Capítulo 56: Te amo y siempre lo haré

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Niklas Heine:

«No sé en qué momento llegué hasta este punto»

No sabía realmente desde cuándo me había estado ocultando todo eso. Lo único que sabía era que estaba realmente molesto con ella, no, estaba molesto conmigo por no haberme dado cuenta antes; estaba molesto conmigo por permitir que se metiera en toda mi mierda, estaba molesto conmigo por no protegerla, por no cuidarla cómo ella se lo merecía, estaba molesto conmigo por no haberle hecho caso, por no haberle escuchado desde un principio.

Ella era mi todo.

Lleno de temor, la agarré fuertemente entre mis brazos y corrí con ella de vuelta a la calle principal de aquel lugar. Las lágrimas se adueñaron de mí y mi corazón estaba totalmente desgarrado, por una herida que sería difícil de sanar.

Pero ella seguía respirando.

Ella seguía con vida.

Luché contra las ganas de flaquear,de rendirme. Debía salvarla a cómo de lugar.
El camino a la calle principal me pareció de pronto infinito. Con mi mano intentaba presionar la herida en su hombro izquierdo para aguantar la hemorragia, pero era inútil.

—Perdóname por esto mi amor— dije casi en un susurro, era incapaz de articular palabra y sonar medianamente seguro al hacerlo. Desgarré mi camisa y envolví el pedazo de ella sobre su hombro, presionando lo necesario. Ella se quejó y mi corazón se arrugó un poco más, si es que eso era posible. Tomé su pulso y noté que se iba debilitando. La levanté de nuevo con delicadeza y comencé a correr.

Divisé a los chicos que venían del lado de la iglesia para ayudarme, pero hice caso omiso, quería ser yo el que la ayudara.

—Resiste Salomé, te lo ruego— imploré.

Acaricié cómo pude su mejilla, dejando una huella de sangre sobre ella.

Mi niña, mi pequeña,mi pumba.

El molesto sonido de las sirenas de la policía se extendía por el lugar.
¿Cómo nos habían encontrado? No lo sabía, pero lo único que me importaba en ese momento era que socorrieran a Salomé.

Y entonces sucedió.

Cerró los ojos y su respiración retardó su ritmo. Respiraba con tanta lentitud, que era casi imposible darse cuenta que aún lo seguía haciendo.

Las patrullas de la policía ya estaban en frente de nosotros. Paramédicos bajaron de inmediato de la ambulancia y se dirigieron a mí, arrebatándome a Salomé de las manos.

Me monté con ellos en el vehículo, pero antes de que arrancáramos, me di cuenta de cómo dos oficiales traían a Gabriel esposado y otros envolvían el cuerpo sin vida de Lukas.

NIKLAS I (Let me love you) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora