Young as the Morning and Old as the Sea

21 2 0
                                    


"A veces soy solo silencio y quietud, eso crees, eso aparento pero si pudieras entrar en mi mente y mi corazón, si pudieras escuchar no podrías con tanto ruido."

-Pareces una prófuga

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-Pareces una prófuga.

Lancé la maleta en la cajuela del auto haciendo oídos sordos al comentario de Sebastián, contaba con pocos minutos si no quería que me encontraran en mi apartamento, si alguien se había ocupado de seguirme los pasos no tardarían en deducir que era el primer lugar a donde iría. El vestido de novia ahora yacía arrugado sobre sabanas egipcias, justo donde lo había tirado para cambiarlo por un short de mezclilla, una camiseta y unos tenis, mi cabello y mi maquillaje era lo único que quedaba de toda aquella imagen de la novia solo porque no había tenido tiempo de lavar mi cara y deshacerme de todas aquellas horquillas.

-Vámonos- cerré de un golpe la cajuela y caminé hacia el puesto de copiloto.

-Oye espera, me pagaron por aparcar unos cuantos autos en una boda, no para ayudar a una novia prófuga- Sebastián puso un brazo frente a mí, impidiéndome con su mano abrir la puerta del auto.

-¿Es eso lo que te preocupa? ¿El dinero?- saqué unos billetes de 100$ de mi bolso y tomé su mano apoyada en la puerta depositándolos sobre ella –ahí tienes, te daré todo el que quieras pero vámonos.

-Mira, puedes guardar tu dinero- lo metió en uno de los bolsillos delanteros de mi pantaloncillo y volvió a apoyar su mano sobre el auto –Morgan ¿cierto?- no hice nada para asegurarlo pero tampoco para corregirlo -¿Estás segura de que es esto lo que quieres? ¿Huir?

-¿Ahora haces preguntas? No nos conocemos tanto como para que hagas el papel de mi conciencia.

-Te ibas a casar Morgan, si le dijiste si a ese hombre por algo fue.

-Tú conduce y deja de hacer suposiciones que no te corresponden.

-Okey, supongamos que conduzco, bien, perfecto- se quitó de mi camino y dio vuelta al auto adentrándose en el puesto del piloto, entré en mi lugar algo recelosa, él en silencio se coloco el cinturón de seguridad, puso la llave en el contacto y entonces volvió su atención a mi -¿Ahora qué? ¿A dónde conduzco su alteza? ¿Qué tan lejos la quieren sus deseos?

-Te estás burlando de mí.

-Estoy siguiendo tus órdenes, a todas estas ¿Por qué no conduces tú?

-No sé hacerlo.

-Claro.

-Oye ¿Qué pasa contigo? Hace una hora me tratabas de usted y ahora eres un completo patán- me miró en silencio, sus ojos oscuros y duros como el ónix por poco me atravesaban.

-Lo siento ¿A dónde quieres que te lleve?

-Crees que soy una caprichosa- dije resignada recostándome en el asiento –una chiquilla caprichosa que decide abandonar a su prometido en el altar como si se aburriera de un juguete, tú y todas esas personas están pensando lo mismo; un capricho más en la vida de Morgan Wood.

Cuerdas de LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora