Capítulo 20

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Pronto acaba el período de felicidad, ese que tanto me gusta. Y en su lugar viene uno cargado de dudas e incertidumbre y, tal vez, de remordimientos. Todo parecía ir bien entre Álvaro y yo hasta esta mañana, cuando Claudia le llamó para anunciarle que iba a volver a Sevilla esta misma tarde. La noticia no me agradó nada porque fue como si me despertaran de un sueño y me trajeran de golpe a la realidad. Pero, tampoco entiendo el porqué de mi decepción, sabía desde el principio que este momento iba a llegar algún día.

Y aquí estoy yo, subida en un avión de vuelta a Sevilla, mirando por la ventanilla, recordando los buenos momentos vividos en el campamento y contrastándolos con los últimos, en los que apenas intercambiamos palabras y miradas. En definitiva, lo peor ha sido el viaje en autobús, no sólo porque el resto de pasajeros cantaban y reían, y tampoco porque el conductor era fan de Lady Gaga y puso todo el álbum, sino porque Álvaro y yo apenas hablamos, era como si fuésemos desconocidos con recuerdos en común.

-Quedan diez minutos para aterrizar.

Asiento sin mirarle.

Tal y como dijo Álvaro, el avión aterriza en el aeropuerto de Sevilla a las dos de la tarde. Me pongo en pie, saco mi equipaje de su departamento sin solicitar la ayuda de Álvaro y me dirijo a la salida. Álvaro, quien se echa la maleta al hombro, se apresura a alcanzar mi posición. Continuamos caminando por el corredor en silencio hasta llegar a la sala de espera, dónde nos detenemos.

-Ana, yo...

-¡Mi amor!-grita una chica desde la lejanía. Tanto él como yo cambiamos el rumbo de nuestras miradas hacia el lugar de procedencia de la voz y hallamos a Claudia, corriendo hacia nosotros, casi arrastrando su equipaje rosado. Al llegar hasta nosotros, suelta la maleta a sus pies y da un salto, rodeando con sus piernas las caderas de Álvaro. Este está tan sorprendido y a la vez avergonzado que en un principio no la abraza-. Te he echado de menos.

-Creía que tu vuelo estaba previsto para aterrizar a las cinco.

-Sí, así era pero decidí adelantarlo para estar contigo cuanto antes.

La chica le da un apasionado beso en los labios y yo mantengo la cabeza agachada. Estoy tanto tiempo mirando el suelo que las cervicales me empiezan a doler, así que decido acabar con esto. Con tal de llamar la atención, me aclaro la garganta.

-Perdona, Ana, con la emoción no te había visto.

Finjo una sonrisa.

-Tengo que irme.

-Nosotros podemos dejarte en casa-se apresura a añadir Álvaro.

-No, no hace falta. Un amigo me está esperando en la puerta-miento.

Nadie me está esperando fuera. Lo único que quiero es impedir que me lleven a casa. No quiero pasarme todo el viaje viendo como se morrean cada vez que el semáforo está en rojo.

Me doy media vuelta y comienzo a caminar en dirección a la salida. Cuando estoy a mitad de camino, me giro y miro a Álvaro, quien ya está mirándome.

-Gracias por todo.

Y me marcho sin añadir nada más, dejando atrás unos días maravillosos, en los que no existió la preocupación o la tristeza, tan sólo la euforia, y una pareja de enamorados que acaba de reencontrarse después de unos días. Al salir al exterior, me siento en un banco y me llevo las manos a la cara en un intento de volver a vivir aquel sueño.

Finalmente, saco el teléfono móvil y marco el número de teléfono de Andrés, quien no lo coge. Ante este hecho, me pongo en pie nuevamente y comienzo a caminar por la acera, arrastrando el equipaje. Si no me queda de otra tendré que ir a casa andando. Por suerte, Andrés me llama pasados cinco minutos y tras intercambiar unas palabras con él, se ofrece a recogerme.

Si el Karma te dice "no" dile "no ni ná" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora