17
Bree
Ese día salí más tarde de la cafetería y me di cuenta de que el ambiente había refrescado de manera considerable para ser finales de verano. Estábamos ya a principios de septiembre y el aire olía a otoño. Las hojas de los árboles empezaban a cambiar de color y vi jerséis y vaqueros en mi futuro próximo. Me detuve al llegar al coche. ¿Significaba eso que me iba a quedar aquí? Llevaba en Pelion un mes, pero comenzaba a considerarlo mi hogar. Tendría que pensar en ello, aunque por el momento no me corría prisa.
Abrí la puerta del coche y, de pronto, noté un contacto en el hombro. Me sobresalte y jadeé al tiempo que me giraba. Me topé con unos ojos verdes. Durante un breve instante, me sentí confusa mientras reconocía los hermosos rasgos bajo el corto pelo oscuro. Harry. Respiré hondo, me reí y me llevé la mano al pecho. Sonrió. -Lo siento.Me eché a reír de nuevo.
-No pasa nada. No te he oído acercarte. ¿Qué haces aquí?
-He venido a verte -explicó, mirándose los pies durante un segundo y metiendo las manos en los bolsillos antes de volver a sacarlas para hablar por signos -. ¿Te parece bien? -Mantuvo la cabeza gacha, pero alzó la mirada, entrecerrando los ojos un poco. Me dio un vuelco el corazón.
-Sí, claro que sí -dije, sonriéndole-. Recibí el ramo que hiciste para mí. Me encantó.
Él asintió, esbozando una sonrisa, pero luego su expresión se volvió preocupada.-Lamento lo de ayer. -Se pasó la mano por su pelo recién cortado-. Quería explicarte que...
-Harry... -le interrumpí, cogiéndole la mano para que dejara de hablar-, ¿qué te parece si te doy esta noche la lección de cocina y hablamos entonces? ¿Te va bien?
Él me observó durante un segundo y luego hizo un gesto de asentimiento. Metió de nuevo las manos en los bolsillos y echó un vistazo a su alrededor con actitud insegura. Sonreí.-Vale, genial... Ahora voy a casa a ducharme y a coger la bici.
Él volvió a asentir.
-Entra -le dije, señalando el coche-. Te llevo a casa.
Él contempló mi pequeño Escarabajo como si fuera un platillo volante.-No, iré andando. Fruncí el ceño. -Harry, en serio... ¿Por qué vas a ir andando cuando puedo llevarte yo? Él retrocedió.
-Nos vemos dentro de un rato.
Lo miré hasta que se dio la vuelta y comenzó a alejarse. Bueno, él mismo..., pensé. Fue entonces cuando me di cuenta de que todo el mundo me miraba con curiosidad, paseando lentamente, como si así pudieran disimular su interés. ¡Caray con los pueblos pequeños! Podían ser irritantes. ¿Es que allí no existía un mínimo de privacidad?
Me metí en el coche y me dirigí a casa.
Una vez allí, me di una ducha rápida y me puse unos pantalones cortos de lino amarillo y mi camiseta blanca favorita. Me sequé a medias el pelo antes de volver a recogérmelo, dejando unos mechones sueltos para que me cayeran alrededor de la cara. Estuve un par de minutos ante el espejo; quería presentar mi mejor aspecto para Harry, y noté otra vez aquellas mariposas en el estómago ante la idea de pasar más tiempo con él.
Veinte minutos después, Phoebe y yo nos detuvimos ante la puerta abierta de Harry. Metí la bici dentro y cerré la puerta de la valla.
Como de costumbre, Phoebe trotó por el patio en busca de Kitty y los cachorros, que ahora seguían a su madre mientras iba de misiones secretas por la propiedad. Sonreí para mis adentros; me hubiera gustado conocer al tío de Harry.
Él salió de la casa y me sonrió. Le devolví la sonrisa al tiempo que fui hacia él. Me llevaría algún tiempo acostumbrarme a su nuevo aspecto. ¡Dios, era guapísimo! Su ropa seguía siendo un poco extraña para un hombre de ¿veinticuántos años...? Espera, ¿qué edad tenía Harry?
-¿Cuántos años tienes? -le pregunté cuando estaba a unos cinco metros.
Él pareció confundido durante un segundo, luego miró a lo lejos, como si estuviera calculando.
-Veintitrés -dijo finalmente.
Me quedé parada, con el ceño fruncido.