Capítulo 12: Recuerdos de Infancia

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Ángela: ¿Y en serio no tienes ni idea de quién es?

Kamilah: No, le he dado mil vueltas al asunto, pero aún no hay una respuesta.

Ángela: Entonces, un chico guapo y desconocido te da su número, sabe tu nombre y hasta tu apodo. ¿No es esto una broma para televisión?

Kamilah: ¡Angy, tienes razón! No había pensado en eso. De seguro eso es.

Ángela: Nena, no seas ingenua. Esas cosas no pasan en la vida real.

Kamilah: Déjame soñar, por favor. 

Ángela: Mejor sueña con pequeños angelitos llamados Rob.

Kamilah: ¡Dios! Mira la hora. Rob debe estar a punto de llegar. 

Ángela: ¿Ya es la quinta cita, no?

Kamilah: ¡No son citas!

Ángela: Sí, sí... lo que digas. Suerte, hablamos luego. Ponte guapa.

En medio de risas avergonzadas por el comentario de mi amiga, dejo el teléfono en la cama y me dispongo a terminar de arreglarme. Esta vez uso un vestido corto, con un estampado de flores discreto y bastante femenino, zapatos y bolso a juego. Mi pelo suelto como siempre y un poco de maquillaje suave para darle un poco de luz a mi rostro. Ya van varias veces que Rob y yo salimos. Pasamos tiempo a solas y nos vamos conociendo. A él le gusta llevarme a conocer lugares nuevos, dice que su intención es mostrarme lugares para tomar buenas fotos.

Aunque ya han sido varias veces, tomamos nuestras salidas como cualquier paseo con un amigo. Por otro lado, Lila y Ángela insisten en llamar a estos paseos como citas, honestamente no estoy segura de lo que realmente son, pero es cierto que me esfuerzo más de lo normal en prepararme para salir con él y creo que él también lo hace. Rob es un chico increíblemente puntual, educado y caballeroso. Sonrío para mí misma frente al espejo estando conforme de mi atuendo del día.

Pasan menos de treinta segundos cuando escucho el timbre.

—¡Voy! —, grito mientras corro por las escaleras.

Al abrir la puerta principal veo un Robert bien vestido y peinado. Usa el perfume de siempre, desde hace ya varios encuentros puedo reconocer su olor sin dificultad.

—Hola. —, me saluda con un beso en la mejilla — Me gusta tu vestido.

Le agradezco con una sonrisa nerviosa. —Espérame un momento aquí por favor. —, le solicito.

Él acepta y enseguida empiezo mi carrera hacia mi habitación, agarro mis cosas, las meto en el pequeño bolso de mano que tengo preparado, suficientemente grande para que quepa mi cámara pero al mismo tiempo lo suficientemente pequeña para no llamar demasiado la atención. Una vez lista, bajo rápido pero sin demostrar demasiado entusiasmo.

—Lista —, digo llamando su atención.

Juntos salimos de mi casa, sin olvidar antes despedirnos de la Sra. Robinson y vamos al auto. Cómo todo un caballero abre la puerta del copiloto para mí y luego rodea el auto para acomodarse a mi lado en el lugar del conductor.

—¿A dónde quieres ir hoy? — le pregunto.
—Sólo espera y verás.
—¿Me vestí para la ocasión o deberás comprarme ropa? —, dije con sarcasmo.

Conexión. [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora