Cuando la mirada se rompe +18

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Los labios de Kihyun intentaban sellarse y sus manos revoltosas que acababan de hundirse en las sabanas ahora golpeaban a Wonho en el pecho ya que éste se dispuso a sacarse la ropa. Wonho -para no lidiar con un saco de huesos movedizo- se sentó arriba, procurando no dejar caer su peso, no tenia intenciones de dejarlo sin aire. La resistencia del más joven era de admirar, seguía moviéndose aún cuando tenía la piel erizada de la excitación. Por supuesto el chico de cabellos marrones siempre era el que controlaba todas las situaciones, en ese caso no era así y eso lo desconcertaba. Pero Wonho había decidido luego de meses planeando diferentes situaciones -observando a Kihyun a la distancia- que iba a hacerse el dueño de la pequeña joya del grupo.

— Solo quiero ayudarte con tu problema, estas haciendo las cosas difíciles. Kihyunnie, tus manos, tus manos son tan hermosas. —había acabado de lanzar su remera a un lado y tomó ambas muñecas ajenas, estás estaban golpeándole cansadas. Con lujuria comenzó a lamer sus dedos, apretaba fuerte para que no se retorciera, mientras lo succionaba como si fuese un maldito dulce. El sonido hermoso de los jadeos de quien estaba abajo empezó a resonar en un mar de sensaciones que se notaba lo hacían delirar.

— Pero me están molestando en este momento. Las apartaremos por ahora. — y con ello terminó de lamer las yemas de sus dedos, el chico se había calmado o quizá estaba muy excitado para hacer algo al respecto porque no puso resistencia cuando Wonho ató sus manos con una soga alrededor del respaldar de la cama. Lo había practicado mil veces porque sabía que lo iba a necesitar y los resultados eran favorables, una cuerda salía de una madera, uniendo ambas manos del menor de modo que podía seguir moviendo el cuerpo del chico boca abajo o arriba.

— Hyung, me duele, déjeme ir al baño, no... no es gracioso ya. — con el tono formal que se dirigía a los mayores lejanos, la respiración del morocho se hizo profunda, forcejeando contra la cama varias veces, aunque no parecía poner mucha voluntad. Por su lado Hoseok se había quedado perdido mirando ese cuerpo y su boca -como en trance- besó sus pezones, mordiéndolos, siguiendo por toda la piel y cintura. Fue cuando apretó su cadera que recordó la erección que tenía debajo de sus nalgas. Salió de arriba de Kihyun y como todo un espectáculo bajó esos boxers, eran ajustados y él solo los tironeó desde un lado por lo que su miembro salió disparado cuando la tela al fin dejó su piel. Un gruñido de desesperación fue lo que se emitió de unos labios rosa pálidos. Sus piernas se estiraban y retorcían de dolor y placer. Wonho no dejo pasar ni un segundo para apoyar la mano sobre su extremidad. La cara del chico se deformó al instante, escondió la cabeza en su brazo y su cadera salto y la columna se estiro con pena.

—No puedo creer que seas hermoso en todas partes. Pensé que acá eras normal. — pensó en voz alta y sus manos temblaron al sentirle, estaba tocando al chico que venía enamorándolo desde hacía un año entero. No podía pedir mucho mas en esa vida. Y nunca había tenido oportunidad de verlo desnudo antes.

—  N-no seas idiota, no hay nada lindo en eso. ¿Por qué estoy así, qué hiciste? — su hermosura llegaba a niveles inexplorados para Wonho, pues no podía parar de tocarlo, no se cansó y no iba a detenerse incluso si con eso el chico acababa. Y lo hizo. Luego de que su entrepierna fuese bombeada y su cuello succionado hasta dejar marcas por todos lados terminó por correrse en la mano del rubio platinado. Éste se quedo mirándolo, mirando su mano manchada y como el delgado chico se iba torciendo, dejando que sus huesos se vean un poco mas. Casi parecía hiperventilar. Su mente sentía un simple pitido en su cabeza, tenía que seguir, su hombría iba a terminar por sacarle toda la sangre de la cabeza -de su otra cabeza- si no se tocaba ni una sola vez. Tenía que pasar la siguiente frontera y su ensimismamiento solo se cortó cuando un Kihyun inestable empezó a moverse debajo de él. Estirando las caderas tembloroso, seguía excitado y su miembro estaba rojo, como si no hubiese terminado de correrse. Los ojos del chico buscaron la vista de Hoseok y con exhalaciones profundas logró hablar.

—Sigue doliendo, Hoseok... No te quedes ahí quieto, maldición.— el rubio se quedó fuera de órbita en ese instante y bajó a los labios del otro, como si con eso pudiera escuchar mejor sus palabras. Las cerezas eran tan tentadoras que le obligaron a besarlo y una cavidad que le dejaba pasar libremente hizo que todos sus sentidos se iluminaran. Mordió y beso a su chico, era suyo porque así lo había reclamado. Lo hizo con sus labios hasta que habían quedado demasiado hinchados para disimularlo. Segundos después sus manos luchaban por abrir un lubricante dejando caer bastante del liquido en su mano. Kihyun le miraba curioso, sus mejillas, orejas y labios estaban bordó y miraba hacía abajo observando como el mayor de ambos acariciaba entre sus nalgas, hundiéndose poco a poco en su orificio. Su cara perdió color.

—¿No pensarás meter tu cosa ahí? No entra. N-no hagas eso.— un mini ataque volvió a la carga y comenzó a golpear contra los barrotes. Wonho estaba demasiado concentrado y nervioso para aguantar eso. Se alzó y sujeto la cintura ajena, rotándola de un tirón que dejó la espalda del vocalista hacia arriba y su cabeza hundida en la almohada. Rápidamente volvió hacia abajo, a tientas buscó otra almohada, poniéndola cuidadosamente bajo la cintura ajena, dejando elevados sus muslos. Tragó con dificultad. Su excitación lo estaba cegando. Sus labios viajaron por la espalda de huesos pequeños y se acomodó apoyando su miembro cubierto en el boxer contra la entrada del otro, la rozó como si le estuviese penetrando pero sin hacerlo y se abrazó a ese cuerpo, reposando un rostro sonrojado y deseoso contra el hombro ajeno.

— Mío. ¿Sí? — casi tartamudo abrazaba a Kihyun, hundiéndose profundamente en él, escuchando los jadeos dulces que el menor proliferaba ante los movimientos, parecía que podía enloquecer. Y en realidad ambos podían hacerlo.

Desesperación por ti [Kiho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora