Capítulo 9: El Juego

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Ángela: Yo voy a ser la madrina de su hijo.

Robert: Ni siquiera somos novios 🙄

Ángela: Yo los shippeo*

😍

Robert: Solo hemos hablado esta semana

Ni siquiera hemos salido

Ángela: En mi mente ya tienen a babyrob y a babymili

Pero en otras noticias

¿Estás nervioso por lo de hoy?

Robert: Alguna vez he estado nervioso? 😎

Ángela: ¿Quieres te las recuerde todas?

Robert: Jaja claro que no cariño, muchas gracias

Ángela: ¿Qué no deberías irte ya?

Seguro tu futura esposa te esperará en la cancha

Robert: Si!

Te hablo al rato 😉

Ángela: Claro nene chau

Jiji no negaste lo de la futura esposa

Eran las 6:03 de la mañana, y mis ganas de levantarme eran tan grandes como un ratón pigmeo «ni siquiera sé si eso existe», mi alarma sonó hace 3 minutos pero Ángela me llamó hace 20 minutos para asegurarse de que me despertara y no llegara tarde al partido.

Tan rápido como pude me levanté del sofá emplasticado, debía ir con mi amigo el último entrenamiento antes del partido, y luego iremos a jugar a una arcade o algo por el estilo, no recuerdo con exactitud lo que dijo para finalizar el día con el partido final del campeonato. Kamilah y yo hemos estado hablando esta semana y tres días, y la verdad es que me siento muy alegre con ella, es una gran amiga y una gran persona, además Lila y Niles también se ven muy contentos de conocerse cada día más.

Tomé un baño, me vestí y tomé mi mochila con el uniforme y demás cosas para entrenar. Salí del apartamento esquivando las cajas que ya estaban listas para ser trasladadas en un par de días; para no gastar gasolina sin necesidad pasaría por Niles a su apartamento para luego irnos juntos. Bajé hasta el sótano del edificio y tomé el Audi y salí a toda prisa hacía el apartamento que no estaba muy lejos del colegio. Al llegar soné la bocina para dar aviso de mi presencia en la puerta, Niles alquilaba en un edificio de tres pisos ya que el dueño era amigo de su abuelo y le hacía rebaja en la mensualidad, y el piso en el que vivía no estaba nada mal equipado. Un par minutos después pude escuchar como se abría la puerta desde adentro, y vi salir a una chica rubia, delgada y esbelta del edificio con mi amigo detrás de ella, se despidieron de beso en la mejilla y luego mi amigo buscó el auto en la acera para luego subirse en el copiloto.

—Ella es la número... déjame recordar... cuarenta y cinco creo —le dije saludando.

—Se llama Alexa, vive en las afueras de la ciudad y estudia derecho.

Conexión. [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora