Llegué muy agotada a clases, el fin de semana había sido tediosamente largo, era incómodo lidiar con una Madisson enojada por algo que ni siquiera era mi culpa directamente, aunque ella fingía estar normal y tratábamos de mantener una conversación casual la incomodidad y tensión entre ambas se dejaban notar entre los mensajes; ello, sumado con los ligeros reproches de Delia sobre el asunto, no contribuían a mejorar mi humor.
Llegué hasta mi asiento y dejé mis pertenencias a un costado, pasando seguidamente a desplomarme en este cubriéndome los ojos con mi antebrazo, debía tener ojeras, no había estado durmiendo bien debido a todo; con cautela observé el lugar de Jayden, se encontraba vacío, sonreí inconscientemente al pensar en ella y recordar lo que había sucedido entre ambas en la fiesta, lo cual, a pesar de ser la aparente causa de todos mis problemas, con solo evocar el recuerdo de ello lograba ser inmensamente feliz.
Decidí vaciar un poco mi mente para poder concentrarme en acomodar mis cosas y poder tener los materiales necesitos listos para la primera clase, De repente, entre el continuo rumor que hacían las distintas conversaciones en el aula, oí unos pasos acercarse, levanté la vista y pude verla acercarse. Traía el cabello desarreglado y se veía algo cansada, pero ninguna de estas dos cosas la hacía verla menos atractiva de lo usual, apenas llegó a su sitio dejó su mochila y se sentó mirando hacia el frente sin mediar palabra. Noté que en todo momento había intentado evitar mirarme, ignorando por completo mi presencia en ese lugar. No pude evitar sentirme decepcionada y afligida, no entendía qué había pasado entre estos pocos días para que su reacción al verme fuese esa. "Tal vez solo está agotada y estoy sobrepensando el asunto como siempre" me dije a mí misma e intenté dejar de pensar en ello, calmarme, y darle a Jayden el espacio que al parecer necesitaba.
Las horas pasaban y cada vez pesaba más sobre mí la indiferencia de Jayden, ella parecía desenvolverse bastante normal con el resto de nuestras compañeras alrededor, al parecer a la única que no le hablaba era a mí. En un momento en el que el profesor decidió dar un pequeño descanso de su clase y el rumor de las distintas conversaciones que nacían entre mis compañeras se hacía constante hasta formar un nuevo ambiente sonoro para el salón, decidí tomar el valor para preguntarle a Jayden si todo se encontraba bien.
—Jayden—dije despacio a la vez que tocaba su hombro para llamar su atención hacía mí
—¿Qué quieres?—inquirió de forma seca volteando hacía mí
—Nada, solo que, me preguntaba si estabas bien —respondí tímidamente, claramente afectada por el tono tan duro e inesperado de su voz
—Sí, todo normal—dijo antes de volver a incorporarse a su posición anterior.
A pesar de sus palabras yo sabía que no estaba todo normal. Ella me hablaba cada que podia, me molestaba, compartía conmigo; como se comportaba ahora no era estar normal. Algo pasaba definitivamente, y me daba impotencia no saber qué, qué había hecho mal, en qué la había molestado, ¿quizás la actitud de Madisson?, ¿tal vez se arrepiente de lo de aquella noche? Odiaba el sentimiento que dominaba mi pecho, me sentía mal, desconsolada, sentía que jugaba de la forma en la que más quería conmigo y con mis sentimiento. Me confundía para su diversión.
Pasé el resto del día en silencio, soportando su indiferencia, y a pesar de su trato áspero conmigo, preguntándole si se encontraba bien cada que podía.
—Jayden, ¿segura que te encuentras bien?—dije por décima vez en el día, con un tono casi imperceptible, el cual parecía ir disminuyendo según más veces preguntaba aquello
—¿Quieres dejar de preguntar si estoy bien? Sí estoy bien, que no te hable no significa que esté mal por algo Aisha—respondió severa dirigiéndome una mirada fría que destrozo hasta el sentimiento más recondito.
—Entiendo—musité al mismo tiempo que retomaba mis asuntos. Decidí callarme de una vez por todas, solo me encontraba arruinando más las cosas.
Con el paso de los minutos sentía que me pesaba más el sentimiento inexplicablemente malo y doloroso en el corazón. Así que cuando el timbre sonó, y por inercia volteé a ver la hora, al darme cuenta que ese había sido el último timbre del día, el que marcaba mi salida de ese infierno, de aguantar tanta indiferencia e inevitable sentimiendo de insuficiencia, me sentí en paz. Alisté mis cosas lo más raído que pude y decidí emprender mi camino hacia la salida de la institución y hacia mi casa. Al doblar para salir del salón pude observar como Jayden retenía a Mía por el brazo, y podría jurar que todos escucharon cómo se me rompió el corazón, sus miradas puestas en mí me lo decían, o quizás simplemente fuese la paranoia de una estúpida chica enamorada. Sí, había caído en su juego, me había enamorado y solo me habían usado. Me marché.
Desperté casi por la noche luego de una larga siesta propiciada por una tristeza insoportable, observé el celular y me pregunté cuán extraño debe ser para las personas que yo no responda los mensajes, tenía siquiera 20 mensajes de cada una de mis amigas preguntándome si todo estaba bien, cuestionando el porqué no respondía. Puse boca abajo el celular y me propuse continuar durmiendo, hasta que este vibró alertando la llegada de un nuevo mensaje. Dude si revisar o no el mensaje, finalmente me decanté por hacerlo, aunque seguramente solo fuese el mensaje número 21 de alguna de mis amigas.
"Perdón por estar así hoy, ¿podemos hablar?"
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Espero que les guste el capítulo, seguiré actualizando con regularidad. Si les gusta la historia apoyenla porfa c:
Escritora Sempiterna
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Atada a lo Eterno. Condenada a lo Efímero [NOVELA LÉSBICA]
Подростковая литератураLa conocía de toda la vida, lo suficiente como para concluir que no me agradaba. Y ella me conocía, poco, pero lo suficiente para lograr romper aquella barrera que los acontecimientos y decisiones habían puesto entre nosotras. Yo siempre preferí la...