De cerca el establecimiento tenía incluso un peor aspecto. Estaba claro que había sido construido cerca de los cincuenta y sus dueños jamás se molestaron en hacerle una simple remodelación. Podía ver la anticuada pintura de las paredes, los feos sillones verdes que no combinaban con las mesas o sillas rojas y blancas. Sin embargo, el lugar se veía abarrotado de todo tipo de gente, hombres y mujeres de todas edades.
Por el contrario, el estacionamiento estaba vació a excepción claro de los autos. Decenas de ellos, de todos los tipos. Había incluso otro par de casas rodantes además de la nuestra. Mientras avanzábamos sigilosamente hacia Hosmar, pude notar las imperfecciones de cada carro. Desde rasguños, agujeros de bala o manchas de sangre. Imperfectos que contaban una historia del apocalipsis. Nosotros veníamos de Toronto. ¿Había gente que viniera también de lejos? ¿De Nueva York? ¿Chicago?
- Aquí estas hermosa –susurró Alex cuando llegamos a la Caravana- ¿Qué te hicieron?
Me sorprendió lo distinta que se veía Hosmar, sus nuevos dueños le habían hecho unos arreglos. Las ventanas, ahora estaban cubiertas con maya por el exterior, y por el interior habían sido fortificadas con lámina y madera. Y el frente de la Camperapenas pude reconocerla. Tenía un revestimiento al igual que las ventanas, con una placa que protegía las llantas delanteras. Además, una serie de puntiagudos picos de hierro que de alguna forma había colocado para atravesar lo que fuera que bloqueara el camino. Las manchas de sangre que tenían, demostraba no solo que ya habían sido utilizadas, sino que eran efectivas.
Rawvanna se acercó a las ventanas de la cabina, las únicas que estaban intactas, y asomó la cabeza dentro del vehículo.
- Parece que está vacío –murmuró.
- Y abierto –anunció Austin mientras abría la puerta y se internaba en el vehículo.
- ¡Espera, es peligroso! –le llamó Sam.
Todos fuimos detrás de él, emocionados por que por fin estábamos en lo más cercano a casa que habíamos tenido en los últimos días. Por dentro, no había cambiado mucho en realidad, incluso debo destacar que los ladrones que la tenían llevaban una buena higiene, pues estaba impecable. Hicimos una rápida inspección. Alex y Jafet corrieron a la cabina en busca de las llaves. Austin y Halston permanecieron en la puerta por si alguien volvía. Allan y Rawvanna fueron directo a la cocina a ver que encontraban en la alacena. Por mi parte, fui con Sam y Vanessa a inspeccionar los dormitorios debajo de las camas y dentro de los armarios dónde habíamos guardado nuestras cosas. Todo seguía en su lugar, tomé mi espada y me sentí realizado.
- Hay algo de comida –notificó Allan.
- Todas nuestras cosas siguen en su lugar –hice saber.
- No están las llaves –anunció Alex apagando la felicidad que comenzaba a crecer.
- Bueno nadie dijo que sería fácil –dijo Austin desde afuera, Darwin hizo una especie de gruñido- Espera King Kong
- ¿Ahora qué hacemos? –preguntó Vanessa.
- Conseguimos las llaves –dijo Jafet.
- ¿Cómo? –preguntó Rawvanna.
- Tal como nos la quitaron –mencionó Sam mientras cargaba su arco.
- No podemos solo entrar y asaltarlos, ni siquiera sabemos a quién le pertenece. Nunca vimos sus rostros –recordé.
- Podemos ir anunciar que se está quemado o algo para hacerlos salir –propuso Alex- ¿Quién es dueño de una Fleetwood Boulder 96? Es que se está quemando.
- No creo que ese escenario pueda terminar bien –negó Allan- Debemos entrar y mezclarnos, averiguar quien la tiene.
Nos miramos entre nosotros dudosos.
- Hablando con alguno de los empleados funcionara –ideó Jafet- Le preguntaremos y ya.
- Solo alcancé a ver a la mujer de la barra por la ventana –reveló Rawvanna.
- Si es Motel, debería haber alguien rentando las habitaciones, ¿no? –preguntó Vanessa.
- Bien, dos posibles sujetos con información –contó Alex.
- Esperen –los detuve- ¿Qué sucede si nos reconocen? Nosotros no vimos sus rostros, pero ellos si los nuestros.
- Fue hace mundo tiempo, no creo que lo recuerden –respondió Vanessa.
- Y si lo hacen, será más fácil darnos cuenta de quienes son los dueños –planeó Jafet- Alguien tendrá que quedarse aquí por si intentan algo.
- Yo me quedo –se ofreció Allan mientras tomaba su pistola y la cargaba.
- Entonces este es el plan
Todos miramos a Jafet.
- Allan se quedará aquí, mientras nosotros vamos adentro. Dos tendremos que interrogar a la mujer de la barra y al portero.
- Yo barra –me ofrecí.
- Voy contigo –se añadió Alex.
Jafet asintió.
- Iré por el portero –se ofreció Sam y se le unió Rawvanna.
- Bien, el resto iremos individualmente. Fingiremos ser clientes y ocuparemos distintos lugares por el restaurante por si se pone feo, los tendremos rodeados. No tienen que saber que venimos juntos.
- Pregunta –Austin entró a la Caravana seguido de Halston- ¿Esto cómo afecta a King Kong?
- Darwin se quedará aquí con Allan, no tendremos que ocuparnos de él –terminó Jafet mientras tomaba un cigarrillo y lo llevaba a su boca.
- Dijimos que sería el último, estas fumando nuestro dinero –se quejó Sam.
- Hay más en el maletero, en el tocador del baño, bajo el sillón desplegable y encima de la alacena –se encogió de hombros- ¿Todos van con el plan?
- Si, aunque no importa sino –respondió Austin- Todos sabemos que existen grandes probabilidades de que, en el momento, todo se vaya a la mierda y tengamos que improvisar. Será otro de esos días.
- Por eso hay un plan B –explicó Jafet mientras prendía su cigarro.
- ¿Cuál es? –pregunté.
- Dispararle a todo lo que se mueva mientras no sea alguno de nosotros e improvisar.
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Pandemia
Ciencia FicciónUn viaje de intercambio: conocer nuevas personas, visitar nuevos lugares, aprender una nueva cultura. Suena genial, ¿no? Pues dejó de serlo para nosotros cuando el mundo se vino abajo. Las grandes ciudades fueron infestadas, la anarquía reinaba las...