14. Me cautivas

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— Sal conmigo, ángel.

Parpadeé, consciente de que sus manos seguían en mi tobillo, paseándose con delicadeza por sobre la zona afectada mientras mi cerebro intentaba darle sentido lógico a las palabras que Park Jimin había pronunciado.

Mi boca se abrió por sí sola pero las palabras se quedaron atoradas en mi garganta. Mis labios se juntaron en una fina línea, al cabo de un momento, hasta que por fin fui capaz de articular palabra, luego de unos segundos que parecieron ser eternos.

— ¿Qué demonios dijiste?

Esas fueron las únicas tres palabras que abandonaron mis labios después de mi estupor. Lo miré, alzando la barbilla hacia él y mi entrecejo se frunció de forma inmediata cuando vi cómo la comisura izquierda de sus labios se elevaba en una evidente sonrisa.

No tuve tiempo de reaccionar para cuando se acercó un poco más a mi rostro, acortando todavía más la distancia que existía entre nosotros, todavía con sus manos sosteniendo mi tobillo herido. 

— Sal conmigo – repitió, modulando cada una de las palabras en voz baja, sin apartar sus ojos de los míos. – y déjame hablar contigo.

Lo miré, no sé por cuantos segundos. Estaba cerca, demasiado cerca de mí. Sus manos en mi tobillo parecían haber pasado a segundo plano y lo único que podía pensar era en lo que había salido de su boca.

Solté un resoplido, pasado un par de segundos.

— Vete a la mierda. Deja de irritarme y déjame en paz de una vez. – rodé los ojos, sin moverme de mi lugar.

Ladeó la cabeza, manteniendo la distancia que se había formado entre nosotros.

— Yo jamás bromearía contigo – ladeó su cabeza hacia un costado y parpadeó de una forma que casi lo hizo lucir confundido o aturdido.

Moví mi cabeza, negando rápidamente y rodé los ojos, sin importarme que estuviese mirándome fijamente, analizando cada una de mis expresiones.

Mi única explicación era que estaba completamente fuera de sí y que había comenzado con alguna clase de juegos mentales que buscaban simplemente confundirme más de lo que ya estaba. Porque sí, esa era la única opción viable en mi cabeza para que un tipo que amenazó con cortar mi garganta se encontrara pidiéndome salir con él.

Además, él sabía mi punto débil con los abrazos y se había aprovechado de ello.

— Yo no bromeo – musitó tranquilamente – menos si se trata de ti.

Resoplé con cansancio y nuevamente alcé la mirada hacia él.

— ¿No es un poco obvia la respuesta, Jimin?  – Él parpadeó y no pude entender si era sorpresa lo que vi en sus ojos o simplemente era un actor excepcional – no quiero salir contigo, vete.

Me sorprendió la carcajada que brotó desde el fondo de su garganta, como si mis palabras hubiesen sido solo una simple broma y como único acto reflejo, mis manos se empuñaron hasta que mis nudillos se tornaron blancos.

— Eventualmente lo harás, Tara – sonrió abiertamente, enseñando su diente ligeramente torcido – saldrás conmigo.

— Claro, como digas – hablé con sarcasmo, apoyándome contra la pared, notando por primera que la distancia que había entre nosotros era casi nula, solo un par de centímetros parecían separarme de su rostro. – no te quiero cerca, vete.

Todo mi cuerpo lo notó en ese instante, su calor invadió mi espacio personal y su respiración de pronto chocó contra mi oreja, tan cerca que podía percibir esa esencia varonil de un costoso perfume con la que había aprendido a caracterizarlo.

wingless [park jimin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora