Especial de David y agradecimientos.

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David


El pequeño Owen terminó de forma magistral su interpretación de la sonata del Diablo, y David no demoró en aplaudirlo, muy orgulloso del logro de su hijo.

—Tío Owen espero que te haya gustado —dijo el hijo mayor de David haciendo una leve reverencia a la lápida frente a ellos.

—A mí no me gustó mucho —mencionó el pequeño David un tanto aburrido.

—David no digas esas cosas —regañó su padre—. Estuvo magnífico hijo —Owen asintió y a escondidas de su padre le sacó la lengua a su hermano menor.

—Si mamá estuviera aquí no diría lo mismo —señaló David—. Sonó muy feo, el tío Owen no estará feliz de eso.

—¡David! —gritó su padre.

—¡Retráctate! —gritó Owen.

—No. Sonó feo, muy feo.

Antes de que David pudiera ponerse de pie, ya Owen correteaba a su hermano menor por el cementerio. Iba a seguirlos y regañarlos, pero le indico a los guardias que los cuidaran y volvió a arrodillarse frente a la lápida de su hermano. En el fondo podía seguir escuchando que sus hijos estaban peleando.

—Ellos no son como tú y yo —dijo dirigiéndose a su hermano—. Si Adelaida estuviera aquí no estarían haciendo eso. Ella dice que queda como la mala porque yo no los regaño y que así cómo voy a reinar un reino, sé que tiene razón, pero... no puedo regañarlos. Me acuerdo de cómo nos trataban a nosotros y simplemente no puedo. Y si vieras las peleas que se arman cuando se reúnen con Jude. Solo espero que sea una etapa y no continúen así. Hoy es tu cumpleaños y Owen estuvo entrenando mucho para tocarte la sonata del Diablo, él te admira mucho. Adelaida le enseñó. Sabes que Arthur va a casarse con Diana, sé que él y tú se llevaban muy bien, y Aimé volvió. Jeremy lamentablemente murió, y ahora tiene un bebé, dijo que vendría a visitarte, ustedes fueron amigos. Yo te extraño mucho, como siempre, y me estoy esforzando para que estés orgulloso de mí y tu vida no haya sido en vano. He comenzado a escribir sobre ti, sé que nunca te olvidaré pero aun así quiero dejar plasmado lo importante que fuiste y lo bueno y valiente que eras. A veces sueño con la casa de nuestros sueños, y aunque ahora soy feliz quiero que sepas que nunca la olvido, porque tú fuiste la única familia que tuve, porque esa casa es nuestra verdadera felicidad, y sigo soñando con ella, solo que ahora incluiría a mis dos hijos y a Adelaida. Te amo Owen, hoy, mañana y siempre.

David dejó una casita de madera que él mismo talló, en representación a la casa de los suelos de ambos, sobre la lápida. Iba a decir otras palabras pero el pequeño David cayó sobre su espalda de un empujón que Owen le había dado.

—¡Ya basta! Se comportan los dos —regañó David poniéndose de pie—. Ustedes son hermanos y deberían quererse. Que no daría yo porque mi hermano esté vivo, pero ustedes se tienen el uno al otro y viven peleándose. Discúlpense y dense un abrazo.

—¡Abrazo! ¡No! —exclamaron ambos con asco.

—A ti sí te abrazó papi —David se abrazó a las piernas de su papá con mucho cariño.

—Yo también —secundó Owen abrazando a David por la cintura.

—Te quiero —dijo David con cariño.

—Yo te amo —replicó Owen presionando más sus manos en la cintura de su padre.

—Yo lo quiero más porque soy el menor —retó David.

Ennoia. La esperanza de un corazón abatidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora