Capítulo 6: Primera borrachera (Parte 2)

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Las siluetas llaman la atención de todos. Los chicos miran con envidia y las chicas con algo casi similar al hambre, al alto y fornido chico que se está acercando. Niles está sin camisa y todos sus músculos se ven marcados y muy bien trabajados. «¿Eso es lo que estaba escondiendo debajo de su camisa? Wow, ahora entiendo su confianza», pienso mientras deleito mis ojos con tan buena vista. Instintivamente saco mi cámara para capturar esa imagen digna de Guardianes de la Bahía*, cuando estaba en posición perfecta para la foto, mi mirada se desvía hacia uno de los lados, es Robert, también está sin camisa y aunque no es tan despampanante como Niles, no está para nada mal.

Me distraigo más tiempo de lo que pensé, cuando regreso a mis cabales ya están Niles, Robert y Fátima demasiado cerca de mí como para poder hacer una foto.

—Secuestradora. ¿Qué haces aquí? — pregunta Niles, colocandose directamente frente a mí.

—Eh, estoy... —, sigo absorta en mis pensamientos y en los abdominales de cierto joven por lo que hablo torpemente.

—¡Qué tierna! Mi belleza la ha dejado sin palabras. — Sentencia el joven rubio sin darme tiempo a hablar. — ¿No es así?

—Déjala. —Me defiende Lila quién llega detrás de mí. Mi amiga saluda a todos con ánimo, cuando llega a Niles, lo abraza como si hubieran sido amigos de toda la vida y él devuelve el gesto con el mismo nivel de entusiasmo.

Ahora que los veo juntos, definitivamente parecen una pareja de revista. Ambos con un cuerpo de medidas perfectas y esa personalidad burbujeante que los hace destacar.

—¿Mili? —Robert me saca de mis pensamientos extendiendome su mano para ayudarme a levantarme. —Ven, vamos todos a comer.

—Está bien —, acepto hasta que repongo en el hecho de que me llamó por mi apodo. —. Espera, ¿Mili?

—Ah... ¿No te dice así Lila? ¿Hice algo mal? — habla nervioso y rasca su nuca mientras dirige su mirada a cualquier lado intentando evitar la mía.

—Sí, tienes razón ella también me dice así. No hiciste nada malo, tranquilo — concluyo dándole un ligero golpecito en uno de sus brazos.

—¿También? —, evito responder así que sólo asiento con la cabeza y ahora me agarro de uno de sus brazos.

Él asiente como yo y coloca su mano sobre la mía. Ríe nerviosamente, y en ese momento me doy cuenta de mis acciones. Demasiado contacto físico, me alejo de un sobresalto y para quitar la tensión del ambiente, me disculpo con él y me acerco a Lila quien está a punto de convencer a Niles y a Fátima de unirse a un nuevo juego. Sin perder tiempo, les propongo ir a almorzar todos, aceptan y solo esperamos por mi amiga que fue a ver sus cosas para ponernos en camino hacia el restaurante.

Juntos llegamos al lugar y un mesero nos dirige a una sala privada alejada de todos los demás. Sin chistar seguimos al joven, quien nos invita a sentarnos en las sillas dispuestas alrededor de una mesa grande y rectangular que se encuentra en medio de la sala. Toma nuestras órdenes a lo que todos deciden aceptar la recomendación del chef: camarones gratinados acompañados de una pequeña porción de risotto de champiñones con vino blanco; excepto yo. A diferencia de mis amigos, cambio los camarones por un lomo a la pimienta.

—¿No te gustó la recomendación del chef? —, pregunta Robert curioso.

—No es eso, soy alérgica a los camarones.

—Oh, claro.

El almuerzo transcurrió normalmente, todos hablaron de lo que había pasado en el día hasta el momento justo en el que nos habíamos encontrado. Me quedé observandolos a todos riendo y disfrutando de la compañía del otro y me sorprende cómo en varios días nos volvimos cercanos. Es raro, pero disfruto la compañía de todos ellos. Terminamos de comer y entre todos decidimos descansar un rato en la suite para después estar con suficiente energía para la reunión que sería en la noche.

Conexión. [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora