El despertador vuelve a sonar como todas las mañanas pero, por primera vez, no es él el culpable de mi precipitado despertar. Me incorporo para echarle un vistazo a la hora que marca el reloj, son las ocho de la mañana. Concretamente, llevo una hora y media dando vueltas en la cama intentando quedarme dormida. Nada. Conciliar el sueño parece la cosa más difícil del mundo, aunque teniendo en cuenta las consecuencias, no me extraña nada que haya sido así. Una de las razones por las que no he pegado ojo es debido al encuentro entre Álvaro y yo, y no es para menos, su llegada trae consigo una boda por todo lo alto. La otra razón es con total seguridad la más influyente, mi hermana y su novio, tuvieron la magnífica idea de mantener relaciones a las siete de la mañana. A ello hay que sumarle que nuestras habitaciones dan pared con pared, lo cual quiere decir que puedo oír los muelles de la cama, los gritos incesantes de Clara y la respiración sofocada de su acompañante nocturno. Aún no acabo de creerme que sean las ocho de la mañana y sigan dándole al tema, ¿a caso no se cansan? Espero que esto no se convierta en rutina, de lo contrario tendré que alojarme en un hotel.
Tomo asiento en el borde de la cama y permanezco inmóvil, con la mirada perdida en un punto fijo, con la esperanza de concienciarme del inicio de un nuevo día lleno de errores que esperan a ser cometidos por mi parte. Finalmente, decido ponerme rumbo al cuarto de baño. Una vez me encuentro dentro de él me esmero en empapar mi rostro con el agua fría del grifo. Sé que lo más lógico sería utilizar el agua caliente pero, soy partidaria de que el agua fria te espabila mucho más rápido y eso es precisamente lo que quiero. Tras enjugar las gotas con una toalla de color blanca, procedo a arreglar mi cabello con ayuda de mis dedos.
Cuando me dispongo a salir de la estancia, me topo con el pecho desnudo del novio de mi hermana, por lo cual me veo en la obligación de retroceder con tal de no manchar su torso con mi baba. Debería apartarme y dejarle pasar como es debido pero, sin saber muy bien por qué, permanezco inmóvil apreciando su trabajado cuerpo.
-Joder, qué susto me has dado-puedo notar como la sangre recurre a mis mejillas con rapidez, dotándolas de un característico tono rojo. Lo que me faltaba, ponerme roja como un tomate precisamente ahora, que estoy casi babeando por él-.¿Querías algo?
-Me gustaría usar el baño, gracias.
Realizo un rápido recorrido a la estancia en la que me encuentro; a mi derecha yace un espejo en el que se puede ver reflejada mi figura, bajo este hay un lavabo de cerámica de un blanco impoluto, en el fondo se localiza una bañera con una cortina de color rosa que impide ver el interior, a escasos metros de esta se encuentra un retrete con la tapa abierta.
-Claro, todo tuyo.
Me adentro de inmediato en el pasillo que conduce a la cocina, dejándole así vía libre para hacer lo que quiera en el servicio. Y espero que ese quiera no incluya un nuevo polvo con mi hermana en la ducha porque si es así, no pienso ducharme en un buen tiempo. Alcanzo la cocina unos segundos después, dónde localizo a Clara, quien está apoyada sobre una encimera de color azul, tomándose una taza de café.
-Buenos días-dice alegremente.
Enarco ambas cejas. No puede creerme que lo esté diciendo en serio, o sea, ¿a caso no es consciente de las ojeras que hay bajo mis ojos? ¡Hola! ¡No he pegado ojo por vuestra culpa! Y para colmo tengo que hacer hoy el doble de trabajo.
-Lo serán para ti, Clara.
Contrae el rostro. ¿En serio? ¿No lo pillas? ¿me vas a hacer decírtelo? Si al final el que paga las consecuencias es el que no hace nada.
-¿Intentas decirme que...-la interrumpo justo antes de que acabe de formularme la pregunta.
-¿Qué sí os he escuchado copular como conejos? No, para nada-mi hermana deja ver una expresión de confusión-. Clara, ¡despierta! Por supuesto que he sido partícipe de vuestro orgasmo compartido.
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Si el Karma te dice "no" dile "no ni ná"
Romance¿Imaginas que tu vida dé un giro de 180º por el simple hecho de tomar una decisión? Es justamente eso lo que le sucede a la protagonista, Ana, una chica de veinticuatro años que no tiene ni la menor idea de cómo vivir su vida. Todo parece ir viento...