Capítulo 42

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—Thomas —murmure, mi voz sonó aún más gruesa por falta de uso a causa de dormí tantas horas.

Está roncando mucho, algunas veces paso por mi cabeza meter un calcetín dentro de su boca solo para dejar de escuchar sus ronquidos de camionero.

—Cariño —lo volví a llamar, pero el seguía aún dormido. Lo removí con fuerza escuchando quejas de su parte —, no me molesta que me abraces, me molesta que me estés cantando al oído.

Él se giró y me dio la perfecta vista de su espalda bien formada. Tenía buena vista por todos lados, y qué decir de ese trasero envidiable. Yo también me giré al igual que el, pero por una u otra razón no podía dormir.

Me baje de la cama y tome mis sandalias, salí de la habitación y caminé hasta llegar a la cocina. Puse a calentar un poco de agua para hacerme un té, espere unos minutos y me prepare el té de manzanilla en una pequeña taza.

Aveces me deprimía encontrar la casa tan silenciosa, se qué hay muchas —demasiadas —personas aquí pero para mi sigue estando vacía, necesita vida, escuchar risas y música. Cosas que están perdida en no se donde.

Después de acabar con mi té, volví a la habitación y me tire en la cama. Thomas se removió lentamente y pasó su mano por mi cintura, sé que  él está despierto al sentir como su pulgar trazaba círculos sobre mi abdomen.

—No te preocupes, y mucho menos estás nerviosa —susurro a mi oído, su voz sonó tan gruesa que de inmediato causó miles de cosas en mi estómago —. Todo saldrá bien, después de hoy podrás dormir tranquilamente.

—Eso espero, no puede haber una sola noche sin que despierte en medio de la noche, me cansa que eso ocurra a diario.

Puso sus manos en mis hombros e hizo que girara, paso su mano enorme por mi cabello y daba pequeñas caricias en mi rostro con su pulgar, su toque dejaba descargas eléctricas en mi delicada piel.

Yo hice lo mismo que el, admire sus ojos color avellana, su cabello que no dejaba de crecer y me gustaba, también tenía una barba reciente —de dos días—, sus labios simétricos y carnosos, y finalmente pare en su mandíbula.

—¿Jade? —me llamo a punto de perder la voz, difícilmente consiguió que saliera una palabra de sus labios.

—Dime —pedí.

—No quiero pensar que te pueda pasar algo hoy.

—Ya hablamos de eso —me acerque aún más a él, mi pecho y el suyo parecían solo uno.

—Y lo vuelvo a repetir, no me gustaría verte herida y se que tú vives de esto tanto como yo, pero la idea de verte en algo tan sucio como esto me carcome la cabeza —él subió su vista a mis ojos y las mantuvo allí, trago saliva lentamente al momento de tomar una respiración larga —, sonará sexista pero las mujeres toman el papel débil en algunas ocasiones y siento que la razón por la que el hombre está aquí es para protegerlas, así como yo quiero hacer contigo. No me agrada la idea de que manejes una arma con tus manos, y que mueras o te hieran solo por eso.

Junte mis labios con los suyos, jale con poca fuerza su cabello e introduje mi lengua en su boca, este beso cada vez pedía mas por lo que mejor me aleje de él. Me había mostrado que le interesaba y me mostraba cuanto se preocupaba por mi, me molestó el hecho que el comentario sonó muy sexista pero sé y capté lo que intentaba decir. Abri mis ojos para verlo con los labios entreabiertos pidiendo otro beso más, así lo hice. Él me tomó de la cintura y me puso sobre su cuerpo a horcajadas.

—Me lo han dicho antes, tantas veces que no tienes idea —tome aire y lo regrese segundos después, puse mis manos sobre su torso mirando su hermosa piel —, entendí y se lo que piensas sobre matar y descuartizar cuerpos...

Secretos no tan secretos © [𝐄𝐍 𝐄𝐃𝐈𝐂𝐈𝐎𝐍]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora