Prólogo

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A veces pienso que tome una mala decisión al ser la Reina. Pienso que estoy en constante peligro pero sé y estoy segura que esto nací para hacer y ser esto, lo siento en mis venas cada vez que empuño un arma; aunque estar aquí, en un puesto tan alto tiene muchos sacrificios y obligaciones; tarde o temprano te puedes arrepentir o simplemente seguir metiendo bien la puta pata.

Y en esta ocasión todo lo que sentí fue miedo, miedo de no volver a despertar. Antes los pensamientos relacionados a intentar abandonar a Darrick los había reemplazado, cuando trabajaba mi verdadero ser salía a la luz. Estoy segura que Darrick también piensa que a veces me debería librar de todas estas obligaciones, sé que me quiere y me cuida constantemente pero no siempre podrá hacerlo.

—Todo estará bien —escuché una voz, se muy bien de quien es —. Abre tus lindos ojos, cariño.

Pero no podía hacerlo, quería abrirlos pero es como si estos estuvieran unidos con imanes. Sentí como alguien me besaba el rostro, sé quién era. Cuanto daría por abrir los ojos y olvidar que ahora mi cuerpo me duele un infierno.

¿Porque tuve que salir de casa? ¿Por qué no me quede con mi novio a ver una película? Yo solo quería mantener una cena con mi hombre, no morir en el intento.

Ahora es ese momento donde todos los pensamientos llegan a tu mente, cuando le encuentras sentido a todo y te arrepientes de las cosas que pudiste hacer pero nunca hiciste. Gimo de dolor, quiero que mi cuerpo reaccione y despierte de esta puñetera pesadilla.

— ¡Una maldita ambulancia, por favor! —grita Thomas, se escuchaba con desespero y demandante. Solo quería decirle que todo estaría bien pero ni siquiera podía hacer eso.

¡Mierda! Me siento como una basura ahora mismo, como una escoria sin poder hacer nada en mi poder. Mi mente solo estaba viva, mi cuerpo estaba en otro mundo.

—No llores —susurró contra mi rostro. ¿Estaba llorando? Me fue inevitable no poder contenerme, estoy llorando de impotencia —. Verás que todo mejorará.

Él llenaba de besos todo mi rostro, y sabía que estaba llorando al igual que yo. Sus lágrimas caían sobre mi rostro y sus besos húmedos hablaban por sí solos. ¿Por qué me sucede todo esto? ¿Porque justo ahora? ¿Por qué no antes?

El ruido de la ambulancia lleno mi cabeza, se estaba acercando a toda velocidad. No quería salir de los brazos de Thomas, solo quería estar con él y nunca abandonarlo; con él me sentía cuidada y segura.

—Cariño, ya vienen por ti —siguió hablando a mi oído. Él pareció pedir ayuda para salir del auto volcado, y en segundos yo ya no estaba con él. Estaba en algo acolchonado y en movimiento, estaba en una camilla —. No dejare que te pase algo.

Las voces a mí alrededor se fueron apagando, después solo fueron murmullos hasta no escuchar nada más.

Secretos no tan secretos © [𝐄𝐍 𝐄𝐃𝐈𝐂𝐈𝐎𝐍]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora