28. Confesiones

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Me hubiese gustado que todo hubiese sido un mal sueño, pero no lo fue.

Me hubiese gustado no haber reproducido el momento en el que vi la sangre corriendo delante de mis ojos por las noches que vinieron, pero no logré ni siquiera concebir el sueño durante esa noche.

También me hubiese gustado decir que no busqué a Jimin después de ello, pero lo hice.

La curiosidad jamás me había caracterizado y jamás lo hacía, había algo más de por medio cuando me dirigía hacia la cafetería en la que Jin trabajaba para conseguir algo de información, información que nunca llegó a mis oídos.

Los días se habían convertido en semanas y Jimin se había esfumado de la noche a la mañana, junto a Jin y a Yoongi.

Nadie sabía de su paradero y los rumores iban desde que la mafia lo había secuestrado hasta que lo habían encontrado muerto en un río no muy lejos del distrito en el que vivíamos. Y se me hacía difícil escucharlos, por mucho que intentase ignorar la situación.

Hanna y Jungkook habían sido quienes me escucharon, quienes a pesar de todo se mantuvieron conmigo, obligándome a desahogarme con ellos cada vez que los necesitara, entregándome el apoyo que ni yo misma sabía que necesitaba.

Y lo peor de todo era, que ni siquiera sabía por qué me dolía tanto. Por qué demonios el no verlo, el no poder comprender qué demonios pasaba por su cabeza me causaba una extraña presión en el pecho que muy pocas veces desaparecía y todos a mi alrededor parecían notarlo.

Mi madre lo notó desde el comienzo y fue casi imposible ocultarlo ante ella, sin embargo, jamás preguntó directamente el por qué. Klaus, por otra parte, se mantuvo siempre al pendiente sin llegar a ser el dolor de trasero en los que se convirtieron Hoseok, Namjoon y Taehyung.

Esos tres sabían que algo había sucedido entre Jimin y yo y estaban haciendo su mejor esfuerzo por averiguarlo, acosando a Hanna y a Jugkook en cuanto podían, puesto que sabían que de mí no iban a conseguir lo que deseaban saber.

Muchas veces agradecí su preocupación, muchas veces me sobrecogí por ello como nunca antes lo había hecho, pero no podía explicarles el revoltijo de pensamientos y emociones que azotaban mi cabeza cada vez que pensaba en ello.

Era irónico cuan asustada y preocupada estaba por todo lo que estaba ocurriendo a mi alrededor.

— ¡Tara!

Una servilleta chocó contra mi rostro, sacándome de mis pensamientos bruscamente.

Sacudí mi cabeza y mis ojos de inmediato buscaron los de Hanna sobre los míos.

Ella sostuvo la mirada sobre mí por lo que pareció ser un sólido minuto. Sus orbes oscuros se pasearon por toda mi expresión, estudiándome con fervor hasta que finalmente se apartaron, solo para recaer en Jeon Jungkook, situado a mi costado izquierdo mirándola con una ceja alzada.

Los tres estábamos sentados en medio del césped de un pequeño parque ubicado a un par de calles de la residencia de Hanna. Si bien nuestro plan de ir al cine se vio rotundamente abolido en cuento Hoseok se nos quiso sumar, Hanna seguía insistiendo en que no era una mala idea después de todo.

— ¿Están seguros? – preguntó la pelinegra, con cierta desconfianza al cabo de un rato.

Jungkook soltó un ruido proveniente desde el fondo de su garganta y yo negué de inmediato con la cabeza.

— Preferiría enterrarme vivo a tener que soportar ser el mal tercio entre Hoseok hyung y tú – Jeon sonrió de lado.

— Yo no caeré en la misma trampa dos veces. – negué nuevamente con la cabeza.

wingless [park jimin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora