30. Sin alas

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¿Cómo crees que salió todo?

Ahogué un bostezo, acurrucándome contra mí misma al escuchar la voz de Seokjin en un rincón lejano de la somnolencia en la que me encontraba inmersa.

Él está ahí, ¿cómo crees que salió, Jin?

Siempre es difícil enfrentar el pasado, más cuando se trata de su padre ¿no lo crees?

El señor Bang no es benevolente, para nada, pero creo que por fin lo entendió... más aún cuando Jimin tuvo el valor de enfrentarlo.

Sus susurros poco a poco comenzaban a despertarme y yo lentamente comenzaba a reconocer el lugar en el que me encontraba.

El ruido de la carretera había sido remplazado por el calmo sonido del mar a lo lejos, junto con la suave brisa que parecía acompasar el ritmo del mar a la distancia.

— Ya estamos aquí – esta vez fue la voz de Yoongi la que resonó en mis oídos y su mano me sacudió cuidadosamente desde la posición en la que se encontraba.

Abrí los ojos lentamente, sentándome en el asiento entre rápidos parpadeos, acostumbrándome a la brillante luz del día que se filtraba por cada una de las ventanas del vehículo.

Jin y Yoongi estaban mirándome y ambos se habían desabrochado los cinturones de seguridad. Sus ojos estaban clavados en los míos para cuando Jin anunció lo que todos ya sabíamos; que habíamos llegado finalmente a nuestro destino.

Me hallé a mí misma asintiendo, consciente de que mi corazón empezaba lentamente a reaccionar incluso antes que mi cerebro.

No tardé demasiado en enfocar la edificación que se hallaba solo a un par de metros de distancia del vehículo y pude distinguirlo claramente como un templo memorial, uno de esos en donde yacen las cenizas de las personas que han pasado a mejor vida.

Un nudo se formó en mi garganta casi al instante y mis neuronas dejaron de hacer sinapsis al instante en el que mis ojos lo encontraron a lo lejos.

Todo mi cuerpo reaccionó ante su presencia, incluso aunque se encontrase a más de diez metros de distancia.

Lucía tranquilo, casi como si por fin hubiese encontrado la paz que por mucho tiempo había buscado, como si le hubiesen arrebatado el gran peso que yacía sobre sus hombros, no obstante, el deje de aflicción continuaba como una sombra bajo toda aquella paz que proyectaba.

Él bajó los escalones del templo con la mirada fija en el suelo, haciendo que el nudo en mi garganta solo lograse pronunciarse un poco más y aquella reacción solo hizo darme cuenta de lo que había hecho.

Había viajado más de trescientos kilómetros desde Seúl a Busan, por él.

Estaba ahí por él a causa de todos esos sentimientos, estaba ahí porque estaba completamente enamorada de Jimin, de cada una de sus facetas, incluso desde cómo solía comportarse conmigo cuando nos conocimos; amenazador y distante, hasta aquella faceta en la que su risa y sentido del humor parecía despertar un sinfín de mariposas en mi estómago.

— ¿Planeas quedarte aquí o correrás a buscarlo de una buena vez? – mofó Jin y su voz, la que no denotaba nada más que diversión, terminó por sacarme abruptamente de mis pensamientos.

Yoongi ahogó una carcajada en forma de resoplido y rápidamente mis mejillas terminaron por tomar un leve color rojizo en el instante en el que ambos se miraron entre sí.

— ¿Sabes? – Jin rompió el silencio, justo en ese momento en el que me encontraba demasiado aturdida como para reaccionar y decir o hacer algo coherente – Agradezco, desde el fondo de mi corazón, que Jimin te haya encontrado.

wingless [park jimin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora