Pronto acaba el período de felicidad, ese que tanto me gusta. Y en su lugar viene uno cargado de dudas e incertidumbre y, tal vez, de remordimientos. Todo parecía ir bien entre Álvaro y yo hasta esta mañana, cuando Claudia le llamó para anunciarle que iba a volver a Sevilla esta misma tarde. La noticia no me agradó nada porque fue como si me despertaran de un sueño y me trajeran de golpe a la realidad. Pero, tampoco entiendo el porqué de mi decepción, sabía desde el principio que este momento iba a llegar algún día.
Y aquí estoy yo, subida en un avión de vuelta a Sevilla, mirando por la ventanilla, recordando los buenos momentos vividos en el campamento y contrastándolos con los últimos, en los que apenas intercambiamos palabras y miradas. En definitiva, lo peor ha sido el viaje en autobús, no sólo porque el resto de pasajeros cantaban y reían, y tampoco porque el conductor era fan de Lady Gaga y puso todo el álbum, sino porque Álvaro y yo apenas hablamos, era como si fuésemos desconocidos con recuerdos en común.
-Quedan diez minutos para aterrizar.
Asiento sin mirarle.
Tal y como dijo Álvaro, el avión aterriza en el aeropuerto de Sevilla a las dos de la tarde. Me pongo en pie, saco mi equipaje de su departamento sin solicitar la ayuda de Álvaro y me dirijo a la salida. Álvaro, quien se echa la maleta al hombro, se apresura a alcanzar mi posición. Continuamos caminando por el corredor en silencio hasta llegar a la sala de espera, dónde nos detenemos.
-Ana, yo...
-¡Mi amor!-grita una chica desde la lejanía. Tanto él como yo cambiamos el rumbo de nuestras miradas hacia el lugar de procedencia de la voz y hallamos a Claudia, corriendo hacia nosotros, casi arrastrando su equipaje rosado. Al llegar hasta nosotros, suelta la maleta a sus pies y da un salto, rodeando con sus piernas las caderas de Álvaro. Este está tan sorprendido y a la vez avergonzado que en un principio no la abraza-. Te he echado de menos.
-Creía que tu vuelo estaba previsto para aterrizar a las cinco.
-Sí, así era pero decidí adelantarlo para estar contigo cuanto antes.
La chica le da un apasionado beso en los labios y yo mantengo la cabeza agachada. Estoy tanto tiempo mirando el suelo que las cervicales me empiezan a doler, así que decido acabar con esto. Con tal de llamar la atención, me aclaro la garganta.
-Perdona, Ana, con la emoción no te había visto.
Finjo una sonrisa.
-Tengo que irme.
-Nosotros podemos dejarte en casa-se apresura a añadir Álvaro.
-No, no hace falta. Un amigo me está esperando en la puerta-miento.
Nadie me está esperando fuera. Lo único que quiero es impedir que me lleven a casa. No quiero pasarme todo el viaje viendo como se morrean cada vez que el semáforo está en rojo.
Me doy media vuelta y comienzo a caminar en dirección a la salida. Cuando estoy a mitad de camino, me giro y miro a Álvaro, quien ya está mirándome.
-Gracias por todo.
Y me marcho sin añadir nada más, dejando atrás unos días maravillosos, en los que no existió la preocupación o la tristeza, tan sólo la euforia, y una pareja de enamorados que acaba de reencontrarse después de unos días. Al salir al exterior, me siento en un banco y me llevo las manos a la cara en un intento de volver a vivir aquel sueño.
Finalmente, saco el teléfono móvil y marco el número de teléfono de Andrés, quien no lo coge. Ante este hecho, me pongo en pie nuevamente y comienzo a caminar por la acera, arrastrando el equipaje. Si no me queda de otra tendré que ir a casa andando. Por suerte, Andrés me llama pasados cinco minutos y tras intercambiar unas palabras con él, se ofrece a recogerme.
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Si el Karma te dice "no" dile "no ni ná"
Romance¿Imaginas que tu vida dé un giro de 180º por el simple hecho de tomar una decisión? Es justamente eso lo que le sucede a la protagonista, Ana, una chica de veinticuatro años que no tiene ni la menor idea de cómo vivir su vida. Todo parece ir viento...