Capítulo XVI

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—¿Quieres ir a caminar? —susurró rompiendo el silencio en el que nos habíamos sumido

—Si tú quieres —respondí enderezándome pausadamente abandonando mi anterior posición, recostada en su hombro

—Vamos —indicó— Pero antes, ¿no quieres uno más? Son los últimos dos —me consultó volteando a verme y tendiendo a mi vista la cajetilla abierta donde yacían únicamente dos cigarrillos solitarios

—¿Por qué no? —comenté antes de tomar uno y sostenerlo entre mis labios, seguidamente dirigí mi mirada hacia la suya esperando que me lo encendiese. Ella tomó el último y tiró la cajetilla entre unos arbustos, lo posó entre sus labios y se acercó ligeramente hacia mí; tomó el encendedor y prendió ambos cigarrillos simultáneamente. Sonrío con suspicacia.

—Por acá —dijo tomando ventaja a la par que se acercaba a una especie de bar exterior oscuro; no obstante, unos cuantos pasos más tarde se paró en seco— Mejor no —masculló devolviéndose

—¿Qué pasa? —interrogué quitando el cigarrillo de mis labios y exhalando el humo

—Bianca y su grupo se dirigen para acá —manifestó haciendo referencia a unas compañeras de curso

—¿Y? —inquirí sin comprender mucho cuál era el problema

—A menos que quieras ver tu reputación en el piso, señorita santa, dudo que quieras que te vean conmigo y fumando —soltó con tono irónico, como si fuese lo más obvio del mundo.

—Mierda —mascullé sosteniendo el cigarro y buscando con la mirada dónde apagarlo

—Ni se te ocurra, los cigarros no se desperdician —objetó con una ceja alzada y tono de seriedad Jayden

—Entonces qué hacemos, genio —pregunté mirándola desafiante— ¿Sabes? Al carajo todo, vamos noma —expresé devolviendo el cigarrillo entre mis labios y adelantándome decidida a ir por dónde nos habíamos estado dirigiendo.

—Ni lo pienses —sermoneó tomándome de la muñeca e impidiendo mi avance— Ven, por aquí debe de haber algún otro camino —Avanzó sin soltarme obligándome a seguirla

Caminamos hasta volver donde habíamos estado sentadas, dimos un par de vueltas pero no había ningún otro camino para salir de ahí, el ruido de numerosas pisadas, que claramente no eran nuestras, se empezó a intensificar

—Creo que deberíamos ren...—admití antes de ser halada al interior de una habitación que al parecer se encontraba justo detrás de donde nos habíamos encontrado hablando minutos antes. Estaba oscuro —¿Qué es... —inquirí antes de volver a ser interrumpida

—Shh... —siseó Jayden colocando un dedo sobre mis labios

—Exactamente ¿por qué vinimos hasta acá? No hay nada interesante —se escuchó en el exterior, no podía reconocer la voz, tal vez Sandra, nunca había hablado mucho con ella.

—Sí, estamos en una fiesta y en vez de estar bailando y disfrutando de la barra libre estamos en un aburrido jardín exterior arruinando nuestros tacones —se quejó, quizás Dafne.

—Ya chicas, volvamos, solo que me pareció ver a... —comentó Bianca dejando la frase inconclusa, ¿a quién? ¿A mí o a Jayden? O tal vez solo se confundió. Repiqueteos de tacos se empezaron a escuchar cada vez más cerca— Olvídenlo, volvamos, llamen a Tara— dijo finalmente alejándose, sus voces se perdieron paulatinamente

—Eso estuvo cerca —expresó Jayden— Por cierto, ¿qué es este lugar?

—No me preguntes a mí, tú fuiste la que me arrastró hasta acá

Atada a lo Eterno. Condenada a lo Efímero [NOVELA LÉSBICA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora