de su voz retumbaba en el lugar, impotente como siempre había sido ella. Sonreí en su dirección—Santiago— prosiguió a saludar a mi amigo, quién sin pensarlo dos veces frunció el ceño y resopló como muestra de lo desagradable que encontraba el hecho de ser llamado de esa manera.

—Gabriel, Edra, es Gabriel—respondió con fastidio.

Lo fulminé con la mirada.

Edra estaba aquí para ayudarnos y el muy mugroso pretendía arruinarlo todo con sus tonterías. 

—Neumann, Neumann—respondió la chica—¿Por cuánto tiempo estuvimos juntos? ¿2 años?—preguntó. Gabriel ni siquiera se inmutó en responder— Entonces debes saber que siempre me ha gustado más llamarte por tu segundo nombre—inquirió.

Sí, habían estado juntos aproximadamente durante dos años; ella había sido sin duda el primer amor de mi amigo.

Y es que... ¿cómo no?

Edra era extremadamente segura de sí misma y bastante desafiante. Robaba las miradas de todos cuando atravesaba la puerta de algún lugar y era la envidia de todas las mujeres por su extravagante belleza.
Su cabello negro largo y oscuro y su piel blanca y brillante cómo un diamante, eran llamativas para cualquier persona con dos dedos de frente.
Su apellido imponía miedo a dónde fuera y había heredado sin duda el temperamento tan firme de su padre. Pero Edra, contraria a éste– y lo digo porqué la conozco hace mucho tiempo y he sido testigo de ello– tenía un corazón de oro que impartía justicia e intentaba remendar los daños que su padre siempre hacía.
Ella quería a Vasil pero estaba en desacuerdo con su actuar. Sin embargo éste, después de la muerte de su esposa, sólo tenía ojos para su adorada e impertinente hija. Él sabía la opinión  de Edra sobre sus "negocios" y varias veces–muchas para ser sinceros– se echaba para atrás con algunas decisiones a causa de las peticiones de su hija. Esta chica solía ser muy convincente; pero otras más, continuaba con su cometido a pesar de las advertencias de su hija alegando que... "Una vez estás en este negocio, ya no puedes salir de aquí tan fácilmente". Si había una cosa que –a parte de Edra– era debilidad para Vasil, era el Dinero.

Pero ya no estamos juntos, mujer—respondió mi amigo.

Eso no quiere decir que mi gusto por llamarte así haya cambiando, San-ti-ago—respondió alargando el segundo nombre del ya bastante enojado Gabriel.

Ciertamente a veces se enojaba por estupideces. Se enojaba bastante rápido.

Y eso Edra lo sabía.

NIKLAS I (Let me love you) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora