Capítulo 34

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Estaba más que molesta, primero Ruggero no tenía derecho a hablarme así, sé que yo lo había molestado demasiado, pero nunca llegué a faltarle el respeto. Esa había sido la paga por pasar mi tarde cuidando a sus hermanos. Era un malagradecido.
Y en segunda, mi madre que sólo para que no la carcoma el remordimiento, una vez al año finge que le intereso, y esta vez no pudo ser más inoportuna.

Sábado en la tarde. Mi madre había intentado arreglar las cosas conmigo. Pero cada vez que trataba de hablar era interrumpida por su estúpido celular. Así que una vez más me puse de pie y subí a mi habitación dejando las cosas aún peor, claro, si es posible que nuestra relación madre - hija empeore.

Domingo en la noche. Estaba prácticamente tirada en mi cama, tal y como me la había pasado todo el fin de semana. No tenía ganas de nada. Era más el enojo que traía por dentro que las ganas de salir siquiera por un vaso con agua.

Extrañaba a Lionel... Él era quien me hacía olvidar todos los problemas con mi "familia". Y qué decir de Michael; él no sólo me ayudaba a distraerme, también me escuchaba y trataba de ayudarme con todo lo que pudiera. Pero ahora él estaba con Valentina... y Lionel con Candelaria. Lo que da como resultado: Karol más sola que una escuela en domingo.

- Mierda - hablé yo sola al despertarme y llevarme la para nada grata sorpresa de que a mi despertador no le habían dado ganas de despertarme. Ahora seguramente no llegaría a tiempo para la primera clase. Tomé lo primero que encontré. No tenía la mínima intención de arreglarme.

Abrí mi casillero, saqué un par de libros de mi bolsa para intercambiarlos por otro par que estaban en las repisas. Ya me había perdido la primer clase así que no los necesitaría más.

- ¿Qué tratas de demostrar? - una voz masculina me sorprendió, ya que según yo, los pasillos estaban vacíos. Lo ignoré olímpicamente y de un golpe cerré la puerta verde del casillero - ¿Es por lo que te dije ayer sobre tus "estúpidos vestidos rosas"? - preguntó burlonamente pero a mí no me causaba ni la más mínima gracia.
- En primera... - suspiré - No intento demostrar nada y mucho menos a ti - dije claramente
- ¿Y ahora por qué tan ruda conmigo? - se acercó a mi intentando ponerme nerviosa, sin duda alguna no sabía con quién estaba tratando, en segundos podía cambiar la situación.
- Eres un cínico Ruggero - dije con repulsión. Me corrí hacia un lado alejándome de él pero me sujeto por la cintura evitando mi escape.
- Eso no...
- ¿Eso no decía hace unos días? - lo interrumpí completando su frase.
- No - sonrió torcidamente
- Tienes razón. - afirmé - La verdad me avergüenzo de mi misma por haberte seguido tanto - ¿Lo ven? En segundos cambié la situación, ahora el vendría corriendo a mis brazos.
- Pues...
- Ya Ruggero - nuevamente lo interrumpí - Lo menos que quiero hoy es discutir, di lo que quieras no me interesa ya. - dije con fastidio, era la pura verdad - Solo déjame en paz. - usé las mismas palabras que él había usado conmigo.
Me di la media vuelta pero antes de que pudiera dar un paso, me sujetó fuertemente del brazo. Se le estaba haciendo costumbre estirarme de esa manera. Me apegó a su cuerpo y su mirada se clavó en la mía.
- ¿Quieres que yo te deje en paz? - rió pesadamente - ¿Cómo? ¿Así como tú me "dejas en paz"? - rodé mis ojos
- Si Ruggero si... - arrastré mis palabras con un toque de ironía y sarcasmo, más que nada para tratar de terminar con esto. Una mano se posó en mi mejilla y en cuestión de segundos sus labios chocaron con los míos.
- ¡Que te sucede! - le reclamé empujándolo, me miraba atónito. Seguramente él aseguraba que le respondería de una mejor manera. Acomodé mi bolsa en mi hombro para alejarme de él lo más pronto posible.

Había decidido renunciar a la apuesta, pero después de esto... merecía venganza. Ruggero me las pagaría todas.

Con pasos rápidos salí del edificio, caminaba entre los jardines del campus hasta que me di cuenta de que ya me había alejado lo suficiente. Me detuve frente un enorme árbol, lancé mi bolsa en el césped para después dejarme caer a un lado de esta. Doblé mis rodillas apegando mis piernas a mi cuerpo, abracé éstas y oculté mi rostro entre mis brazos.

- Escucha...
- ¡Maldición Ruggero! - alargué molesta. ¡Cómo me había encontrado! - ¡Ya! Tú me quieres lejos de ti y ahora yo también te quiero lejos de mí, todos felices ¿Recuerdas? "¿Por qué no nos haces felices a los tres?" - anuncié las palabras que me había dicho días atrás cuando pidió que siguiera a otro chico del colegio.
- ¡Escúchame! - dijo exaltado. Levanté mi mirada y lo vi sentarse a un lado de mí recargándose en el enorme tronco del frondoso árbol - Y-Yo lo siento.



















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Me, myself & I (Ruggarol) TERMINADA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora