La boutique queda cerca del centro de Sevilla así que una vez más tenemos que utilizar el porshe de Álvaro para desplazarnos hasta allí. Debido al abundante tráfico que encontramos en la carretera, nos vemos en la obligación de retrasar la llegada a nuestro destino. No me fastidia la idea de permanecer en el asiento más tiempo del esperado. Además, estoy disfrutando de la mejor compañía, no puedo quejarme.
-Vamos.
Al principio me cuesta entender a qué se refiere exactamente con ese "vamos" pero en cuanto le veo bajarse del coche me percato de cual es su plan. Así que bajo del vehículo y cierro la puerta detrás de mí. A continuación, Álvaro se sitúa a mi vera y sin previo aviso me toma de la mano.
-¿Confías en mí?
-Sí-admito con firmeza.
Álvaro sale corriendo y al hacerlo tira de mi mano con tal velocidad que pierdo el equilibrio momentáneamente. Por suerte, logro recuperar la compostura y adaptarme a su ritmo antes de perderle de vista. Quién iba a decirme a mí que un día como hoy iba a estar corriendo por las calles de Sevilla, esquivando a la multitud, agarrada de la mano de un empresario reconocido bajo un cielo cubierto de nubes.
De vez en cuando, mi acompañante mira hacia atrás a pesar de que nuestras manos siguen entrelazadas, con tal de comprobar que sigo ahí. Y yo no puedo evitar sonrojarme y dedicarle una amplia sonrisa por cada mirada que recibo por su parte. Todo parece ir sobre ruedas, salvo por un pequeño detalle, me está empezando a doler el costado y eso sólo puede indicar que me estoy quedando sin fuerzas para seguir corriendo.
-Ya hemos llegado.
-Gracias a Dios-susurro en un tono de voz apenas audible al mismo tiempo que coloco ambas manos en mis costados y me concentro en respirar.
-Ha sido divertido.
-Sí.
A pesar de haber finalizo nuestra carrera, Álvaro vuelve a tomarse la libertad de cogerme de la mano para conducirme hacia el interior de la boutique. Y mientras él se encarga de darme a conocer cada uno de los rincones de la tienda, permanezco anonadada observando nuestros dedos entrelazados como las piezas de un puzzle.
-Buenos días, señor Márquez-le saluda una chica rubia, de enormes ojos saltones que amenazan con escapar de sus cuencas, que se detiene justo a nuestro lado.
-Buenos días, Alicia.
La chica le sonríe abiertamente y su rostro deja ver una expresión de una completa idiota. Sí, es tan idiota e incompetente que dudo que se haya dado cuenta de que estoy ahí, junto a Álvaro. Aunque no le juzgo, cualquiera en su sano juicio se quedaría atrapada en su mirada.
Me resulta tan incómoda esta situación que decido escapar de ella y para ello opto por observar detenidamente el decorado de la estancia en la que nos encontramos y, para mi sorpresa, descubro que nos hallamos en una sala repleta de estanterías amuebladas con zapatos de tacones de varios estilos y tonos y barras y barras de las que cuelgan cientos de perchas con vestidos de todo tipo, cada cual más bonito que el anterior.
-Álvaro-murmuro en cuanto me encuentro lo suficientemente cerca de él-. Nos hemos confundido, estamos en la parte de chicas.
-Nos encontramos en el lugar idóneo-los ojos de la chica se abren como platos y dejan ver un brillo inusual en ellos-. Alicia, ¿Puedes acompañar a la señorita a las galerías?
Por primera vez, la chica rubia me mira e incluso se sorprende de mi presencia.
-Por supuesto-la chica emprende una marcha y al pasar por mi lado me indica con la mano que me una a ella-. Acompáñeme, por favor.
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Si el Karma te dice "no" dile "no ni ná"
Romance¿Imaginas que tu vida dé un giro de 180º por el simple hecho de tomar una decisión? Es justamente eso lo que le sucede a la protagonista, Ana, una chica de veinticuatro años que no tiene ni la menor idea de cómo vivir su vida. Todo parece ir viento...