Capítulo 45

2.2K 81 28
                                    

Bajé las escaleras corriendo al escuchar el claxon del auto de Ruggero.
- ¿Adónde vas? - preguntó mi madre desde la sala, quien leía unos papeles.
- Ruggero me invitó a cenar - dije con una enorme sonrisa
- ¿Y cuándo me pediste permiso? - lo hacía intencionalmente, ¿Cierto? Podía faltar dos días a casa y no se daba cuenta. Pero no podía ir a cenar y regresar si no le había pedido permiso.
- Te lo dije el martes - mentí, de todos modos no recordaría.
- Está bien - dijo sin despegar la mirada de las hojas. Rodé los ojos y caminé hacia la puerta.
- Wow - levantó ambas cejas al verme - Creo que tendremos que ir a un lugar más elegante de lo que había pensado - ambos reímos.
- Si quieres me cambio - dije señalando hacia atrás
- No, no - negó con la cabeza - ¿Vamos? - caminamos hacia su auto, él hacia el lado del piloto y yo al del copiloto. Abrió la puerta y subió, al contrario yo puse mis brazos en mi cintura y lo miraba a través del vidrio frontal. Me miró y rió negando con la cabeza.
- ¿Es de verdad? - preguntó con la sonrisa en sus labios.
- Pues en mis tiempos las cosas se hacían así - dije como si fuera una mujer de noventa años.
- ¿En tus tiempos? - preguntó saliendo del auto
- Solo hazlo y no preguntes - mordí mi labio inferior reteniendo mi risa.
- Como ordene "princesa" - rodeó el auto y abrió la puerta.
- Ay - dije enternecida - Me dijiste princesa - lo miré con ternura.
- Fue sarcásticamente - puso los ojos en blanco.
- Yo sabía que había un Ruggero dulce detrás de ésto - hice un ademán señalando su ropa
- Sar-cas-mo - separó en sílabas - Lo conoces de sobra. - quería reír a carcajadas, era divertido molestarlo así.

- ¿Y adónde tenías planeado que fuéramos? - le pregunté y subió los hombros en señal de "No lo sé" - ¿Mc Donalds? - una vez más rió y volteó a verme por un par de segundos y luego regresó la mirada al camino. Condujo al menos cinco minutos.
- Es broma, ¿Verdad? - esta vez sí solté una carcajada.
- Tú querías venir aquí ¿no? - sonrió divertido mientras aparcaba el auto en el estacionamiento del mencionado restaurant.
- Ruggero era sarcas... - bufé y bajé del auto, se estaba vengando por lo de "princesa"
- ¿No te gusta? - preguntó cerrando la puerta del auto y caminó hacia mí
- Si lo hubiera sabido antes, no me hubiera partido tanto la cabeza tratando de encontrar un lindo vestido.

- Yo quiero una número uno y una malteada de... - dije pensativa tratando de decidir qué sabor - Fresa - dije segura y el chico tocó la pantalla - ¡No! mejor chocolate - reí - Disculpa - le dije apenada ya que ya lo había marcado.
- No te preocupes, tómate tu tiempo - dijo el rubio con una galante sonrisa. Sentí como la mano de Ruggero pasaba por mi espalda, para llegar a mi cintura y lentamente me apegó a él. ¡Bienvenidos celos!
- Vainilla, si mejor vainilla - dije finalmente y volteé a ver al chico y su galante mirada había sido sustituida por una sumisa mirada - Rugge - lo llamé y cambió su intimidante mirada por una más suave. Ruggero pagó y le entregó un pequeño letrero con el número de nuestra orden.
- Lo bueno es que llamé temprano para reservar una mesa - bromeó pasando su brazo por mis hombros.
- Cielos - fingí estar sorprendida  - Creo que te debió haber costado demasiado conseguir ésta mesa, es una de las mejores del lugar. - nos sentamos en la supuesta mesa especial.

- ¿Se les ofrece algo más? - se refería en específico a mí, ya que sentía su fija mirada.
- No - contestó Ruggero duramente, de inmediato volteé a verlo - Gracias - dijo mirándome.
- No te pongas celoso - le dije cuando el rubio se fue
- No estoy celoso. - afirmó desenvolviendo su hamburguesa que era dos veces más grande que la mía.
- ¿Ah si? - dije con el muy empleado en esta noche: Sarcasmo - Porque la verdad parecía que querías desarmarlo a golpes. - suspiré - Seguro es mi imaginación.
- Sí, eso es... - seguimos platicando de cosas sin sentido, me hacía preguntas le respondía, le hacía preguntas me respondía. No podía parar de reír, aunque el intentaba no reír, terminaba haciéndolo.

- ¿Sigues pensando lo mismo sobre mí? - pregunté cesando un poco las risas
- ¿Por qué preguntas? - se recargó en el auto
- Porque... - miré hacia abajo - En realidad me importa lo que piensas tú de mí - mordí mi labio inferior
- No...  - dijo tomando mi barbilla y alzando mi rostro - No pienso lo mismo - se acercó lentamente con un fijo objetivo. Mis labios.
Me acerqué al igual pero desvié mi rostro y llegué a su mejilla donde deposité un suave beso.
- No beso en la primera cita - susurré entre risas en su oído.
- Me has besado antes sin siquiera tener una cita. - dijo también en mi oído.
- Pero ahora la tenemos - golpeé jugando su estómago - Y no hay beso en la primera.

*

- Ronda tenemos que hablar - cerré de golpe el casillero de Michael.
- ¡Estás loca mujer! Casi me quedo sin cabeza - exageró.
- Qué lastima, ahora tenemos que hablar.
- ¿Sobre? - preguntó abriendo nuevamente su casillero.
- Cancelemos la apuesta - dije sin rodeos.
- Tienes que estar bromeando, ¿No? - preguntó riendo mientras seguía sacando libros.
- ¡Maldición Michael! No es broma. - volví a golpear la puerta haciendo que se cerrara una vez más.
- ¿Entonces te rindes? - preguntó abriéndolo de nuevo y matándome con la mirada.
- No, si, bueno no, si pero no de ese modo - ni siquiera yo me entendía - Yo... Yo me siento mal por estar jugando con el... - dije con toda la sinceridad del mundo.
- No me digas - dijo burlonamente - Te enamoraste - soltó una carcajada
- No seas idiota Michael - pasé con desespero mi mano por mi cabello.
- Creí que querías recuperar a Lionel y vengarte las que te hizo Pasquarelli, ¿No? - Tenía razón, no podía olvidar los motivos principales.
- Sí... - dije con confianza - Estás en lo correcto. Olvida lo que te dije la apuesta sigue en pie.












Instagram: ruggarolsevirelli

Me, myself & I (Ruggarol) TERMINADA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora