Fortress

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"Y la vasija comienza a agrietarse en algunos lugares. Y es solo en ese momento que podemos vernos unos a otros, porque nos vemos a nosotros mismos a través de nuestras grietas y dentro de los demás a través de las suyas."

POV SEBASTIAN

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POV SEBASTIAN

Elianna me esperaba sentada al pie de la escalinata, ya iba a en pijama con aquel mono zarrapastroso de flores y una franela rosa de algodón, se puso de pie en cuanto llegué al edificio y caminó hacia mí casi arrastrando sus pies.

-¿Qué está pasando Sebs?- ella era la única que me decía así, desde que era una bebé y no lograba pronunciar mi nombre completo.

¿Cómo podía decírselo? ¿Cómo podía explicarle que era lo que estaba pasando y no provocar en ella lo mismo que en Morgan?

-Oye- me abrazó y yo enrollé mis brazos sobre sus hombros, era tan bajita que podía poner mi barbilla sobre su cabeza sin dificultad, era mi pequeña, siempre mi hermanita –Sebs no me gusta que estés así por ella, sabias que te estabas metiendo en problemas, ella está comprometida.

-No tienes ni idea Eli- susurré.

-Puedo reconocer un corazón roto hermano- la primera vez que Elianna me abrazo con tanta fuerza nuestra madre había muerto, ella había llorado desconsoladamente en mis brazos, yo había llorado casi en la misma proporción sosteniéndola.

Cuando deje de proteger a mi madre mi trabajo fue cuidar de ella, era un adolescente solitario y odioso pero ella siempre tenía acceso directo a mi mundo, para ella nunca había un no. Jamás supo que nuestra madre había tenido un amante, ni siquiera cuando nos convertimos en adultos y nuestro padre me confesó en su lecho de muerte que Elianna en realidad era hija de otro hombre, ni siquiera en ese momento creí que fuera justo arruinar lo que ella creía de nuestra familia, ella aun estaba a salvo, lejos de todo el drama, pagaría una fortuna por mantenerla así.

-La quiero Eli, Morgan es una mujer maravillosa y la quiero como nunca pensé que lo haría pero no es tan simple como un corazón roto, eso sería más fácil de sobrellevar.

Soltó un poco el abrazo pero seguía con sus manos a cada lado de mi cuerpo cuando levantó su dulce rostro hacia el mío, aquellos ojos azules siempre estaban llenos de amor, siempre había ese brillo de optimismo en su mirada, los mismos ojos que me habían mirado con amor por tantos años, era el legado de mi madre en su semblante.

-Puedes contarme Sebs, somos Pinky y Cerebro ¿recuerdas? Tú y yo para conquistar el mundo- sonreí recordando cuando le dije eso después del entierro de nuestra madre.

-Somos Pinky y Cerebro- repetí acariciando su mejilla con el dorso de mis dedos –ya no eres una chiquilla de seis años ¿verdad? No dejaba de fastidiarte cuando eras una chicuela, tenías ese tono de voz tan irritante y cuando llorabas, santo sonabas como un cochinito en apuros.

Cuerdas de LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora