24. De regreso al cielo

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— ¿Tara?

Despegué mis ojos de la ventana, parpadeando con rapidez al ver a Jimin observarme con una ceja alzada y esa sonrisa que me había acostumbrado a ver, con la comisura izquierda de sus labios elevadas y ese brillo particular en sus ojos.

No me tomó más de un segundo comprender que las clases habían finalizado y que los únicos que se encontraban dentro del salón éramos él y yo, nadie más.

Había estado distraída durante la mayor parte del día y todo se debía a la persona delante de mí, a la que todavía no podía comprender en su totalidad, porque las partes que Park Jimin me mostraba no coincidían con las que alguna vez vi.

Por otra parte; estaba yo con mis propias inseguridades, ms miedos y traumas, de los cuales él tenía conciencia, pero jamás me había preguntado abiertamente por ellos y, en el fondo, esperaba que no lo hiciera.

— ¿Estás lista? – preguntó de pronto, acercándose un poco más a mí, logrando que su voz cosquilleara en mi oído antes de captar nuevamente mi atención.

Asentí, saliendo de mis pensamientos y levantarme de mi asiento de una vez por todas, acomodando mi mochila en mi espalda.

No dije nada al levantarme y él tampoco lo hizo al acomodar su bolso sobre su hombro, mirándome de reojo al hacer nuestro camino a la puerta de salida, abandonando el salón para internarnos a avanzar por los pasillos.

— ¿Qué se supone qué haremos con el trabajo de arte? – preguntó de pronto, rompiendo el cómodo silencio que existía entre nosotros.

Alcé la mirada, viendo de primera fuente cómo sus dientes atrapaban su labio inferior, mordiéndolo de la misma manera que yo quería hacerlo.

Sacudí mi cabeza, ocultando mi sonrisa ante aquel pensamiento y finalmente mis ojos lo buscaron justo al momento en el que me encogí de hombros.

— Soy pésima pintando – me excusé, torciendo la boca.

— Tengo un par de pinceles y pinturas en casa – comentó, tratando de suprimir el intento de sonrisa que amenazaba con aparecer en sus labios.

— Bien, supongo que trabajaremos allí – le resté importancia, retomando el paso, cuando en realidad mi estómago se contrajo con la sola idea de regresar al departamento de Jimin.

Seguía bastante fresco en mi cabeza la última vez que había pisado ese lugar. Incluso con todo el alcohol en mi sangre, recordaba cada detalle, cada palabra y todo lo que sentí en ese momento.

El silencio retornó, acompañándonos al movernos por los pasillos, ya desiertos, de la escuela.

Me encontraba lo suficientemente ocupada analizando a la persona junto a mí, estudiándolo en el silencio y percatándome de cada uno de sus movimientos, desde la forma en la que caminaba, acoplando su caminar al mío, hasta cómo mordía su labio inferior cuando se encontraba concentrado.

Ahogué un suspiro, fijando mi mirada al frente.

No entendía cómo es que su presencia se había tornado embriagadora para mí, tanto así que comenzaba a disfrutar de las miradas de reojo que me brindaba hasta en la manera en la que sonreía cuando creía que no estaba pendiente de él.

Park Jimin era algo distinto y eso me gustaba pese a que era un enigma que no me animaba a resolver.

Él era el chico al que le temía toda la escuela, el que se decía que había quemado casas, amenazado alumnos y aun así yo me encontraba caminando a su costado derecho, deseando poder lanzarme sobre sus labios apenas tuviese la oportunidad de hacerlo.

wingless [park jimin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora