Capítulo 24

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—Te podríamos dar mil dólares por información, además de un poco de droga, ¿que piensas? —Trate de sobornar a uno de los tres hombres, aunque estaban demasiado mal para hablar.

Los tres estaban totalmente ebrios y drogados, tal vez le ofrecieron un poco de droga a cambio de que nos dispararan. Aunque eso no tendría sentido por que no podrían disparar en sus condiciones, también pudieron de ganar tiempo aquellos hombres que se llevaron a Tyson.

—Bien. Traigan agua para bañarlos —les ordene a los hombres, Darrick se mantuvo en una esquina ya que el pensó que como se trataba de Tyson, yo me podría encargar de todo.

Minutos después dos hombres entran a la habitación con dos cubetas de agua cada quien. Les ordeno que echen el agua sobre los tres hombres y así lo hacen.

—Aquí empieza lo interesante —murmuro con una sonrisa maniaca.

Miro los rostros de cada hombre, escaneó sus cuerpos detalladamente. Los tres son muy delgados y altos, todo eso por las drogas. Pero me detengo en el último, reconozco su rostro.

—Empecemos contigo —le digo, acercándome al hombre que aseguro haber visto.

Pensé en dispararle con una pistola eléctrica pero dudo que su cuerpo de spagetti lo soporte.

—Oh, ramera —murmura sonriendo y mostrando la falta de dos dientes en su dentadura.

—¡Carajo! Tenía que ser este idiota, solo por eso te ganaste un viaje al maldito infierno.

Debía matarlo, nunca se debe de tratar a una mujer como a mi me trato la última vez que lo mire. Ahora no saldrá vivo de esta.

—¿Sabes por que estas aquí? A punto de morir —agregue. Pero como siempre, él siguió en silencio.

Me acerqué a él y estrellé mi palma en su mejilla, hará las cosas como yo le ordene esta vez. Recorrí la vista por todo el lugar hasta encontrar una silla, la tome y me senté justo frente al tipo.

—¿Entiendes lo que dijo? —Está vez solo asintió, es un avance pero para nada bueno—. Harás lo que yo te diga o terminarás sin testiculos, muerto lo estarás pero lo otro sería más doloroso.

Trago en seco y asintió lentamente. Me acomode en mi silla y seguí con mi interrogatorio.

—¿Trabajas con aquellas personas? —me referí a los hombres que mire en las cámaras, él debería de estar entendiendo lo que dije por que negó.

—No, para nada. Es la primera vez que los miro.

—¿Recuerdas como eran? —seguí.

—No mucho, eran muchos hombres, algunos tenían el rostro cubierto por un pasamontañas, otros vestían para la fiesta —Pasó un poco de saliva por su garganta y continuó hablando—. Los hombres que cubrían su rostro fueron quienes nos obligaron a disparar y fingir ser parte de ellos.

—Aceptaste, ¿cierto? —Incline mi cuerpo hacía al frente y puse mis codos sobre mis rodillas, apoyando mi cabeza sobre mis manos.

—Era eso o nos matarían —hablo otro hombre, voltee hacia él y mire que era el qué en mejor condiciones se encontraba, y con eso me refiero a que no tenía rastro de moretones en su rostro.

Mire al tercer hombre, este se estaba durmiendo, necesitaba a los tres despiertos; es probable que mañana no recuerden nada de lo que sucedió hace unas horas.

Tome una de las cubetas llenas de agua y la vacíe sobre el. Abrió los ojos de par en par y giró su rostro bruscamente hacia mi.

—¿Que? ¿Me harás algo? —le grite.

Secretos no tan secretos © [𝐄𝐍 𝐄𝐃𝐈𝐂𝐈𝐎𝐍]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora