Ya era la hora de levantarse, el bien vestido mayordomo abrió las cortinas, dejando entrar los rayos del sol...
- Bocchan es hora de levantarse Hablo con voz dulce el mayor mientras se disponía a hacer el té de la mañana -Bocchan es hora de levantarse Repitió por segunda vez al ver que su querido conde no despertaba
Poco después Ciel abrió los ojos, y se sentó en la cama, bostezo, y miro a su mayordomo, el cual al notar que lo miraba le dedico una dulce sonrisa
- Buenos días Pronunció el mayordomo
- Buenos días Sebastian
- Para el día de hoy le he preparado un té negro English Breakfast, además de unos bizcochos
- Está bien Contestó el conde mirando la ventana, poco después su mayordomo se puso enfrente de él, rápidamente el conde agacho la mirada, el mayor suspiro y poco después le dio el té
- Para el día de hoy no tiene ningún compromiso, además de que ha terminado todo su trabajo pendiente Le dijo el mayordomo mientras elegía lo que vestiría hoy el conde
- Está bien, entonces estaré en la biblioteca leyendo Respondió el menor mientras se dejaba cambiar por su mayordomo
- Como guste joven amo Termino por decir el pelinegro, y así fue como el pequeño conde se fue a la biblioteca y se puso a leer.
Mientras tanto Sebastian seguía con los preparativos de su plan, así pasaron unas cuantas horas y llego la hora de la comida, Sebastian se dirigió hacia la biblioteca y encontró afortunadamente dormido a su pequeño conde, lo miro por unos segundos, su rostro reflejaba paz, era una linda escena de ver, acomodo uno de los cabellos de su pequeño, y sonrío. Unos cuantos minutos después, se levantó, lo dejaría dormir para terminar sus planes, y así salió rápidamente.
Pasaron unas cuantas horas y Ciel abrió los ojos, se levantó y dejo a un lado su libro, se dirigió a la ventana y lo primero que pudo observar fue que el sol ya se estaba metiendo (empezaba a anochecer), sorprendido salió de la biblioteca
-¿Sebastian? Fue lo primero que dijo, lo único que le interesaba saber era porqué su mayordomo no lo había despertado - ¿Sebastian? Fue al comedor a buscarlo pero no lo encontró, fue a su oficina, tampoco lo encontró, se dirigió a la cocina, algo raro no lo encontró.
Siguió buscando por un largo tiempo, llego hasta notar que los sirvientes no estaban, lo cual también se le hizo rato, no era normal.
Decidió salir al jardín, y para su sorpresa lo que encontró fue un camino, el cuál siguió hasta llegar a un hermoso jardín de rosas blancas, en medio había una pequeña mesa, muy bien adornada, con un mantel blanco, velas y unos cuantos cubiertos
- ¿Le gusta? Escucho decir detrás de él a una voz masculina, la cual reconoció de inmediato y volteó rápidamente
- ¡Se-Sebastian! Exclamo sorprendido - ¿Q-qué haces aquí?
- Pues yo solo estaba preparando una cena especial para usted El mayor sonrió e hizo que el menor se sentara en una de las sillas
- ¿Para mí? Pregunto confundido el menor, en su mente se formaron miles de preguntas ¿por qué su mayordomo le hizo una cena de ese tipo?, ¿por qué a él?, ¿por qué ahora?
- Si para usted Sebastian empezó a servirle la cena -Vera yo quería decirle algo importante hoy....
- Y ¿qué es eso tan importante que quieres decirme? Pregunto interesado el conde
- Se lo diré cuando termine de cenar Los dos sonrieron, a pesar de que al conde se lo comía la curiosidad, sabía que era en balde iniciar una pequeña pelea para que se lo dijera, además en ese momento se moría de hambre y al ver la deliciosa cena que le había preparado su mayordomo, su necesidad por alimentarse aumento, por lo que acepto.
Ninguno dijo nada mientras cenaba el conde, ya que Sebastian se limitó a mirar como comía. Ya cuando el pequeño conde termino de cenar fue cuando el pelinegro se dispuso a hablar.
- Joven amo, yo necesito que se pare y me siga Dijo Sebastian un tanto nervioso, trato de disimular sonriendo mientras se levantaba y caminaba
- ¿Está bien? Y así fue como caminaron un par de minutos, al conde se le hacía raro el comportamiento de su demonio, ¿por qué le preparo la cena?, ¿por qué parecía nervioso?, ¿a dónde iban?, dentro de él guardaba la esperanza de que su mayordomo estuviera como él; enamorado, pero también tenía miedo, él pensabas que era algo técnicamente imposible.
Mientras el pequeño conde pensaba eso, el pelinegro solo repasaba las palabras que le diría, nervioso, le empezaron a sudar las manos, ¿increíble no?, hasta él se sorprendió, pero hizo caso omiso a eso.
- Llegamos Se escuchó decir a Sebastian, mientras dejaba ver un hermoso y gigantesco árbol de cerezo, el conde emocionado se acercó al árbol y lo miro.
- Es hermoso Se escuchó decir al conde mientras sonreía y volteaba a ver a su acompañante, el cual se quedó impresionado por ver esa linda sonrisa en el rostro de la persona a la cuál quería....
- Y-Yo Sebastian se acercó y arrodillo frente a Ciel -Yo
-¿Sebastian? Pregunto confundido el conde, en serio su mayordomo actuaba raro
El mayor tomo un poco de aire y decidió hablar -Yo soy era una criatura que solo se dedicaba a comer las almas de aquellos humanos desdichados, un demonio que no sabía el valor de una vida, de las maravillas del mundo Miro detenidamente a Ciel y tomo su mano -Hasta que conocí a un niño, un niño de ojos azules que buscaba salir de una jaula que le negaba su libertad, yo le ayudé a salir y también le prometí cumplir su venganza Ciel inmediatamente abrió los ojos expresando su sorpresa -A cambio el me daría su alma para cuando yo cumpliera su venganza, pero sin darme cuenta su pequeñas acciones y su voz me cautivaron, sus ojos azules, más que el cielo, hicieron que perdiera, su carácter enojón y orgulloso, hicieron que me atrapará por completo....Sin querer me hizo apreciar mi vida, a los sentimientos y a él.... Por eso en este instante puedo decir qué amo a ese ahora joven
Sebastian saco una rosa azul y la puso frente al rostro de Ciel - Yo Sebastian Michaelis te amo a ti Ciel Phantomhive
Ciel atónito por las palabras, no hablaba, sorprendido no sabía qué hacer, ¿la persona de la que había estado enamorado hace tiempo se le estaba declarando?, se sentía feliz, tan feliz que pensó que era un sueño, pero al ver que no lo era tomo la rosa y sonrío - Y yo te amo a ti Fueron las palabras dichas por el peli azul que inmediatamente abrazo al pelinegro.
Se quedaron así por unos instantes y después se miraron, sus miradas reflejaban el amor qué sentían el uno por el otro y para completar su pequeña pero linda declaración se dieron un dulce y tierno beso.
Me he dado cuenta de que no se me da el romanticismo... Bueno gracias por leer.
ESTÁS LEYENDO
El destino nos enlaza al amor
RandomCiel y Sebastian tienen un pequeño problema que tendrán que resolver... Con el pasó del tiempo descubrirán que se encuentran en una situación más que "amo, mayordomo"... Entre retos, confusiones, celos, personas que ayudaran y otras que harán las...