La puñetera misión de la puñetera diosa de la puñetera cursilería

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—Kiara, deja de patear las piedras, no te han hecho nada y no se lo merecen.

Le miró mal, pero no comentó nada (tampoco dejó en paz a las pobres piedras.)

¿Estaba enfadada? Mucho.
¿Con razón? Sí, a su parecer sí.
¿Se merecían las piedras y Fred que lo pagara con ellos? Supongo que no.
¿Hotel? Trivago.

Pero entendedla, ¿a qué niña de once años le apetece que vengan a fastidiarle sus planes de noche del terror para darle la misión de buscar un puñetero collar? ¿No era una diosa? ¡Que lo buscara ella!
Y lo peor... creía saber perfectamente el motivo por el cual era la enviada a buscar el collar... con Fred.

Afrodita quería dejarla en ridículo, era más que obvio. Por alguna extraña razón la diosa esa pensaba que le gustaba el pelirrojo y quería...¿qué quería? Algo, no importa el qué, quería algo.  Probablemente algo vergonzoso para su persona. Además, ¡A ella no le gustaba Fred! ¡Ni Fred ni Albus! ¡No le gustaba nadie.

—¿No se supone que es por aquí?

(¿Cómo te atreves a interrumpir mis pensamientos, estúpido mortal mandarina?)

—¿Qué?

—Creo que dijo que teníamos que girar a la derecha después de girar a la izquierda tres veces.

—Sí, puede ser, lo que sea.

—Te veo molesta.

—Puede que lo esté. Quita esa sonrisa estúpida Weasley.

Giraron a la derecha.

—¿Vas a estar callada y de mal humor todo el camino?

No respondió. (Es como decir que sí, esperemos que no sea tan idiota como para no entenderlo.)

¿Podemos parar para descansar? Andar con muletas cansa.

Sin responder, (por alguna razón ahora era como un juego para ella, e iba a ganar), Kiara se sentó en el primero de los cuatro escalones que tendrían que bajar.
Fred hizo otro tanto a su lado, dejando caer las muletas de cualquier manera escaleras abajo.

—Así que...¿mortal?

Se encogió de hombros.

—¿Es un calificativo al estilo de "muggle"?

La niña empezó a jugar con el anillo de un pequeño sol que tenía.

—¿Es una especie de competición a ver quién aguanta más sin hablar y voy perdiendo?

Asintió, con una sonrisa y tremendamente divertida.

—Vale. ¿Quieres ser mi novia?

—¡¿QUÉ?!

—Que has perdido.—Estalló en carcajadas sin poder contenerse (ganándose, cómo no, un puñetazo en el hombro).

—¡No tiene ninguna gracia!

—Claro que sí, solo hay que verte la cara.

—Cállate.—Se levantó y empezó a andar.

—¿Qué? ¿Ya nos vamos?

Semidiosa.... Black.... ¿Algo más que quieras añadir?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora