La diferencia

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Narrador omnisciente:

Eitan había tocado la puerta tras pensarlo detenidamente, había decidido ayudar a la ahora no pareja, pues tal vez, así aunque sea ellos podrían vivir la felicidad que él no había podido vivir por años.

Tras tocar la puerta, esta se abrió dejando ver a un hombre vestido de un elegante traje negro - Buenos días - Dijo el mayordomo de aquella gran mansión, la mansión Phantomhive - ¿Qué puedo hacer por usted?

- B-buenos días, y-yo vengo a ver al conde Phantomhive - Respondió el castaño, que extrañamente se sentía muy nervioso, ni siquiera el sabia el por qué se sentía de esa forma.

- Ya veo....., por favor siga me por aquí- Dicho esto Sebastian guió al castaño dentro de la mansión, ninguno decía nada, para el menor era algo raro, sentía el ambiente tenso dentro de esta, pero ¿por qué la sentía de esa forma?, ¿acaso algo era distinto?, con este tipo de preguntas, llegaron a la puerta de la oficina del joven conde, donde el mayor toco la puerta tres veces y después se escuchó un "puedes pasar",

- Bocchan ha llegado un invitado, que dice querer verlo

- ¿Quién es ese invitado?- Pregunto Ciel dejando a un lado unos papeles que estaba revisando

- B-buenos días - Contesto el castaño, entrando a la habitación

- Buenos días- Respondió el peli azul, invitando a que este se sentará, a lo cual el otro acepto - ¿me podría decir quién es usted?

- Yo soy.... - El castaño se quedó pensando - Yo soy Ian Hawkins- Había mentido, si tenía que cambiar, empezaría por su nombre, ¿por qué?, era sencillo para Eitan/ Ian, un nombre era algo estúpido, simplemente odiaba aquel nombre, su verdadero nombre - Y antes de que me siga pregunta mi querido conde, le diré a que vengo o que haré aquí- Volteó a ver a Sebastian, y sonrío - Verán yo soy un medio demonio, y vine para divertirme, no planeo hacerles daño y además haré sus vidas más interesantes así que ¿podría trabajar con ustedes?

Amo y mayordomo se vieron entre sí, y empezaron a hacerle preguntas a Ian, así se la pasaron por unos cuantos minutos, los cuales rápidamente se convirtieron en horas, y para cuando terminaron, el joven conde acepto de mala gana, que Ian ayudará siendo un nuevo sirviente.

Pasaron dos semanas en las cuales Hawkins, había sido puesto a prueba, resultando ser muy bueno para las tareas domésticas, era de gran ayuda para Sebastian, pues evitaba que los otros hicieran desastres. Pasó otra semana y ya era muy buen amigo del mayordomo de la mansión, los dos compartían algunos gustos, y eso había ayudado a que su relación mejorara.

En la cuarta semana, Ian tenía planeado algo, pues era verdad que ahora el ambiente en la mansión era tenso, y ya sabía el por qué, al parecer el pequeño conde evitaba a su mayordomo, y el otro por su parte, no entendía lo qué pasaba, los dos para su gusto eran un gran par de idiotas, idiotas que estaban enamorados el uno por el otro, pero ninguno lo sabía, o lo quería aceptar, ya harto decidió que era mejor actuar.

- Oye Sebastian - Llamó Ian a su ahora amigo

- ¿Qué pasa? - Pregunto el mayor el cual estaba cocinando la cena

- ¿Qué piensas del joven amo? - Preguntó discretamente el menor, quería descubrir si el pelinegro sabía o aceptaba sus sentimientos

- ¿A qué se debe esa pregunta? Respondió el mayor, no dando importancia a la anterior pregunta

- Bueno pues haz estado con el joven amo muchos años, así que, pues yo me preguntaba qué pensaría alguien como tú, sobre él

- A decir verdad yo no soy quien para decir algo sobre bocchan

El destino nos enlaza al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora