Capítulo: XVI: "Will you...?"

732 90 33
                                    

†Pov

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Pov. Sanji

Me quedé estático, mirando aquella cajita. Simplemente no podía ser. Tenía que ser un sueño. Un dulce y fantástico sueño.

Rato antes...‡

Pov. Escritora

Zoro abrazó a Sanji con más fuerza, alejándose de aquella batalla campal entre los hijos Vinsmoke y Judge, el cabeza de familia. Zeff estaba mirándolos a todos, pero de vez en cuando les dirigía una mirada a Sanji y al espadachín.
En una de las miradas, los ojos del peliverde conectaron con los del viejo cocinero y eso pareció hacerle estallar por fin:

–¡Ya es suficiente! No tenéis ningún derecho a pelearos en una casa ajena. ¿No tenéis vergüenza?– les espetó con rudeza. El espadachín aprovechó que todos miraban a Pierna Roja para escabullirse a su cuarto. Todos, excepto Sanji, hicieron caso omiso a lo que hacia. “¿Adónde va?”, se preguntó. Como la pelea entre Zeff y los Vinsmoke seguía, se obligó a atender a la disputa, atento a cualquier signo de violencia física; no iba a permitir que llegaran a pegarse, no lo podría soportar.

Un leve pero contundente carraspeo hizo que todos los presentes se giraran hacia Zoro, quien portaba una suave sonrisa en sus labios.

–Ya sé que el ambiente está patas arriba, pero yo no voy a cambiar mis planes por eso– dijo, situándose al lado de Sanji. Cuando se volvió hacia éste, el rubio hizo lo mismo– Así que...– añadió, hincando una rodilla en el suelo con lentitud y sacando una cajita de terciopelo azul oscuro. El cocinero no cabía en sí de la sorpresa –Sanji Kuroashi Vinsmoke,– prosiguió el espadachín– ¿me harías el fantástico honor de casarte conmigo?– preguntó, abriendo de mientras la cajita y revelando un anillo de oro con una gema de zafiro incrustada. Los ojos del mencionado se desorbitaron, sin poder creerse lo que sucedía. Apenas era consciente del pequeño gritito de Reiju y de las carcajadas de sus hermanos. No prestaba atención a las miradas asombradas de Judge y de Zeff. Sólo tenía ojos para su marimo, quien esperaba ansioso la respuesta.

–Yo... yo...– se le rompió la voz mientras miles de lágrimas de felicidad se desbordaban por sus ruborizadas mejillas–. ¡Claro que sí! ¡Me casaré contigo, Roronoa Zoro!– exclamó, tras armarse de valentía. Cuando Zoro se puso de pie y le colocó el anillo, no esperó más. Se abalanzó sobre él y le abrazó con fuerza– Mi marimo... mi marimo... mi querido marimo...– susurraba sin parar, mientras el espadachín reía con suavidad.

– susurraba sin parar, mientras el espadachín reía con suavidad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Suerte MiserableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora