La tarde se presenta calurosa y privada de una brisa fresca. El sol se encuentra en el punto más alto y sus rayos se proyectan sobre todo aquello que forma parte de la ciudad de Sevilla.
En mi opinión, estas temperaturas no son propias de un mes de Abril.
Me cuesta reconocer que haya transcurrido un poco más de un año desde que contraje matrimonio. La culpa la tiene la felicidad que se encarga de hacer volar el tiempo. Aunque, mi dicha tiene nombre y apellidos y unos enormes ojos verdes que enamoran.
A decir verdad, han cambiado mucho las cosas desde aquel 23 de osctubre. Para empezar, mi hermana Clara, se ha mudado a un apartamento con el que es su marido, Marcos. Ambos están como locos con sus gemelos y no me extraña, están guapísimos.
Mi padre y Andrés se fugaron hace unos meses argumentando que iban a vivir su amor. Aún no han vuelto desde entonces. Empiezo a echarles de menos.
Mi madre me llamó hace poco para pedirme consejo acerca de someterse a una cirujía de aumento de pecho. Lo cierto es que está perdiendo bastante la cabeza desde que sale con ese chico tan joven.
Con respecto a la floristería, está mucho mejor que nunca. Tal vez se deba a que he vuelto a ocupar mi puesto. O quizá a la nueva variedad de flores que ofrecemos. Sea como sea, las cosas van bien.
Mi marido, Álvaro, ha dejado de trabajar en su empresa para dedicarse al cante. Cada vez que le pregunto por la toma de su decisión me responde lo mismo "Me equivoqué. Mi verdadera vocación es cantar. Es lo que me hace verdaderamente feliz". A mi no me importa que sea cantante o empresario. Lo prioritario es que él sea feliz, y si lo es, yo lo soy también. Su hermano, Alonso, tiene previsto casarse con Claudia dentro de poco. Consideran que el tener un hijo es motivo suficiente para afianzar la unión. Su hijo se llama Jaime y tiene una pinta de Ken impresionante.-Tome-el encargado de un puesto de comida para palomas me tiende una bolsita. Le hago entrega del dinero exacto y me doy media vuelta.
Descubro que estoy en el parque de las palomas, rodeada de una cantidad considerable de aves blancas que intentan picotear la bolsa que llevo conmigo con tal de conseguir alimento.
Agito los brazos con tal de despejar el camino hacia mi destino pero, entonces, todas ellas echan a volar al mismo tiempo, desprendiéndose de una parte de su plumaje. Por unos instantes no puedo ver más allá, ya que las plumas me impiden distinguir con normalidad la escena que se presenta ante mis ojos.
Entonces, una brisa cálida se abre paso y se lleva consigo las plumas suspendidas en el aire. Es ahí cuando puedo ver con claridad lo que se me ofrece. Un chico muy atractivo, con el pelo despeinado y unos enormes ojos verdes que suplican que le eche una mano, se encuentra inmóvil en el centro del parque, con ambos brazos extendidos. Cada uno de ellos está ocupado por una serie de palomas. Por no hablar de su cabeza, lugar en el que hay una de ellas.
A pesar de estar en esas condiciones, me regala una de sus sonrisas y yo se la devuelvo. En mi afán de ayudarle, abro el paquete que tengo entre las manos y lanzo una cantidad considerable de comida por los aires. Las palomas salen volando hacia mi posición.
Por suerte, emprendo una carrera que finaliza al encontrarme a escasos centímetros de Álvaro.-Muchas gracias, señorita Márquez.
Le doy un beso en los labios.
-Mami-al oír esa voz infantil, me separo de Álvaro y centro mi mirar en el lugar de proveniencia. Un niño de aproximadamente un año, de cabello castaño y de enormes ojos verdes extiende su pequeña manita-. Necesito un poco más.
-Todo lo que quieras.
Me arrodillo para estar a su altura. Vierto una pequeña cantidad de comida para palomas en mi mano y con cuidado la hago caer en la pequeña palma del niño.
-No quieren comer de mi mano.
-Voy a darte un consejo-Álvaro se arrodilla frente al chico, toma su mano y la extiende hacia el frente-. Debes quedarte muy quietecito, de lo contrario las asustarás.
-Tengo miedo.
-Alguien una vez me dio un buen consejo para controlar los miedos. Me dijo que el secreto es mirar a esa persona que quieres, así conseguirás mantener la calma- ladea su cabeza en mi dirección y fija su mirada en mí.
-Esa persona tenía mucha razón-añado.
-Ese es el único secreto, Óscar.
Unas palomas se aproximan tímidamente a la mano del pequeño. Este sigue el consejo de su padre y permanece inmóvil, de modo que el ave, al comprobar que es seguro, come de su mano sin miedo a sufrir ningún daño. A los pocos segundos, alrededor suya hay una bandada de palomas, todas ellas dispuestas a comer de la palma del niño. Su felicidad se refleja en su perfecta sonrisa.
-Lo hemos hecho bien-susurra Álvaro cerca de mi oído.
-No te haces una idea de cuanto.
¿Qué más puedo pedir? Tengo una familia maravillosa a mi lado, un marido que me quiere con todo su corazón y un pequeño torbellino que está dispuesto a aprender a vivir. Cuando miro a los dos amores de mi vida juntos, siento que esta es la existencia que siempre he querido y por primera vez no tengo ninguna duda de cómo vivirla. Sé exactamente qué paso he de dar y sé que cuando avance en este camino, voy a tener la mejor compañía a mi lado. Tal vez no sea una madre corriente pero estoy dispuesta a enseñarle a mi retoño que ser diferente es ser original. En este mundo hay muchas copias y cuando aparece alguien que rompe los esquemas es tratado como un extraño. Sin embargo, no debemos dejarnos llevar por el criterio de una mayoría, sino por el que nos marquemos nosotros mismos. A fin de cuentas, lo prioritario en esta vida es vivir y sobre todo, ser feliz.
Álvaro se coloca a Óscar en sus hombros y me indica que nos marchemos. Entonces, me aproximo a él, le doy un beso en los labios. El pequeño de la familia se tapa los ojos ante mi acto. A cambio, le doy un leve golpecito en la nariz.
-Es una buena vida.
-Sí, lo es-concluyo.
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Si el Karma te dice "no" dile "no ni ná"
Lãng mạn¿Imaginas que tu vida dé un giro de 180º por el simple hecho de tomar una decisión? Es justamente eso lo que le sucede a la protagonista, Ana, una chica de veinticuatro años que no tiene ni la menor idea de cómo vivir su vida. Todo parece ir viento...