27. Inconvenientes

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Jimin apoyó su frente contra la mía, separándose ligeramente para recuperar el aliento.

Vi sus labios ligeramente hinchados. Estos habían pasado de un rosa pálido a uno más intenso y, al notarlo, mi corazón retumbó un poco más fuerte dentro de mi caja torácica.

Sostuve la mirada en él, observando detalladamente la sonrisa que comenzaba a tirar desde las comisuras de sus labios, dando a conocer su resplandeciente sonrisa.

Sentí mis propios labios curvarse y, al cabo de unos segundos, cerré los ojos para disfrutar aquella cálida sensación que comenzaba a propagarse desde mi estómago hacia el resto de mi cuerpo, disfrutando de escuchar los latidos de su corazón, frenéticos como los míos, que comenzaban a mezclarse entre ellos, a acompasarse a su propio ritmo, ajeno a nosotros.

Sus manos continuaban fijas en mis caderas, sosteniéndome contra sí y sus pulgares inquietos acariciaban por sobre la tela de mi blusa, causando que pequeños cosquilleos se dispersaran por mi piel, calentándola por sobre la tela.

¿Dónde demonios se metieron esos dos?

Parpadeé al escuchar esa voz cerca, demasiado cerca.

No tuve tiempo de reaccionar para cuando los ojos de Jimin se ampliaron con sorpresa, confusión y de inmediato una maldición salió de su boca, en lo que pretendía ser un murmullo apenas audible.

Mordí mi labio inferior, aflojando el agarre de mis brazos en torno a su cuello, torciendo la boca al ver cómo Jimin me indicó que guardase silencio, no sin antes y musitar un suave "lo siento", el que quedó en el aire al momento en el que tomó mi mano y nos movió de ese lugar.

Me dejé arrastrar por él, percibiendo la voz de Jin más cerca, quizá solo a un par de metros de nosotros.

Él maldijo nuevamente y esta vez reí en voz baja de su entrecejo fruncido y de la mueca de resignación que surcó su rostro.

— Este lugar funcionará – musitó, metiéndonos dentro de un pequeño rincón en medio de dos espejos gigantes que se perdía a la vista de quién transitara por el pasillo.

El lugar era lo suficientemente ancho como para que ambos entrásemos ahí y lo suficientemente estrecho como para que volviésemos a adoptar la posición en la que nos encontrábamos antes de escuchar a Kim Seokjin, yo con mis brazos rodeando el cuello del rubio y él con sus manos fijas en mis caderas, estrechándome contra él.

— Todavía es muy pronto como para que nos interrumpan – murmuró, dándome una pequeña sonrisa avergonzada.

Alcé ambas cejas, divertida de su reacción.

— ¿O quieres que nos sigan interrumpiendo? – cuestionó, con cierta diversión tiñendo su voz.

— La verdad... – musité en voz baja, mirándolo fijamente al hablar – es que hay una atracción a la que me gustaría ir contigo, los dos, solos.

Sus ojos se oscurecieron y obtuve en respuesta una mirada llena de promesas implícitas, justo antes de verlo alzar una ceja.

Jimin intentó luchar con una sonrisa de pura satisfacción tirando desde las esquinas de sus lindos labios, pero fue inútil.

¿Por qué tanto apuro por encontrarlos? – la voz despreocupada de Yoongi sonó cerca, demasiado cerca de nuestra posición como para ignorarlos.

El rubio ahogó un quejido al apoyar su cabeza contra mi hombro, estrechándome un poco más contra su cuerpo y sus hombros se tensaron ligeramente en consecuencia de la presencia de sus hyungs en el lugar.

wingless [park jimin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora