Capítulo V: Ahogado en la amargura

955 144 77
                                    

†Actualidad‡

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

†Actualidad‡

Se encogió contra la pared, intentando no temblar ya que le dolía todo el cuerpo. Sentía todo su cuerpo entumecido, y cada respiración hacia arder sus pulmones; su boca le sabía a sangre y su cabeza parecía embotada, nublada por el dolor, el mareo y la náusea.
No podía creerlo aún, ¿cómo consiguió encontrarle? Y, sobre todo, ¿quién le dio su nueva dirección? No creía que hubiera sido Kaya o Usopp, y algo en su interior le impedía sospechar de Zoro. Entonces, ¿cómo es que Law había aparecido, una hora atrás, frente a él, al abrir la puerta?
"¿Importa ya?", pensó con amargura, escondiendo su vapuleado rostro entre sus brazos, sin poder evitar recordar lo que había pasado...

 Entonces, ¿cómo es que Law había aparecido, una hora atrás, frente a él, al abrir la puerta?"¿Importa ya?", pensó con amargura, escondiendo su vapuleado rostro entre sus brazos, sin poder evitar recordar lo que había pasado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-¡Por favor, Law! ¡Lo siento! ¡No pensaba lo que decía! ¡Perdóname!- gritó, cubriéndose inútilmente la cara de los puños de acero de su pareja. Estaba echado sobre el suelo, con el ojeroso a horcajadas sobre él. El suelo, a su alrededor, teñido de su propia sangre, que salia disparado de su nariz y de su boca. Sentía la garganta desgarrada de tanto gritar, en un vano intento de que aquel suplicio acabase, pero Law le seguía respondiendo lo mismo:
-Sólo intento enseñarte a serme más fiel. Y toda enseñanza mal ejecutada conlleva un castigo.
Había ido primero a por sus piernas y su torso, para después, empujarle contra el suelo y empezar a demacrar su rostro.

Estaba a punto de perder la consciencia, cuando sintió que Law se levantaba. Lo veía todo borroso por las lágrimas, y, aunque los oídos le pitaban, escuchó al otro bufar.
-Mañana quiero verte en casa, antes de las 10 de la mañana. Cora~san me ha sugerido a pasar la navidad en su casa, junto a su hermano, y te he tenido que invitar- dijo, mientras se limpiaba los puños en la camiseta del rubio- No me decepciones.
Cuando quiso decir algo, el moreno ya se había ido, cerrando de un portazo.

Cuando quiso decir algo, el moreno ya se había ido, cerrando de un portazo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Y ahora, encogido en una esquina del salón, Sanji pensaba que hacer. Quería terminar con todo aquél sufrimiento, pero tenía demasiados seres queridos como para ponerle punto final a su vida, aún teniendo a alguien como Law en su vida. No quería ir a pasar la Navidad con él, aunque Corazón le caía fenomenal, porque sabía que aprovecharía cada momento a solas para ''educarle'', para después poner excusas baratas que explicarían sus moretones y arañazos.
"¿Cómo puedo quejarme de sus mentiras, cuando yo no he hecho otra cosa con mis amigos desde que empezó todo esto?", se preguntó, apoyando la nuca en la pared. Suspiró, clavando su azul mirada en el techo, y dejando correr las lágrimas, cuyo tacto le pareció demasiado ácido. "Usopp, Kaya, Luffy, Franky, Brook, Nami~swan, Chopper, Robin~chwan, Zoro,... por favor... que alguno de vosotros me ayude.", suplicó, cerrando con fuerza los ojos. Un sollozo empezó a nacer dentro de su pecho, cuando una determinación, llena de tristeza y amargura, le invadió.
Se levantó, llorando, y fue hacia la cocina, tambaleándose. Abrió un cajón de la alacena y sacó el bote amarillo de matarratas. Se lo quedó mirando un segundo, viendo como su mano temblaba con violencia hasta el punto de casi caer el bote.
Quizás fuese una señal, quizás fuese un ultimo acto de rebeldía de su agotado corazón, pero Sanji hizo lo único que sabia hacer mejor que nadie: lo ignoró. Y se maldijo por ello por ser tan condenadamente débil, por haberse dejado llevar por el amor ciego, por no haber aceptado el consejo de sus dos damas y, sobre todo, de no haberle pedido ayuda a Usopp o Kaya cuando tuvo la oportunidad.
Ya era muy tarde, y se arrepintió de ser un cobarde porque nunca se opuso a que Law le tratase de aquella manera, porque nunca insistió tras su confesión a Zoro, porque estaba a punto de darle la espalda a todo en lo que creía, a todo cuanto amaba, solo porque se había rendido y se había cansado de luchar por algo que nunca parecía poder conseguir: su libertad.
Sacó tres pastillas, apartando el bote de su vista para que su decisión no flaqueara, y se las acercó a sus labios justo cuando el timbre de su puerta sonaba, con tanta estridencia que le hizo pegar un brinco, haciéndole caer las pastillas.
Sacudió la cabeza, cogió las pastillas, las guardó en el bote y puso éste en su sitio. "Para después", pensó, cerrando el armarito.
Fue hacia la puerta cuando ya iba por el tercer timbrazo y la abrió de un tirón, pensando que sería Law, para pedirle una llave o para llevarlo a rastras, pensándose mejor lo de esperar hasta el día siguiente.
-¿Qué quieres...- empezó a decir. Pero no era Law-...Zoro?
El peliverde lo miró, y Sanji, al ver como su sonrisa desaparecía de su rostro, para ser sustituida por una expresión de horror, recordó que no se había cubierto las heridas provocadas por la paliza de Law.
-¡Sanji!- exclamó Zoro, con horror. El rubio siguió un impulso y empezó a cerrar la puerta, para ocultarse de los ojos del peliverde, pero éste puso el pie para impedírselo. Sanji se tuvo que apartar para que el espadachín no lo arrollara al entrar, cerrando, después, con el pie.
-¡Largo de mi casa!- exclamó, señalándole. Zoro le ignoró, mientras empezaba a acercarse. Él, por instinto, comenzó a poner distancia entre ellos, retrocediendo, mientras seguía gritándole e insultándole.- ¡Fuera, maldito marimo de mierda!- gritó, cunando su espalda chocó contra la pared del pasillo. Entonces, Zoro se movió a la velocidad del rayo y aprisionó sus manos con las suyas, poniéndolas sobre su cabeza. Y, aunque el tacto era suave, Sanji empezó a revolverse, deseando que lo soltara, pero el peliverde empezó a inspeccionar su cuerpo, tras desabotonar su camisa, rozando su apaleada piel con los dedos.
-¿Quién te hizo esto?- preguntó Zoro.
-Lárgate marimo, y déjame en paz.- escupió. Entonces, sus miradas se encontraron; los ojos de Zoro clamaban venganza y los zafiros apagados de Sanji buscaban una meta imposible, en apariencia.
El rubio no pensaba lo que decía, solo no quería que Law lastimase al espadachín o siguiera pagándolo todo con su cuerpo; realmente quería que el marimo le salvase, pero tenía miedo de las consecuencias.
-Sanji...- el tono de Zoro no dejaba dudas de sus intenciones: iba a descubrir quien le había hecho semejante daño e iba a darle caza por ello.- ¿Quién ha sido?
Entonces, las defensas de Sanji se derrumbaron por su propio peso, y todas las mentiras, el sufrimiento, el dolor, la desesperación, la amargura,... todo aquello que lo estaba ahogando sin piedad alguna, se volcó en su siguientes palabras:
-Law. Ha sido Law. Siempre ha sido Law. Os he mentido a todos, creyendo que estaba haciendo lo correcto. Creyendo que tenía la culpa de todo; y cuando me di cuenta de mi error, ya era muy tarde... ya me había arrinconado, convirtiéndome en su mascota, convirtiéndome en su saco de boxeo.- se dio cuenta entonces de que estaba llorando y que era imposible detener aquellas lágrimas que, llenas de todos los sentimientos asfixiantes que le habían oprimido el pecho durante todo aquél tiempo, se derramaban sin cesar, y contorneaban su rostro como dagas de hielo.- Te los suplico, por favor. Zoro ayúdame. Sacame de aquí, mátame si te apetece, pero ayúdame a acabar con este sufrimiento. Por favor, Zoro. Ayúdame a salir de aquí. Ayúdame a soltarme de sus garras. Te lo suplico: Ayúdame a volver a ser libre.

 Te lo suplico: Ayúdame a volver a ser libre

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Suerte MiserableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora