Capítulo I

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Todo ya iba mal desde el primer día de clases, a aquel ambiente lleno de depresión se le sumaba el hecho de que este año me encontraba completamente sola dentro de un mar de arpías, con la única compañía de dos de mis amigas, con las cuales no solía hablar mucho. Después del habitual martirio matutino al cual llaman "bienvenida" nos dejaron pasar a los salones; mismos salones, mismos profesores, mismas compañeras, nada cambiaba en aquel lugar, y ojalá se hubiese quedado así.

Entré al salón junto con Ciara y Amy y logramos ubicarnos en tres asientos cercanos que aún quedaban vacíos, Ciara se sentaba detrás de Amy y yo quedé ubicada a lado de esta, en otra columna de asientos. El ambiente era de por sí ruidoso, estresante; saqué un pequeño block y lapicero para anotar cualquier indicación típica de primer día del ciclo escolar

-Aisha -dijo Ciara, llamando mi atención

-Dime -dije quitando mi atención del asiento al frente mío que aún se encontraba desocupado y volteando a verla.

No me respondió, se limitó a ver algo que ocurría detrás de mí y sonreírme como si se disculpase. Pensé lo peor. No. No puedo tener tan mala suerte ¿no?

Al parecer sí. Cuando me incorporé estaba ella, con su sonrisa confiada dirigiéndose a una de sus amigas que se sentaba a su lado mientras desordenaba su larga cabellera negra. La conocía de toda la vida, lo suficiente como para decir que no me agradaba; eché un vistazo a mi lado y vi el rostro de mis amigas que me miraban con empatía. No importaba, no era el gran problema, sabía que este año sería una mierda, todo aquello no era gran sorpresa. Me incorporé rápidamente y dejé de prestar atención a mi alrededor en el momento que el maestro entró en el aula.

Horas después el timbre sonó, y por fin pudimos salir del salón.

-Y... chicas qué tal su cla.... -dijo Nadia de forma animada antes de ser interrumpida por mi rápida intervención

-Me estresa -dije de forma directa. Nadia miro a Ciara y Amy en busca de una respuesta clara a si mi declaración era exagerada

-Y tiene razones -dijo Ciara. Yo solo asentí de forma enérgica

-Es jodidamente ruidosa y bueno, está ella -complementó Amy, haciendo un claro énfasis en el ella

-Es una clase dudo que coincidan en algún momento -quiso animarme Noemi

-Se sienta al frente mío. Es jodidamente estresante -acoté rápido

-La mala suerte te persigue mujer -dijo Nadia-¡Tu clase es horrible!

-¡Nosotras también somos afectadas eh! -Se quejaron Amy y Ciara

-¡Sh! Ustedes no tienen un monstruo sentado a su al frente -puntualizó Nadia mientras me daba golpecitos en la cabeza-, mejor hablemos de cosas lindas, si saben a lo que me refiero -señaló usando un tono insinuador acompañado con una mirada pícara

-¿Daniel? -preguntó Ciara mientras arqueaba una ceja.

-¿El chico que la ilusionó y partió su corazón el año pasado? Buen tema -ironizó Noemi, quien pese a su pequeña estatura era jodidamente cruel

-Gracias por recordármelo -Me quejé mientras me lanzaba a los brazos de Amy, tal como lo hice un año atrás cuando me enteré de que Daniel había vuelto con su enamorada- ¿Mi vida puede ser más desgraciada?

-Aish, lo siento, pero tu vida parece una novela -dijo Ciara con un tono divertido

-Ni lo digas, algún día venderé la idea y me haré rica. Solo ello me consuela -respondí reincorporándome con un tono alegre. Sí, así de cambiante era mi humor

Intercambiamos unas palabras más y reímos ante comentarios idiotas y ocurrencias nuestras hasta que Amy interrumpió el hilo de la conversación

-Un minuto para que toque el timbre -mencionó viendo su reloj- creo que vamos volviendo

Emprendimos el camino de vuelta a los salones y nos despedimos de Nadia y Noemi que estaban en una clase diferente a la nuestra. Entré y me senté pesadamente en mi lugar. Entro una maestra que empezó a hablarnos de nimiedades del curso, cosas sin utilidad, no obstante, intentaba prestar atención para así no dejar a mi mente escarbar en... otros temas.

Los minutos pasaban y el murmullo eterno de la clase se volvía cada vez más estresante, cuando ella echó el cabello para atrás ocupando toda mi carpeta mi paciencia ya pendía de un hilo, empecé a tamborilear los dedos contra la madera de la carpeta.

-¡Aisha! Sigo esperando que me saludes -dijo volteándose mientras clavaba su mirada esmeralda en mí

-Voltéate Jayden -indiqué de forma cortante

-No -masculló con el mismo tono cortante-Hasta que me saludes, dijiste que lo harías. ¿No lo recuerdas? ¡Si lo acordamos apenas hace unos días! -precisó con un tono más relajado y con toques de gracia irónica disfrazada de falsa inocencia, usual en ella.

-Dijimos "como antes" y eso yo me lo tomo como un "sin estorbar a la otra" -sostuve mientras pensaba en cuánto me sorprendía su buena memoria, claro, para las cosas que le convienen

-Y luego te dije "me saludas" y hasta ahora no me saludas -se quejó cambiando su expresión a una de tristeza genuina ¿Era esta la misma persona que yo conocía?

-Yo no prometí nada. Voltéate Jayden -dije, dando por acaba la conversación. Se me quedó viendo fijamente, a lo que sostuve su mirada por algunos segundos, hasta que decidí fijar mi atención a mis dedos que tamborileaban la carpeta con mayor rapidez, prueba de mi creciente tensión.

-No hagas eso, me estresas -aseveró mientras colocaba su mano sobre la mía para detener el tamborileo de mis dedos-. Estás fría -comentó mientras me miraba y sonreía confiada. Me quedé viendo una fracción de segundo su mano sobre la mía antes de quitarla rápidamente

-No existas, me estresas -demandé mientras la miraba con suficiencia- ¿Ves? A veces no puedes complacer a las personas. Ahora voltéate Jayden.

-Señorita Jayden la clase se encuentra al frente -dijo la maestra de Lengua, haciéndome un gran favor- pero ya que, al parecer, tiene ánimo en seguir su conversación con la señorita Aisha, pueden aprovechar y hacer el trabajo, del que claramente no se enteraron, juntas -concluyó mientras me miraba, reprochándome mi falta de atención al tiempo que nos alcanzaba una hoja, la cual fue alcanzada rápidamente por Jayden. Genial, había hablado muy temprano, como siempre.

-Al parecer tenemos un trabajo que hacer -comentó mientras movía la hoja y sonreía de lado

-Como sea, pásame la hoja para leerla -dije haciendo gala de un humor pésimo. ¿Algo más podría pasarme? ¿No había pagado ya mi injusto karma entre los últimos dos años? Esto no parecía nada más que comenzar y es que, aquello no hacía más que confirmar mi, ahora ya no tan absurda, teoría: Los años impares son los peores para mi salud mental.

Atada a lo Eterno. Condenada a lo Efímero [NOVELA LÉSBICA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora