Loca

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Alex

Escucho la puerta cerrándose y toco el sillón, no la siento a mi lado, abro los ojos y en la mesita de centro hay un plato de frutas y una notita.

"Tenía que ir de compras por la navidad y no quise despertarte, te veías muy cómodo. Espero te guste el desayuno, ya no tenías mucho en la nevera. ¿Qué haces con la comida? Recién fuimos al supermercado. ¡Que tengas lindo día!

PD. ¿Rica tu almohada? "

Si Renata supiera que es Andrés el que arrasa con la cocina cada tarde, no me llamaría comelón. Hablando del rey de idiotas y este se aparece en la cocina, escondo la nota, quiero evitar comentarios.

- Me topé con la trigueñita en la entrada. No te molestes en esconder nada, llevaba tu camisa puesta. ¡Vaya que es sexy! Colega si tuviera la mitad de suerte que tienes con las mujeres, dejaría este celibato que me está matando.

Volteo y su blusa está en el sillón, ahora entiendo la postdata.

- Andrés, como le digas de nuevo sexy a MÍ chica, te parto los ...- Su móvil suena y él lo levanta para que me calle.

- Aló! Sí, sí, gracias Rivas ahora mismo salimos de aquí. – cuelga la llamada y me ve serio.

-Alista tus cosas, nos vamos a Madrid, tenemos una pista del paradero de tu madre. – mi corazón se encoge y alisto todo de prisa.

Pasajeros del vuelo 737 con destino a Madrid, España, por favor abordar en la puerta número nueve. He intentado llamar a Renata, pero esta mujer no sabe para qué sirve el celular, me siento terrible por no poder despedirme de ella.

**

Llegamos a Madrid y es de noche así que no podemos hacer nada, vamos al hotel que Andrés reservo desde el aeropuerto y nos reciben con la cena en la habitación, agradezco a Andrés por el detalle de arreglar todo, yo no tengo deseos de ver más personas por hoy. Veo mi teléfono y tengo un mensaje de Renata, pero cuando voy a abrirlo el maldito aparato se apaga, no revise la batería, busco por todos lados de la maleta y mi cargador no está por ninguna parte.

- Mierda, mierda, mierda, ¿Qué se supone que haga ahora? – son más de siete horas de diferencia y, mañana no estaré de vuelta hasta que encontremos la dirección que Rivera consiguió en las computadoras del congreso. Conseguiré un cargador en el camino. Si no fuera por la tecnología que me hace lento de mente, ahora recordaría el número de mi trigueñita. Cierro los ojos intentado dormir y la última imagen que viene a mí, son los ojos de Renata, su mirada de deseo, me enciende en segundos, esta chica me tiene a sus pies.

-Toc, toc, toc!. –Vamos Alex nos esperan en el lobby. – La puerta de mi habitación retumba. Intento ver la hora en mi móvil, pero recuerdo que no tiene batería. Presiento que este día me dejara en el piso.


Ya llevamos más de cinco lugares descartados y mi madre parece no estar en ninguno de ellos, algunos son refugios para mujeres, otros lugares para retiros espirituales, pero ninguno tiene las creencias de mi madre, por lo que dudo que este en alguno de ellos.

- Este lugar es distinto a los otros. - Dice Andrés viendo por la ventanilla del auto, es tétrico.

- Rivas, ¿Sabes que es este lugar? – Rivas toma su teléfono y comienza a buscar la información del centro por internet.

-Cómo no va a ser tétrico Andrés, es el Dympna, el hospital psiquiátrico más viejo de la ciudad, hubo un incendio hace unos 40 años, se quemaron más de la mitad de los pacientes internados. Las autoridades encontraron los cadáveres de algunas enfermeras atadas, al parecer fue una protesta de los pacientes por el mal trato. Jóvenes creo que nos equivocamos nuevamente de dirección, tu madre no puede estar aquí, según veo, este lugar tiene requisitos de ingreso, son admitidos pacientes con diagnósticos muy específicos y con años de tratamientos fallidos, este es como el último lugar para estar.

- Tu no conoces a mi padre. Escupo las palabras, pensar en mi padre me da coraje, sé que es capaz de esconder a mi madre en el fin del mundo si es necesario.

Andrés baja del auto y yo le sigo, nos detenemos ante unas puertas metálicas gigantes. 

Angela.

Busco entre mi almohada y no lo encuentro, revuelvo las sabanas, pero no está, no hay muchos lugares en donde esconderle, solo está mi cama, una mesita redonda y un pequeño escritorio, las medicinas me sedan y olvido, pero no tengo muchas opciones para haberlo escondido. Me acerco a la ventana y en la esquina, metido entre los seguros, lo veo.

-Aquí estas! no recuerdo haberte puesto aquí. - El pequeño trozo de tenedor plástico me ha servido todo este tiempo para hacer marcas en la parte trasera del escritorio, aunque ya deje de contar cuantas barritas llevo, las cuales son equivalentes a los días que tengo de estar en esta prisión donde Roberto me ha metido. No puedo creer que fuera capaz de encerrarme en un lugar como este, cree que, alejándome a mí, alejara el destino que le tocara vivir, ya todo está escrito, el tarot no me ha fallado nunca y le predije una desgracia, pero su ambición es mayor a cualquier cosa. Lo único que quiero es salir de aquí y ver a mi hijo, mi Alexander debe pensar que lo he abandonado, jamás le dejaría con ese loco de su padre, espero que lo sepa y no crea que me atreví a irme sin él, ya sé que es un hombre adulto, pero ambos sabemos que eso no vale de nada para Roberto, el dinero ha pagado todo lo que se refiera a quitarnos a Alex y a mi nuestra libertad. Viene la enfermera.

- Hola Ángela ¿Cómo estas hoy?

- ¿Me sacaras de aquí? – le digo con una sonrisa amable, pero en el fondo sarcástica.

-Sabes bien que no puedo, Angela.

-Entonces estoy igual que ayer, ¡MAL!

- Querida, si le sigues diciendo al Dr. Toledo que tu marido es quien te dejo aquí encerrada porque eres un problema para su carrera por tus creencias religiosas, no saldrás nunca.

- ¿Quieres que mienta?

- Jamás diría algo como eso. – Lily me guiñe el ojo. No puedo creer que me esté ayudando, ella es muy amable conmigo, pero pensé que me consideraba una loca. Su cabello corto siempre está arreglado y desprende un olor a flores silvestres. Viene a mi memoria el séptimo día que pase aquí, veía la luna desde mi ventana, lo hice por horas, Lily entro a mi habitación en la ronda nocturna, debería de haberme obligado a dormir, pero ella me pregunto qué hacía, hemos hablado muchas horas de la Diosa y sus facetas, Lily ama ver la luna conmigo.

Salgo al comedor y un grupo de pacientes está jugando cartas, las observo jugar, pero no parecen prestar atención al juego, solamente colocan cartas al azar, cuando las enfermeras no las ven hablan en secreto, están planeando algo y quiero saber que es.

- Chicas ¿puedo jugar con ustedes?.- les digo acercándome sin llamar la atención de los demás.- Marian me mira un segundo y le sonrío en complicidad, sabe que las he descubierto. Me siento y reparten, todas me ven muy atentas esperando que les pregunte que sucede, pero me limito a hacer mis jugadas tranquilamente. Marian no puede con la presión de mi paz entre sus vibras alteradas.

- Ángela tú quieres salir de aquí ¿verdad? – me dice con su mirada como perdida.

- Marian la pregunta esta demás. – ella me dedica una sonrisa un tanto enferma. Marian esta que, por obsesiva, siguió por meses a su ex novio, jugando a la detective, ella juraba verle con las chicas por las que la dejo y se acercaba a el chico para hacerle escenas de celos, estuvo presa unas semanas hasta que intentó suicidarse en su celda por tener alucinaciones con su ex.

- Esta noche nos iremos, Estela fingirá un ataque de ansiedad y mientras las enfermeras la intenten calmar, Ana y Celeste le quitaran las llaves a la vieja esa de Carmela. – Carmela es la jefa de enfermeras y la gobernanta del Dympna. – luego abrirán las puertas, mientras tu y yo rescatamos a Estela y nos vamos de una vez por todas.


Eléctrico AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora