Capítulo 4

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Matt me había conseguido un vaso con vodka y jugo de naranja, le agradecí con la mirada y me acerque para abrazarlo, él no se negó y acepto calentarme. Moría de frió.

Sophie no me dejaba de ver. Después de la conversación que tuvimos en los baños, el aire se volvió incómodo y todos notaban eso, eso hacía que más culpable me sintiera.

— ¿Estas segura de no querer irte?  —yo responde entre susurros un no, dejándole en claro en Matt que ya no intentaría hacerme la fuerte.

Después de que terminara con mi bebida subí al auto, mi hermano estuvo unos segundos afuera diciendo que regresaría pronto. Aún más mierda me sentí, creo que no fue buena idea venir aquí.

👑👑👑

Mire el reloj que estaba en el buró a un lado de mi cama, indicaban tres minutos para las dos de la mañana.

Tan solo después de llegar a casa fui a mi habitación a dormir, mientras que Matt regresaba a la fiesta, esta vez me fue casi imposible dormir y al final mis parpados cedieron.

Cerré los ojos con fuerza para volver a dormir pero no volví a conciliar el sueño, finalmente decidí bajar a la cocina para tomar agua, al pasar por la sala de estar me llene de recuerdos de Wes y yo.

Cuando éramos una pareja.

Los dos mirábamos una de mis series favoritas en el televisor, él tomaba mis manos y las acariciaba y, las observaba por unos largos minutos, trazaba la forma de mi anillo con sus dedos y luego tocaba algunas de mis uñas postizas. Así era de mostrar su afecto, pequeñas caricias que endulzaban mi corazón.

—Tus manos son más grandes que lo que deberían ser, pero son suaves y delicadas— recuerdo que sonreí como una maldita enamorada; y lo era, me había convertido en una maldita enamorada. Me hacía feliz que me recordaran todas las cosas buenas de mí.

—Te gustan mis manos, ¿verdad? —le pregunte con una gran sonrisa en mi rostro, el asintió rápidamente.

—Me gustan que sean suaves, pero son un poco grandes y algo  pálidas —Hizo una mueca tras agregar lo último, siempre tuve en claro que le encantaba molestarme pero siempre evitaba cualquier pelea entre nosotros —. Te falta algo de color, reina.

— ¿Por qué tratas de hacerme enojar? Sabes que eso no funciona así.

—Por qué te ves linda enojada.

También recuerdo que siempre observaba sus ojos color miel con esos detalles en verde, amaba sus ojos y me perdía en ellos. Ese día mire tantos sus hermosos ojos, más que cualquier día, pensaba que si lograba ver más allá, también vería su dulce alma.

—No mientas, sé que no te agrada cuando me molesto. Cuando me enojo siempre terminas siendo golpeado por mí.

—Es por eso que me gusta, siempre seré tu juguete —bromeo, le di una pequeña palmada en el hombro, causando que se le saliera una ligera risa para nada bonita, ese era su defecto, su risa pero me encantaba de algún modo.

—Me encanta que tú seas tan... tú.

—Exacto, es algo que nadie me puede arrebatar y por eso son tu novio, por eso me amas.

El me subió a horcajadas sobre él, me tomo con cuidado de mis mejillas llenando el área de mi cuello y rostro de bellos, yo reía de felicidad mientras el sonreía al escuchar mi estúpida risa.

—Te amo, mi rey — Susurre entre medio de la sesión de besos que cada vez se tornaba más apasionante, para nuestra suerte estábamos solos y Matt iba a llegar dentro de algunas horas.

Secretos no tan secretos © [𝐄𝐍 𝐄𝐃𝐈𝐂𝐈𝐎𝐍]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora