Abrí los ojos, despertándome debido a las sonoras risas que provenían de la cocina.
Lo que se sintió como un eterno minuto transcurrió y yo me encontraba despierta, pese a que me sentía algo adormecida debido a los calmantes que Hanna me había obligado a tomar después de la pelea la noche anterior.
La pelea.
Solté un gruñido y me removí bajo las colchas con impotencia, de solo recordar la pelea y toda la mierda que había sucedido en ella.
¿Por qué mierda se había rendido?
Terminé por estirarme perezosamente bajo las colchas y destapé mi rostro, fijando mis ojos oscuros sobre el blanco techo de mi habitación y resoplé con cansancio. Tratar de comprender qué clase de pensamientos se cruzaban por la cabeza del rubio solo me iban a hacer perder mi tiempo.
Suspiré, me senté en la cama, rascándome la nuca antes de bostezar y le di una mirada a mi habitación mientras tiré las colchas hacia atrás, desarmando mi cama.
Al contrario de lo que pensaría cualquiera, yo odiaba el desorden y mi habitación siempre estaba prolijamente ordenada.
Mi habitación era simple y quizá un poco aburrida para la mayoría, pero en ella encontraba la paz que pocas veces hallaba en mi cabeza luego de llegar del gimnasio, de correr o de saltar hasta que mis músculos ya no reaccionaran.
Las paredes eran de un blanco marfil y el único adorno, si es que se podía calificar así, eran tres enormes pizarras negras frente a mi cama, las que tenían mensajes escritos en tiza, recordatorios que yo misma escribía. Por otra parte, mi cama era de un solo cuerpo y la mesa de noche solo tenía una lámpara y una foto de mi padre.
No obstante, lo mejor de la habitación, era la vista.
La ciudad de Seúl se cernía impecable desde la perspectiva en la que me encontraba y no podía negar que yo la adoraba. Era tan similar y tan diferente a lo que me encontraba acostumbrada a ver que poco a poco me había cautivado.
Meneé mi cabeza y me enderecé, apartando mi mirada del ventanal y terminé por avanzar perezosamente desde mi posición inicial cerca de la cama, hacia la puerta del baño, la que se encontraba saliendo de mi habitación por el pasillo hacia la izquierda.
Una vez dentro, analicé mi reflejo en el espejo. Cayendo en cuenta de que el único indicio de que había tenido una pelea, era el pequeño corte en mi labio inferior.
Mi entrecejo se frunció de manera inocente por el simple hecho de que mi cabeza comenzó a proyectar nuevamente la perversa sonrisa y la minuciosa mirada que había adquirido Park Jimin una vez que sus orbes oscuros se posaron en los míos durante la noche anterior.
Maldije entre dientes y aparté la mirada del espejo, volteándome con brusquedad hacia la ducha.
Solté un bufido y me arrastré a mí misma hacia la ducha con cierta pereza y mi único fin era eliminar el el tumulto de pensamientos que se habían generado gracias al rubio del piso de arriba y su extraña forma de actuar.
Exhalé con pesar, una vez dentro de la ducha, dejando que el agua tibia relajase mis músculos tensos de forma inmediata.
Quince minutos más tarde, me estaba vistiendo con un par de pantalones de chándal y una enorme camiseta negra cuando mi celular sonó.
— Hanna – contesté en medio de un bostezo.
— ¡Tara! – ella bostezó al igual que yo y ambas reímos en menos de un segundo – ¿Qué tan mal estás?, lo que quiero decir es que tengo planes para esta noche y quiero que vengas, pero si te duele algo, o estás cansada es mejor evitar que salgas de casa – farfulló con rapidez.
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wingless [park jimin]
FanfictionTara no es la clase de persona que se queda atrás cuando recibe una amenaza, es por ello que cuando pone un pie en su nueva escuela, en un nuevo país, comprende de inmediato que ella y el temido Park Jimin se verán enfrentados en más de una ocasión...