Alec Ligthwood, es un excelente estudiante universitario, pero repentinamente sus notas en historia empiezan a bajar.
Magnus Bane, es un profesor que sustituye a otro, en la universidad donde va Alec, y también da clases particulares en su loft.
J...
Me encontraba en la cocina de Magnus, después de haber pasado mi primera noche con él. Había sido una noche perfecta y yo me había levantado con ganas de más. Tener a Magnus medio desnudo, delante de mí y preparando el desayuno, había sido una imagen muy sexy y tentadora para mí. Y ahora me encontraba acariciándolo mientras su boca suspiraba, y gemía fuertemente.
Mi boca recorrió su espalda y cuello, mordiendo besando y lamiendo cada centímetro de su piel morena. Fui descendiendo hasta llegar a sus redondeadas nalgas y darle un mordisco con suavidad, y un cachete en su trasero.
__¡Ay, niño malo! Voy a tener que castigarte -decía Magnus entre gemidos y jadeos, pues mi mano lo estaba masturbando-
Mis manos tomaron sus caderas, mientras mi lengua empezaba a explorar su entrada, consiguiendo que salieran más gemidos de su garganta. Me incorporé por un momento, y vi como encima de la encimera estaba la botella de aceite, de aliñar las ensaladas. Sin dudarlo, me eché una buena cantidad de aceite en los dedos de mi mano derecha, y con ellos embadurné la entrada al paraíso de mi profesor particular.
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__¿Estás sano profesor Bane? -le susurré a su oído mientras uno de mis dedos se perdía en su interior-
__¡Oh sí! -gimió Magnus, mientras yo lo follaba con mis dedos- No te preocupes Alec, siempre lo hago con protección.
__¿Lo estoy haciendo bien, profesor Bane? -pregunté mientras mordía y tiraba con mis dientes suavemente del lóbulo de su oreja-
__¡Oh sí Alexander, lo estás haciendo genial!
La boca de Magnus era un no parar de jadeos cada vez más fuertes y sonoros, a medida que mis dedos entraban y salían de él cada vez con mayor facilidad.
__¡Hazlo Alec! ¡Hazlo ya, no aguanto más! -me apremió él-
__¿Qué desea que haga profesor Bane? -pregunté con fingida inocencia, en mi voz-
__¡Fóllame Alexander! ¡fóllame ya, no puedo más, te necesito dentro de mí, ya!
Sonreí y retire mis dedos, Magnus separó más sus piernas, abriéndose para mí, e inclinándose hacía delante, apoyó sus manos encima de la encimera de mármol, invitándome a entrar en él. Yo no desaproveché la ocasión, hay que ser educado cuando a uno lo invitan a pasar a "su hogar." Lo sujeté de la cintura con una mano mientras con la otra, me ayudaba a pasar dentro de su interior.
Estaba tan caliente que de una embestida me enterré completamente en su cuerpo, y empecé a moverme dentro y fuera de él, rápido, duro, mientras mis manos lo sujetaban fuertemente de sus caderas.