wingless [park jimin]

13. ¿Cómo me deshago de ti?

Estaba oscuro. Las cortinas estaban en su lugar, pero aun así no veía luz filtrarse por ellas y yo ya me encontraba gruñendo después de haber recibido un manotazo por parte de una inconsciente Hanna.

Froté pesadamente mis ojos con mi mano derecha y parpadeé por un par de segundos, acostumbrándome a la escasa luz en la habitación de mi amiga.

Bostecé, fruncí levemente el ceño y luego sonreí ridículamente al darme cuenta en la posición en la que me encontraba. Pese a que Hanna estaba desparramada en su propia cama de dos cuerpos, yo me aferraba a ella como un koala y, prácticamente, la mitad de mi cuerpo estaba sobre el suyo.

Sacudí mi cabeza, apartándome de ella hacia el costado libre de la cama, estirando mi mano para tantear en busca de mi celular, el que se hallaba en alguna parte de la mesa de noche junto a la cama.

Durante los días que llevaba quedándome en casa de la familia Kim, había adquirido la extraña costumbre de abrazar a Hanna mientras dormía. Me aferraba a ella y por lo general despertábamos en posiciones bastante comprometedoras.

Eso significó una serie de burlas por parte de la madre de Hanna y de Namjoon, quien usualmente nos despertaba por las mañanas para ir a la escuela.

Tomé el aparato y volví a bostezar, estrechando mis ojos cuando el brillo de la pantalla me impidió mirarla con claridad.

Parpadeé por lo que parecieron ser un par de minutos y luego enfoqué la pantalla, concentrándome en la hora.

Eran las 5:05 de la mañana y tenía un mensaje en mi bandeja de entrada de un número que no reconocía.

Desbloqueé el aparato, rascándome la nuca mientras abría con cierta curiosidad la conversación con el extraño, puesto que no demasiadas personas tenían mi número de teléfono y las últimas personas que recordaba haber guardado en mis contactos eran Kim Taehyung y Jeon Jungkook.

Mis dedos vagaron por la pantalla, presionando el mensaje de una vez por todas.

[Chat con desconocido]

00:09 am

Abrígate esta noche y duerme bien, ángel.

Te veré en la escuela.

Mi mandíbula se desencajó y todo mi cuerpo se tensó luego de leer las doce palabras que ahí se encontraban, brillando en la pantalla de mi celular.

Mis nudillos se tornaron blancos al formar un puño y sentí como la impotencia comenzaba a esparcirse por mi cuerpo como reacción inmediata.

¿Cómo había conseguido mi número si quiera?

Solté una especie de gruñido casi inaudible y me senté en la cama, en un solo movimiento, teniendo particular cuidado de no despertar a Hanna en mi arrebato de ira.

Las cosas estaban comenzando a salirse de control, tomando un rumbo completamente irónico y yo no podía permitir que eso sucediera.

Jimin no podía continuar actuando como se le apetecía. Yo no iba a permitir que continuara con el extraño y retorcido juego que había comenzado.

***

— ¿Qué mierda le pasó a tu tobillo? – inquirió Hanna en un tono que solo mamá usaba conmigo.

Rodé los ojos y pretendí ignorarla a medida que hacíamos nuestro camino hacia la escuela, como de costumbre.

Siendo honestos, estaba lo bastante molesta conmigo misma por la situación en la que había terminado que definitivamente no necesitaba a Hanna regañándome de la manera en la que su mirada me indicaba que iba a hacer.