Capítulo 8: Ek kan

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Después de relajarme me levanté y miré el semen que quedaba en el suelo, ¿debería limpiarlo? No. Que se encargue él, no voy a hacer nada que sea de su agrado.

Fui sigilosamente buscando el baño vigilando de no toparme con él, pero al parecer se había metido en una habitación, había oído el sonido de una puerta cerrarse con rabia después de que él subiera por las escaleras hace unos momentos.

Fui abriendo distintas puertas, las habitaciones eran normales, algunas con dos camas, una cama de matrimonio o una simple, otras eran algo parecidas a un estudio, con estanterías llenas de libros y diferentes tipos de escritorios, hechos de distinta madera y dispares en su forma.

Fui abriendo y cerrando puertas con cuidado de no hacer mucho ruido hasta que encontré el baño, desprendía un olor a rosas frescas desde fuera, así que no dude en que mi deducción fuera correcta.

Abrí la puerta solo para encontrarme con una desagradable sorpresa, allí estaba ese tipo, de momento le diré Juan, realmente no sé como se llama y no pienso preguntarle  así que es un nombre provisional. Juan estaba tumbado en la bañera con los ojos cerrados, una suave capa de vapor de agua cubría el ambiente, pero se iba dispersando a medida que pasaba el tiempo en el que se mantenía la puerta abierta.

Para mi desgracia, Juan abrió los ojos y me miró directamente sin ninguna expresión en su rostro, no estaba nervioso ni sorprendido. Rápidamente retrocedí sujetando mi pequeña falda jalándola hacia abajo para tapar mi zona íntima, tomé el pomo de la puerta para cerrarla.

- No la cierres -dijo mirándome fijamente.- Ven aquí.

Negué con la cabeza y cerré la puerta, corrí hacia alguna habitación y cerré la puerta, puse una silla bajo el pomo para bloquear la puerta, revisé la habitación con velocidad y para mi suerte encontré ropa decente. Me deshice de la que llevaba y con esta me limpié un poco, pero se seguía sintiendo pegajoso, me vestí con esa ropa, era casi de mi talla, solo me quedaba un poco más grande, seguramente era de Juan, ya que tenía más músculo que yo, sin embargo, su estatura era casi la misma que la mía, seguramente en una pelea cuerpo a cuerpo me ganaría él.

Al terminar de vestirme miré por la ventana, se veía el lago, pero el coche ya no estaba en el mismo sitio, quizás tenía un garaje o lo dejó en la parte trasera de esta casa, estaba en un primer piso, saltando sería fácil salir de aquí.

Antes al abrir la ventana sonó la alarma, así que será lo mis... Un momento... ¿Cómo supo en que lugar de la casa estaba? Lo más probable es que tenga algún aparatejo que se lo indique. Entonces... Si abro la ventana y salgo corriendo... No, escucharía mis pasos... Aunque la alarma suena fuerte... 

Pasé varios minutos pensando, hasta que comencé a revisar todo lo que había en la habitación hasta que encontré un abrecartas de plata, era bastante bonito, y puntiagudo, lo que me alegró e intensificó mi esperanza por salir de aquí.

La sujeté con fuerza y retiré la silla de la puerta, abrí la ventana y como suponía aquella ruidosa alarma comenzó a sonar en todas partes de la casa. Con velocidad me puse a un lado de la puerta para atacarle cuando abriese. Mi corazón latía muy rápido, tenía miedo y mi cuerpo se sentía débil, pero no debía rendirme, no ahora.

Esperé sintiendo cada segundo como una daga que se clavaba en mi cuerpo una y otra vez. Pasaron treinta, cuarenta, cincuenta segundos, uno, dos minutos, hasta que la alarma dejó de sonar. ¿Porqué no venía? Comenzaba a desesperarme y dirigí mi mirada hacia la ventana, volví a poner la silla bloqueando la puerta y me asomé por ella. Tampoco estaba fuera, ni buscándome. Me coloqué una sudadera pero no la abroché, no tenía tiempo, no volvería a tener una oportunidad como esta.

Solo Un Juguete Más (Hard Yaoi) FINALIZADO. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora