Encontrar el sótano nos llevó un rato, pero no demasiado. Hallamos la escalerilla que bajaba en algún lugar detrás del comedor principal en la planta baja, pero a medio camino nos encontramos con una gran puerta de madera cerrada. Por suerte no muy lejos de ahí había un gancho con cada llave de la propiedad colgada. Mientras Jafet probaba con cada una de ellas, Sam, Austin y yo nos dedicábamos a vigilar que nadie se acercara. Fue entonces cuando me di cuenta de que me había robado accidentalmente a mi Rey, comencé a juguetear con la figurilla con la esperanza de que a Cranston no le molestara su ausencia. Tras unos minutos de varios intentos, escuchamos un clic y la puerta de abrió dejando ver el resto de la escalerilla.
A diferencia del resto de la casa, esa zona estaba vieja y descuidada, las maderas viejas de los peldaños hacían un molesto "crack" con cada paso que dábamos hacia abajo. Al final, nos hallamos en una entera oscuridad que desapareció inmediatamente después de que Sam encendiera su linterna.
Era un área gigantesca. Esperaba encontrarme con un simple cuarto, pero de trataba de un piso con distintas habitaciones y pasillos, formadas por paredes ladrilladas o estantes bien acomodados repletos de todo tipo de cachivaches. La pequeña habitación donde aparecimos tenía tres salidas distintas, aunque todas lucían igual. El techo estaba lleno de vigas de madera y acero que lo sostenían con una larga serie de viejas tuberías, varías oxidadas. Además de unas viejas lámparas colgando cuyo interruptor no encontramos.
- Esto tomará un rato -fue lo único que logre decir.
- Tratemos por aquí –mencionó Sam mientras tomaba uno de los senderos y nos guiaba con su luz. Después de unos metros llegamos a una enorme área delimitada por varios anaqueles. Había al menos tres grandes lavadoras y un par de secadoras, más varios cestos llenos de ropa sucia y limpia. En los estantes, había todo tipo de productos de limpieza. El pasillo continuaba hacia la desconocida oscuridad junto a un gran refrigerador.
- ¿Cómo lo supiste?
- De los tres este lucía menos polvoriento –explicó la chica- Estos cestos son los de ropa limpia, yo revisaré este.
Sin tener que decir algo, nos pusimos de acuerdo. Tomé un cesto y comencé a revisar en el montón de ropa buscando por el abrigo que Jafet había traído a la casa. Traté de hacerlo lo más rápido posible, separando a un lado la ropa que iba descartando: calzoncillos, sostenes, playeras, camisas, pantalones, etc. Me detuve cuando vi que el resto serían puros calcetines. Mientras me disponía a tomar otro, escuché un ruido metálico viniendo del corredor desconocido.
- ¿Qué fue eso? –solté asustado.
- Quizás fueron los espíritus chocarreros que rondan por las paredes de esta casa –sugirió Austin.
- Tu subconsciente asustado –nos ignoró Sam- Creo que lo encontré.
Lo observamos mientras la chica lo exhibía en alto, un inconfundible abrigo verde oscuro. Jafet estuvo a punto de hablar, pero ese sonido metálico irrumpió de nuevo callándolo.
- Ok, los espíritus tienen mi atención –mencioné mientras le quitaba la interna y apuntaba hacía el misterioso pasillo.
- Ignóralo –soltó Sam- Tenemos el abrigo, vámonos antes de que Cranston se impaciente y venga a buscarte. No debiste haber venido...
El ruido de nuevo. La chica tenía razón, pero la intriga que me provocaba ese sonido era mayor que su voz. Sin darme cuenta comencé a caminar hacia la oscuridad y cuando reparé en ello, decidí no detenerme. Lo admito, no fue nada sensato y lo sabía, pero realmente quería saber de qué se trataba. Sam soltó un suspiro y arrojó el abrigo sobre la lavadora antes de tener que seguirme acompañada del resto para no quedar a oscuras.
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Pandemia
Science FictionUn viaje de intercambio: conocer nuevas personas, visitar nuevos lugares, aprender una nueva cultura. Suena genial, ¿no? Pues dejó de serlo para nosotros cuando el mundo se vino abajo. Las grandes ciudades fueron infestadas, la anarquía reinaba las...