Ángela: Hazlo.
Kamilah: No lo sé, no estoy segura.
Ángela: Mili, vas a graduarte; tienes que hacer algo para recordarlo siempre.
Kamilah: Te recuerdo a ti.
Ángela: Eres tan romántica, pero no me convencerás. ¿Eres buena actuando?
Kamilah: No lo sé.
Ángela: Pues hoy lo sabremos.
Después de una larga pelea de mensajes con Ángela, logró convencerme de hacer mi primera y última locura del bachillerato. Acordamos engañar a alguien, con la condición de que debía ser un hombre y que debería quitarle como mínimo treinta minutos de su tiempo. Esperé pacientemente en mi ventana a que pasara aquel hombre quién sería víctima de la broma, para mi mala fortuna, nadie aparecía aún y Ángela ya estaba considerando en cambiar el reto. A pesar de que ella vive a miles de kilómetros, es una de mis amigas más cercanas, por lo que la conozco bien y sé que no me conviene que cambie de reto, ya que se le ocurrirá algo aún más loco.
Mientras trato de convencerla de tener más paciencia, encuentro a mi víctima de pie hablando por teléfono en la acera. Envío una foto a Ángela y una vez que es aprobado, me dispongo a empezar con la broma. Rápidamente guardo un par de cosas en mi bolsa y desciendo por las escaleras hasta la sala de estar. Antes de salir por la puerta, respiro hondo y tomo valor.
Salgo de casa corriendo y desesperada me acerco al joven entre gritos y sollozos, él se ve confundido, yo trato de aguantarme las risas, por lo que evito mirar su rostro como puedo.
—Cálmate, por favor —dice él, con voz tranquila.
—No puedo. Necesito verlo. Llévame —le suplico.
—... Está bien. —Accede y busca con la mirada un taxi.
Aún sin entender nada, es amable conmigo, empiezo a sentirme mal por él y a creer que estoy aprovechándome de sus intenciones de ayudar. Como si Ángela estuviera en mi cabeza, empiezo a escuchar su voz diciéndome que no me detenga, que debo terminar lo que empiezo y que recuerde lo poco que falta para mi graduación. "Mr. Víctima", me saca de mis pensamientos tocando mi brazo y señalando el taxi que está a mi espera.
Camino con él hasta el taxi y una vez sentada en el asiento trasero, Mr. Víctima se dispone a cerrar la puerta del auto. Lo detengo sosteniendo su mano y de nuevo entre sollozos pido que me acompañe. Noto que no se encuentra seguro sobre acceder así que jalo de su brazo obligándolo a entrar al auto conmigo.
—Acompañar a una dama en apuros es cosa de caballeros —dice el taxista mirando por el retrovisor.
—¿Se puede saber a dónde me llevas? —pregunta Mr.Víctima mientras cierra la puerta, esta vez no lo detengo.
—Oh. — Dudo un poco de mi respuesta, no sé qué debo decir, algo creíble —. Al Hospital de Especialidades Santa Narcisa, por favor —digo, dirigiéndome al taxista. Siento la mirada de Mr.Víctima sobre mí, así que finjo un par de sollozos de vez en cuando.
—Muy bien señorita.
Pasados varios minutos en el auto, nadie ha soltado palabra; en la radio suena una canción bastante antigua, de esas que pueden escuchar mis abuelos. La tensión que se ha generado es increíble, no sé cómo actuar, por lo que resuelvo revisar mi teléfono.
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Conexión. [En Edición]
RomanceDos chicos jóvenes, Robert y Kamilah se conocen por un inesperado evento gracias a su amiga a distancia Ángela quien conoce a ambos. Robert, hijo de un padre multimillonario con el que no se lleva bien, está a punto de graduarse y poder entrar a la...